/ viernes 23 de junio de 2023

La confianza

Los procesos electorales en 8 estados de la República en 2022 y 2023, han dejado una claridad absoluta en los escenarios políticos del país y no se diga en los últimos cinco años que han develado una realidad que pocos o muy pocos suponían y menos imaginaban, donde los estados de Durango y Coahuila se convertirían, con el paso del tiempo, en la isla y fortaleza en todo lo largo y ancho del Partido Revolucionario Institucional.

Basta decir que, en 2018, hace sólo cinco años el PRI gobernaba en 14 estados que significaban una población de 52 millones 443 mil habitantes; el PAN se asentaba en 12 estados, con una población de 38 millones 949 mil habitantes; y el PRD en cuatro estados gobernaba 17 millones 802 mil habitantes, mientras que Morena no gobernaba un solo estados del país. En el escenario actual, incorporando el resultado del estado de México, Morena gobierna en 21 estados, el PAN en cinco entidades y el PRI solo en Coahuila y Durango.

Centrados en estas dos entidades, únicos bastiones priistas. Con dos escenarios parecidos en su aplicación y ejecución milimétrica, y por sus resultados, parecieran iguales y que los líderes de los proyectos políticos-electorales, Esteban Villegas Villarreal, por Durango y Miguel Riquelme Solís en Coahuila, merecieran igual trato y similar destino, pero desde su concepción, antecedentes, proceso y circunstancias son muy distantes el uno del otro. Lo que los une y conceptúa es que en ambos casos son triunfadores y exitosos para el PRI en el contexto nacional.

Esto lo pone de relieve el análisis de los escenarios previos a la elección en ambas entidades, es decir cómo llegan a sus respectivos procesos. En el caso de Miguel Riquelme, se trata de un gobernador bien calificado por los coahuilenses, y con un liderazgo pleno y absoluto que le daría un amplio margen para llevar un proceso terso y cómodo en la definición del candidato de laaAlianza a la gubernatura del estado.

Además, Coahuila, -al igual que sucedía en los mejores y ya caducos tiempos del priismo en el Estado de México-, cuenta con una estructura electoral y ciudadana intacta y fortalecida, además de una estrategia de seguridad exitosa que ha llevado a ser receptor de una inversión privada creciente, generando miles de nuevos empleos, factores en conjunto que llevaron a una elección donde la ciudadanía refrendó su confianza en lo hecho por Riquelme. El proceso electoral del PRI en Coahuila se antoja por este antecedente cómodo, por la simple razón de que la estrategia de Manolo Jiménez, aunque innovadora y fresca, tuvo como principal punto de apoyo la fortaleza política de Riquelme.

Sin embargo, en el caso de Durango, la realidad de Esteban Villegas, hace un año, fue diametralmente distinta. El hoy gobernador jamás contó con un aliado frontal y abierto en su antecesor, porque si bien es cierto el PAN gobernaba la entidad, el entonces titular del ejecutivo no fue un acompañante francamente abierto a este proyecto donde bastará recordar que al interior de la Alianza se vivió un proceso interno de selección de candidato, primer obstáculo que enfrentó Esteban.

Además, el PRI no vivía un buen momento. Le precedía una derrota electoral catastrófica en 2018 que lo dejó si una jefatura política estatal y lo peor, una alta migración de liderazgos sociales y cuadros políticos a la oposición, entonces Esteban siempre navegó contra corriente y eso le da un mucho mayor mérito que lo coloca como un estratega que supo sumar fuerzas propias y extrañas basadas en la confianza personal que supo construir.

Por tanto, estos son dos escenarios de triunfos exitosos con circunstancias diferentes y que hoy en día se convierten en la fortaleza nacional del priismo; pero a diferencia el uno del otro. Esteban Villegas de Durango con su victoria tiene más mérito por las adversidades y ahí es donde el PRI nacional y su consejo nacional tienen de dónde echar mano para retomar rumbo y destino y lo que es más su renacimiento hacia un escenario más competitivo para el año próximo.

DATO 01

La estrategia de Manolo Jiménez, aunque innovadora y fresca, tuvo como principal punto de apoyo la fortaleza política de Miguel Riquelme.

DATO 02

Esteban siempre navegó contra corriente y eso le da un mucho mayor mérito que lo coloca como un estratega que supo sumar fuerzas propias y extrañas.

