/ miércoles 5 de agosto de 2020

Iglesia de Canutillo, entre el colapso y la indiferencia

La Hacienda de Canutillo y su iglesia de la Purísima Concepción, en el municipio de Ocampo, fue declarada hace 10 años como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, y forma parte fundamental de los 19 sitios registrados en Durango, al seno del Camino Real de Tierra Adentro.

La noticia en este momento, es que la Iglesia de Canutillo puede colapsar debido a un derrumbe parcial sufrido recientemente, sin que exista intervención por parte del INAH o del Instituto de Cultura del Estado de Durango. En otras palabras, hay declaraciones oficiales de tristeza y preocupación por parte de las autoridades, pero de ahí a que intervengan con la urgencia que debieran, existe una gran diferencia.

Habrá que solicitar al villólogo, Gilberto Jiménez Carrillo, director del “Museo Nacional Francisco Villa”, para que intervenga ante el gobernador de Durango José Rosas Aispuro Torres, con la pasión que lo hizo cuando mandó “a sus pistolas” restaurar los murales del edificio del antiguo Palacio de Zambrano, que por negligencia de la directora del ICED y tramitología del INAH, estuvieron a punto de perderse dichos murales de la planta baja del edificio de dicho museo, de la autoría del muralista texcocano Guillermo de Lourdes. Pero vayamos a conocer la importancia de lo que estamos abordando en materia histórica.

La Hacienda de Canutillo, se ubica al norte del Estado de Durango. Por el año de 1600, esa región fue refugio de los primeros nativos del territorio norteño. Para 1644, Canutillo fue considerado un pueblo de visita, dependiente de la misión jesuita de San Miguel de Bocas hoy Villa Ocampo. A finales del siglo XVIII Canutillo fue propiedad de José Areán, siendo en el año de 1794, cuando su familia mandó construir la iglesia en honor de la Purísima Concepción.

Al estallido del movimiento armado de 1910, la hacienda de Canutillo pertenecía a la familia Jurado y Aispuro, quienes deciden abandonarla por temor a represalias revolucionarias. Durante la vorágine armada en la segunda etapa del movimiento revolucionario, el General Tomás Urbina Reyes, ocupó temporalmente la hacienda. Para 1920, conforme al convenio inicial entre Adolfo de la Huerta y Francisco Villa, el Presidente le cede en propiedad, con los requisitos legales la hacienda de Canutillo, entregándole los títulos traslativos de dominio.

Para ello, la propiedad fue confiscada por el gobierno a los propietarios, por causa de utilidad pública, con la finalidad de establecer un centro de población agrícola, conforme al convenio de amnistía del gobierno federal con el general Francisco Villa, el 28 de julio de 1920. En la diligencia de compra-venta, el general Villa entregó a la Secretaría de Hacienda y Crédito al Público, la cantidad de 630 mil pesos oro.

Para 1920, Villa, se dedicó a reconstruir la hacienda que se encontraba completamente en ruinas y su pensamiento se enfocó a convertir a Canutillo en una región progresista, como así lo hizo, hasta su trágica muerte el 20 de julio de 1923. En 1978, el casco de la hacienda de Canutillo fue reparado por parte del gobernador Héctor Mayagoitia Domínguez, y habilitado como museo en honor del general Francisco Villa. No obstante, el valor del sitio histórico, en la actualidad, poco se ha contribuido a su mantenimiento por parte de las autoridades estatales y municipales; salvo algunas excepciones notables de personas que han intervenido en su restauración como es el caso de Esbardo Carreño Díaz.

En los últimos tiempos, ya es urgente su conservación por lo que resulta imperativo, la presencia de museógrafos y restauradores de arte que permita la preservación y fomento del patrimonio histórico de los durangueños, lo anterior aunado al poco o nulo cuidado de la Iglesia de la Purísima Concepción de Canutillo, que como ya lo referimos, motivado al nulo mantenimiento, colapsó parte de su construcción por las recientes lluvias.

Ya mucho hemos abordado en años anteriores en este espacio de mi casa editorial de El Sol de Durango, denunciando públicamente el otrora derribo irresponsable de la escuela de Canutillo que construyera Pancho Villa con su esfuerzo, caso patético acontecido durante el mandato del presidente municipal de Ocampo, Jesús Soto Arzola, y su encargado de cultura en la administración 2004-2007, quienes demolieron la edificación de la escuela rural, en su tiempo, fue orgullo de Pancho Villa, aun a pesar de las protestas encabezadas por quien esto escribe ante la Federación y el Estado, pero nada se pudo hacer, sólo la condena pública ante el menosprecio a la identidad villista por parte del fallido alcalde ocampense.

Por otra parte, no hace mucho advertimos que se podía venir abajo la antigua edificación del rebote o juego de pelota vasca, en la propia hacienda, pero gracias a la intervención del presidente municipal en aquel tiempo, Daniel Iván Mendoza Martínez, intercedió para que eso no sucediera.

No queremos que acontezca un símil del lamentable incidente de la escuela respecto a la iglesia de Canutillo; seguiremos insistiendo con denuncias públicas en las redes sociales y ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia, para que este asunto de interés nacional, no se vaya a quedar arrumbado en los asuntos sin importancia del INAH o del Instituto de Cultura del Estado de Durango, este último en su calidad de salvaguarda del patrimonio cultural de los durangueños.

