/ domingo 4 de noviembre de 2018

Importante lograr una superación personal

En la infancia es donde se inicia la autonomía del ser humano. Su crecimiento físico, su evolución orgánica, son modelados por la herencia y, todo lo que constituye su bagaje moral, es decir, aptitudes, inclinaciones y facultades, son producto de sus funciones intelectuales; sus actos tienen origen en sus configuraciones psíquico-fisiológicas.



La educación primera y gradual de su voluntad, la cual germina en el espíritu, irá creando en su mente ya sea por medios didácticos o por razón propia, el germen de la autodeterminación que lo encaminará hacia la senda de la superación personal. Cada quien es artífice de su felicidad y todo acto de creación que realice es una obra de amor.

La verdadera libertad de una persona está en encontrar el camino correcto y que ande por él sin vacilación alguna. Se convertirá en un ser autónomo y seguro de sí mismo que medirá su éxito por lo que alcance a hacer en beneficio de sus semejantes, habiendo antes logrado bastarse a sí mismo. Nada acepta del mundo sin habérselo ganado, estimando su valía personal no por lo que recibe sino por lo que da.

De ahí que podamos decir con toda seguridad que la guerra más difícil es la de combatirse a sí mismo, alcanzando con dignidad una de las mayores victorias.

Si llega a tener posiciones importantes, no le servirán de motivo para vanagloriarse, sino para edificar la más clara sencillez, la más sana cordialidad y la más elocuente simpatía. Siempre estará en contra del servilismo y su rumbo definitivo es la lógica y la educación.

Hay ciertas modificaciones que requieren nuestra personalidad para lograr una superación por medio de la autodeterminación; por ejemplo: deseos de supremacía en nuestra propia y bien fundada estimación; una serenidad inalterable que sirva de base en nuestras actuaciones; justificar siempre una recta y cabal confianza de sí mismo; conservar una clara lucidez del espíritu.

Buscar siempre el momento más oportuno para actuar con acierto eludiendo circunstancias inconvenientes; controlar nuestros impulsos de ira o arrebatos agresivos; analizar con saludable juicio y reflexión toda clase de ideas; ser constante y metódico en el estudio y en el trabajo, mostrando una seguridad ecuánime y firme; demostrar siempre una invariable cortesía y un oportuno cumplimiento. La felicidad de la vida es el trabajo libremente aceptado como un deber.

Debemos pagar con nuestro trabajo el precio de la vida; el trabajo redime a los humanos y salva a los pueblos; trabajar cada uno según su vocación. Nuestro propio yo es a la vez nuestro propio amigo y enemigo. De gente bien nacida es saber agradecer los beneficios recibidos, como también, uno de los pecados que más ofenden a Dios es la ingratitud.

No solamente los caracteres fuertes logran poseer la energía que conduce al esfuerzo, sino también aquellos que saben reemplazar la debilidad con la autodeterminación en la lucha por la vida, sintiendo bullir en su interior anhelos y aspiraciones como: deseos de poseer habilidad para los negocios o de salir de la mediocridad; afán de vivir dentro de un mayor bienestar social; ansias de sentirse importante en la sociedad; esperanzas de escalar un puesto elevado y lucrativo; ilusión de merecer las mieles del amor; ambición de dominio y poder, etc.

Justicia es la perpetua y constante voluntad de dar a cada quien su derecho.

Una considerable mayoría de personas que valen mucho son generalmente de carácter amable y sencillo. No olvidemos que nuestro poder mental apuntala la eficiencia contra lo repulsivo que los acontecimientos nos imponen y, favorece a la vez, nuestra actuación en pro de lo que deseamos.

Árbol que crece torcido jamás su tronco endereza, dice un refrán muy conocido y al mismo tiempo olvidado. ¿De qué sirve el uso de la violencia contra los jóvenes si desde su infancia no han conocido el provecho de la filosofía moral, viviendo carentes de una base ética, caminando sin rumbo y sin meta como autómatas, expuestos a ser enrolados por sujetos criminales que les inculcan teorías exóticas, quebrantar el bienestar de los demás, el desprecio por su patria y la avidez por apoderarse de los bienes ajenos?

Todo estriba en saber decidir con pleno interés aquello que se desea: preparación, importancia social, salud cabal, política, personalidad distinguida, mayor cultura, etc. Si esta precisión se logra, se habrá dado un paso muy valioso en el alcance de los propósitos. Si en verdad queremos tener éxito en la vida, desde luego que con esfuerzo, entrega, limitaciones, sin lugar a dudas lo obtendremos. Pues dentro de cada ser humano hay un poder que está dispuesto a servirnos y a otorgarnos todo lo que nos hemos propuesto con obsesión irrefutable.

Nuestras proposiciones, formales y prudentes, deben tener carácter definitivo y superadas por la autodeterminación. Con ello contribuiremos igualmente a la mejoría de nuestras comunidades, municipio y estado, promoviendo la educación moral y el patriotismo, ideando la creación de fuentes de trabajo y muchos más ideales que es posible hacerlos realidad. El arte de vencer se aprende en las derrotas. Nunca desalentarnos por una frustración, la perseverancia logra el mérito.