Los procesos electorales en 8 estados de la República en 2022 y 2023, han dejado una claridad absoluta en los escenarios políticos del país y no se diga en los últimos cinco años que han develado una realidad que pocos o muy pocos suponían y menos imaginaban, donde los estados de Durango y Coahuila se convertirían, con el paso del tiempo, en la isla y fortaleza en todo lo largo y ancho del Partido Revolucionario Institucional.

Basta decir que, en 2018, hace sólo cinco años el PRI gobernaba en 14 estados que significaban una población de 52 millones 443 mil habitantes; el PAN se asentaba en 12 estados, con una población de 38 millones 949 mil habitantes; y el PRD en cuatro estados gobernaba 17 millones 802 mil habitantes, mientras que Morena no gobernaba un solo estados del país. En el escenario actual, incorporando el resultado del estado de México, Morena gobierna en 21 estados, el PAN en cinco entidades y el PRI solo en Coahuila y Durango.

Centrados en estas dos entidades, únicos bastiones priistas. Con dos escenarios parecidos en su aplicación y ejecución milimétrica, y por sus resultados, parecieran iguales y que los líderes de los proyectos políticos-electorales, Esteban Villegas Villarreal, por Durango y Miguel Riquelme Solís en Coahuila, merecieran igual trato y similar destino, pero desde su concepción, antecedentes, proceso y circunstancias son muy distantes el uno del otro. Lo que los une y conceptúa es que en ambos casos son triunfadores y exitosos para el PRI en el contexto nacional.

Esto lo pone de relieve el análisis de los escenarios previos a la elección en ambas entidades, es decir cómo llegan a sus respectivos procesos. En el caso de Miguel Riquelme, se trata de un gobernador bien calificado por los coahuilenses, y con un liderazgo pleno y absoluto que le daría un amplio margen para llevar un proceso terso y cómodo en la definición del candidato de laaAlianza a la gubernatura del estado.

Además, Coahuila, -al igual que sucedía en los mejores y ya caducos tiempos del priismo en el Estado de México-, cuenta con una estructura electoral y ciudadana intacta y fortalecida, además de una estrategia de seguridad exitosa que ha llevado a ser receptor de una inversión privada creciente, generando miles de nuevos empleos, factores en conjunto que llevaron a una elección donde la ciudadanía refrendó su confianza en lo hecho por Riquelme. El proceso electoral del PRI en Coahuila se antoja por este antecedente cómodo, por la simple razón de que la estrategia de Manolo Jiménez, aunque innovadora y fresca, tuvo como principal punto de apoyo la fortaleza política de Riquelme.

Sin embargo, en el caso de Durango, la realidad de Esteban Villegas, hace un año, fue diametralmente distinta. El hoy gobernador jamás contó con un aliado frontal y abierto en su antecesor, porque si bien es cierto el PAN gobernaba la entidad, el entonces titular del ejecutivo no fue un acompañante francamente abierto a este proyecto donde bastará recordar que al interior de la Alianza se vivió un proceso interno de selección de candidato, primer obstáculo que enfrentó Esteban.

Además, el PRI no vivía un buen momento. Le precedía una derrota electoral catastrófica en 2018 que lo dejó si una jefatura política estatal y lo peor, una alta migración de liderazgos sociales y cuadros políticos a la oposición, entonces Esteban siempre navegó contra corriente y eso le da un mucho mayor mérito que lo coloca como un estratega que supo sumar fuerzas propias y extrañas basadas en la confianza personal que supo construir.

Por tanto, estos son dos escenarios de triunfos exitosos con circunstancias diferentes y que hoy en día se convierten en la fortaleza nacional del priismo; pero a diferencia el uno del otro. Esteban Villegas de Durango con su victoria tiene más mérito por las adversidades y ahí es donde el PRI nacional y su consejo nacional tienen de dónde echar mano para retomar rumbo y destino y lo que es más su renacimiento hacia un escenario más competitivo para el año próximo.

DATO 01

La estrategia de Manolo Jiménez, aunque innovadora y fresca, tuvo como principal punto de apoyo la fortaleza política de Miguel Riquelme.

DATO 02

Esteban siempre navegó contra corriente y eso le da un mucho mayor mérito que lo coloca como un estratega que supo sumar fuerzas propias y extrañas.

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