La Hacienda de Canutillo y su iglesia de la Purísima Concepción, en el municipio de Ocampo, fue declarada hace 10 años como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, y forma parte fundamental de los 19 sitios registrados en Durango, al seno del Camino Real de Tierra Adentro.

La noticia en este momento, es que la Iglesia de Canutillo puede colapsar debido a un derrumbe parcial sufrido recientemente, sin que exista intervención por parte del INAH o del Instituto de Cultura del Estado de Durango. En otras palabras, hay declaraciones oficiales de tristeza y preocupación por parte de las autoridades, pero de ahí a que intervengan con la urgencia que debieran, existe una gran diferencia.

Habrá que solicitar al villólogo, Gilberto Jiménez Carrillo, director del “Museo Nacional Francisco Villa”, para que intervenga ante el gobernador de Durango José Rosas Aispuro Torres, con la pasión que lo hizo cuando mandó “a sus pistolas” restaurar los murales del edificio del antiguo Palacio de Zambrano, que por negligencia de la directora del ICED y tramitología del INAH, estuvieron a punto de perderse dichos murales de la planta baja del edificio de dicho museo, de la autoría del muralista texcocano Guillermo de Lourdes. Pero vayamos a conocer la importancia de lo que estamos abordando en materia histórica.

La Hacienda de Canutillo, se ubica al norte del Estado de Durango. Por el año de 1600, esa región fue refugio de los primeros nativos del territorio norteño. Para 1644, Canutillo fue considerado un pueblo de visita, dependiente de la misión jesuita de San Miguel de Bocas hoy Villa Ocampo. A finales del siglo XVIII Canutillo fue propiedad de José Areán, siendo en el año de 1794, cuando su familia mandó construir la iglesia en honor de la Purísima Concepción.

Al estallido del movimiento armado de 1910, la hacienda de Canutillo pertenecía a la familia Jurado y Aispuro, quienes deciden abandonarla por temor a represalias revolucionarias. Durante la vorágine armada en la segunda etapa del movimiento revolucionario, el General Tomás Urbina Reyes, ocupó temporalmente la hacienda. Para 1920, conforme al convenio inicial entre Adolfo de la Huerta y Francisco Villa, el Presidente le cede en propiedad, con los requisitos legales la hacienda de Canutillo, entregándole los títulos traslativos de dominio.

Para ello, la propiedad fue confiscada por el gobierno a los propietarios, por causa de utilidad pública, con la finalidad de establecer un centro de población agrícola, conforme al convenio de amnistía del gobierno federal con el general Francisco Villa, el 28 de julio de 1920. En la diligencia de compra-venta, el general Villa entregó a la Secretaría de Hacienda y Crédito al Público, la cantidad de 630 mil pesos oro.

Para 1920, Villa, se dedicó a reconstruir la hacienda que se encontraba completamente en ruinas y su pensamiento se enfocó a convertir a Canutillo en una región progresista, como así lo hizo, hasta su trágica muerte el 20 de julio de 1923. En 1978, el casco de la hacienda de Canutillo fue reparado por parte del gobernador Héctor Mayagoitia Domínguez, y habilitado como museo en honor del general Francisco Villa. No obstante, el valor del sitio histórico, en la actualidad, poco se ha contribuido a su mantenimiento por parte de las autoridades estatales y municipales; salvo algunas excepciones notables de personas que han intervenido en su restauración como es el caso de Esbardo Carreño Díaz.

En los últimos tiempos, ya es urgente su conservación por lo que resulta imperativo, la presencia de museógrafos y restauradores de arte que permita la preservación y fomento del patrimonio histórico de los durangueños, lo anterior aunado al poco o nulo cuidado de la Iglesia de la Purísima Concepción de Canutillo, que como ya lo referimos, motivado al nulo mantenimiento, colapsó parte de su construcción por las recientes lluvias.

Ya mucho hemos abordado en años anteriores en este espacio de mi casa editorial de El Sol de Durango, denunciando públicamente el otrora derribo irresponsable de la escuela de Canutillo que construyera Pancho Villa con su esfuerzo, caso patético acontecido durante el mandato del presidente municipal de Ocampo, Jesús Soto Arzola, y su encargado de cultura en la administración 2004-2007, quienes demolieron la edificación de la escuela rural, en su tiempo, fue orgullo de Pancho Villa, aun a pesar de las protestas encabezadas por quien esto escribe ante la Federación y el Estado, pero nada se pudo hacer, sólo la condena pública ante el menosprecio a la identidad villista por parte del fallido alcalde ocampense.

Por otra parte, no hace mucho advertimos que se podía venir abajo la antigua edificación del rebote o juego de pelota vasca, en la propia hacienda, pero gracias a la intervención del presidente municipal en aquel tiempo, Daniel Iván Mendoza Martínez, intercedió para que eso no sucediera.

No queremos que acontezca un símil del lamentable incidente de la escuela respecto a la iglesia de Canutillo; seguiremos insistiendo con denuncias públicas en las redes sociales y ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia, para que este asunto de interés nacional, no se vaya a quedar arrumbado en los asuntos sin importancia del INAH o del Instituto de Cultura del Estado de Durango, este último en su calidad de salvaguarda del patrimonio cultural de los durangueños.