En la infancia es donde se inicia la autonomía del ser humano. Su crecimiento físico, su evolución orgánica, son modelados por la herencia y, todo lo que constituye su bagaje moral, es decir, aptitudes, inclinaciones y facultades, son producto de sus funciones intelectuales; sus actos tienen origen en sus configuraciones psíquico-fisiológicas.



La educación primera y gradual de su voluntad, la cual germina en el espíritu, irá creando en su mente ya sea por medios didácticos o por razón propia, el germen de la autodeterminación que lo encaminará hacia la senda de la superación personal. Cada quien es artífice de su felicidad y todo acto de creación que realice es una obra de amor.

La verdadera libertad de una persona está en encontrar el camino correcto y que ande por él sin vacilación alguna. Se convertirá en un ser autónomo y seguro de sí mismo que medirá su éxito por lo que alcance a hacer en beneficio de sus semejantes, habiendo antes logrado bastarse a sí mismo. Nada acepta del mundo sin habérselo ganado, estimando su valía personal no por lo que recibe sino por lo que da.

De ahí que podamos decir con toda seguridad que la guerra más difícil es la de combatirse a sí mismo, alcanzando con dignidad una de las mayores victorias.

Si llega a tener posiciones importantes, no le servirán de motivo para vanagloriarse, sino para edificar la más clara sencillez, la más sana cordialidad y la más elocuente simpatía. Siempre estará en contra del servilismo y su rumbo definitivo es la lógica y la educación.

Hay ciertas modificaciones que requieren nuestra personalidad para lograr una superación por medio de la autodeterminación; por ejemplo: deseos de supremacía en nuestra propia y bien fundada estimación; una serenidad inalterable que sirva de base en nuestras actuaciones; justificar siempre una recta y cabal confianza de sí mismo; conservar una clara lucidez del espíritu.

Buscar siempre el momento más oportuno para actuar con acierto eludiendo circunstancias inconvenientes; controlar nuestros impulsos de ira o arrebatos agresivos; analizar con saludable juicio y reflexión toda clase de ideas; ser constante y metódico en el estudio y en el trabajo, mostrando una seguridad ecuánime y firme; demostrar siempre una invariable cortesía y un oportuno cumplimiento. La felicidad de la vida es el trabajo libremente aceptado como un deber.

Debemos pagar con nuestro trabajo el precio de la vida; el trabajo redime a los humanos y salva a los pueblos; trabajar cada uno según su vocación. Nuestro propio yo es a la vez nuestro propio amigo y enemigo. De gente bien nacida es saber agradecer los beneficios recibidos, como también, uno de los pecados que más ofenden a Dios es la ingratitud.

No solamente los caracteres fuertes logran poseer la energía que conduce al esfuerzo, sino también aquellos que saben reemplazar la debilidad con la autodeterminación en la lucha por la vida, sintiendo bullir en su interior anhelos y aspiraciones como: deseos de poseer habilidad para los negocios o de salir de la mediocridad; afán de vivir dentro de un mayor bienestar social; ansias de sentirse importante en la sociedad; esperanzas de escalar un puesto elevado y lucrativo; ilusión de merecer las mieles del amor; ambición de dominio y poder, etc.

Justicia es la perpetua y constante voluntad de dar a cada quien su derecho.

Una considerable mayoría de personas que valen mucho son generalmente de carácter amable y sencillo. No olvidemos que nuestro poder mental apuntala la eficiencia contra lo repulsivo que los acontecimientos nos imponen y, favorece a la vez, nuestra actuación en pro de lo que deseamos.

Árbol que crece torcido jamás su tronco endereza, dice un refrán muy conocido y al mismo tiempo olvidado. ¿De qué sirve el uso de la violencia contra los jóvenes si desde su infancia no han conocido el provecho de la filosofía moral, viviendo carentes de una base ética, caminando sin rumbo y sin meta como autómatas, expuestos a ser enrolados por sujetos criminales que les inculcan teorías exóticas, quebrantar el bienestar de los demás, el desprecio por su patria y la avidez por apoderarse de los bienes ajenos?

Todo estriba en saber decidir con pleno interés aquello que se desea: preparación, importancia social, salud cabal, política, personalidad distinguida, mayor cultura, etc. Si esta precisión se logra, se habrá dado un paso muy valioso en el alcance de los propósitos. Si en verdad queremos tener éxito en la vida, desde luego que con esfuerzo, entrega, limitaciones, sin lugar a dudas lo obtendremos. Pues dentro de cada ser humano hay un poder que está dispuesto a servirnos y a otorgarnos todo lo que nos hemos propuesto con obsesión irrefutable.

Nuestras proposiciones, formales y prudentes, deben tener carácter definitivo y superadas por la autodeterminación. Con ello contribuiremos igualmente a la mejoría de nuestras comunidades, municipio y estado, promoviendo la educación moral y el patriotismo, ideando la creación de fuentes de trabajo y muchos más ideales que es posible hacerlos realidad. El arte de vencer se aprende en las derrotas. Nunca desalentarnos por una frustración, la perseverancia logra el mérito.