/ miércoles 10 de octubre de 2018

Enfrentemos nuestros miedos

El miedo es una sensación natural que todos tenemos ante diferentes circunstancias de nuestra vida. El miedo extremo nos paraliza, no nos deja avanzar, y domina nuestros pensamientos, nos vuelve inseguros y temerosos.

El miedo es una forma de defendernos ante los cambios, es la salida para no enfrentarnos a la vida, se da por nuestros pensamientos negativos y por aquellas ideas erróneas de lo que son las cosas alimentadas por creencias y rumores.

El miedo necesita dos elementos para existir y si logramos desconectar esos dos elementos y exponerlos, el miedo se va. El primer elemento es la identificación con el cuerpo, y el miedo es la identificación con algo que uno cree que va a perder, ese algo que sentimos tan nuestro que nos da seguridad tenerlo y nos mantiene vivos.

Existe el miedo que nos inculcaron, que nos han transmitido desde pequeños como por ejemplo el miedo a la oscuridad, el ridículo, al sexo y a otras cosas que por creencias familiares o que el entorno ha creado. Está también el miedo que hemos adquirido en base a experiencias pasadas como miedo a los ascensores, aunque también hay otros miedos como al fracaso, al cambio, a lo desconocido o al éxito.

Tener miedo a la inseguridad, a un asalto, a un abandono, al rechazo, a una enfermedad o a la muerte se refleja en nuestro cuerpo. Sabemos que nos vamos a morir algún día o creemos que es así, por eso vivimos con miedo a morirnos, con lo que mientras nos impedimos vivir. Así, no resolvemos la historia de morir y se nos va la vida.

A medida que vamos viviendo, vamos muriendo, con cada respiración nos acerca más a la tumba, como lo señalan algunas creencias, sobre todo las orientales, donde todo va cambiando, dice Krishna en el Bhagavad Gita “El nacimiento implica la muerte”.

Somos mucho más que un cuerpo y una mente. El segundo elemento: el miedo para existir necesita tiempo. Como dicen los sabios, el único momento en que el tiempo cesa, es aquí y ahora, en este instante, en este eterno presente, el único tiempo que podemos tener.

La mente sólo necesita que haya un futuro para alimentar el miedo. El único momento, en que no nos puede suceder aquello a lo que le tenemos miedo, es aquí y ahora. El único momento en que no nos pueden atacar, en el que no nos podemos morir es éste.

En el pasado no podemos hacer nada más que lamentarnos y crear residuos químicos enfermos en el cuerpo y en el futuro no podemos hacer nada más que inferir quimeras, ilusiones, que también nos generan estado de ansiedad y destruyen el sistema inmunológico, porque nunca ha sucedido todavía.

No nos adelantemos y no nos perdamos el único momento vital en el que somos dueños de nuestra vida, que es ahora mismo, y esto nos hará que vivamos el presente, y afrontemos con éxito el miedo, porque si estamos en nuestro momento, somos capaces de hacer lo que nosotros deseamos y despejar de nuestra mente y cuerpo aquellos pensamientos y acciones que nos detienen.

Así, despejamos nuestro camino.

El miedo es una sensación natural que todos tenemos ante diferentes circunstancias de nuestra vida. El miedo extremo nos paraliza, no nos deja avanzar, y domina nuestros pensamientos, nos vuelve inseguros y temerosos.

El miedo es una forma de defendernos ante los cambios, es la salida para no enfrentarnos a la vida, se da por nuestros pensamientos negativos y por aquellas ideas erróneas de lo que son las cosas alimentadas por creencias y rumores.

El miedo necesita dos elementos para existir y si logramos desconectar esos dos elementos y exponerlos, el miedo se va. El primer elemento es la identificación con el cuerpo, y el miedo es la identificación con algo que uno cree que va a perder, ese algo que sentimos tan nuestro que nos da seguridad tenerlo y nos mantiene vivos.

Existe el miedo que nos inculcaron, que nos han transmitido desde pequeños como por ejemplo el miedo a la oscuridad, el ridículo, al sexo y a otras cosas que por creencias familiares o que el entorno ha creado. Está también el miedo que hemos adquirido en base a experiencias pasadas como miedo a los ascensores, aunque también hay otros miedos como al fracaso, al cambio, a lo desconocido o al éxito.

Tener miedo a la inseguridad, a un asalto, a un abandono, al rechazo, a una enfermedad o a la muerte se refleja en nuestro cuerpo. Sabemos que nos vamos a morir algún día o creemos que es así, por eso vivimos con miedo a morirnos, con lo que mientras nos impedimos vivir. Así, no resolvemos la historia de morir y se nos va la vida.

A medida que vamos viviendo, vamos muriendo, con cada respiración nos acerca más a la tumba, como lo señalan algunas creencias, sobre todo las orientales, donde todo va cambiando, dice Krishna en el Bhagavad Gita “El nacimiento implica la muerte”.

Somos mucho más que un cuerpo y una mente. El segundo elemento: el miedo para existir necesita tiempo. Como dicen los sabios, el único momento en que el tiempo cesa, es aquí y ahora, en este instante, en este eterno presente, el único tiempo que podemos tener.

La mente sólo necesita que haya un futuro para alimentar el miedo. El único momento, en que no nos puede suceder aquello a lo que le tenemos miedo, es aquí y ahora. El único momento en que no nos pueden atacar, en el que no nos podemos morir es éste.

En el pasado no podemos hacer nada más que lamentarnos y crear residuos químicos enfermos en el cuerpo y en el futuro no podemos hacer nada más que inferir quimeras, ilusiones, que también nos generan estado de ansiedad y destruyen el sistema inmunológico, porque nunca ha sucedido todavía.

No nos adelantemos y no nos perdamos el único momento vital en el que somos dueños de nuestra vida, que es ahora mismo, y esto nos hará que vivamos el presente, y afrontemos con éxito el miedo, porque si estamos en nuestro momento, somos capaces de hacer lo que nosotros deseamos y despejar de nuestra mente y cuerpo aquellos pensamientos y acciones que nos detienen.

Así, despejamos nuestro camino.