/ miércoles 2 de octubre de 2019

La deontología

A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana, por lo que se puede decir que le Ética es una parte de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas filosóficos que nacen de la conducta humana.

La ética se dedica al estudio de los actos humanos, pero aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta de la persona. Todo acto humano que no se realice por medio de la voluntad de la persona y que esté ausente de libertad, no forma parte del campo de estudio de la ética. La ética, por tanto, no inventa la vida moral sino que la reflexiona sobre ella.

Desde la perspectiva del discurso moral existe la presunción, además de que el ser humano es en cierto modo libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de actuación de los seres humanos, en el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que constituyen la clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de dar a luz, para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana.

La Deontología, término introducido en 1889 por Jeremy Bentham en su libro La ciencia de la moralidad, hace referencia a la rama de la ética cuyo objetivo de estudio son los fundamentos del deber y las normas morales, y así se refiere a un conjunto ordenado de deberes y obligaciones morales que tienen los profesionales de una determinada materia.

La Deontología, es conocida también bajo el nombre de “teoría del deber”, y al lado de la Axiología, es una de las dos ramas principales de la ética normativa, y trata del espacio de la libertad del hombre solo sujeto a la responsabilidad que le impone su conciencia.

Asimismo, Bentham considera que la base de la Deontología se debe sustentar en los principios filosóficos de la libertad y el utilitarismo, lo cual significa que los actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad o bienestar que puedan proporcionar asuntos estos muy humanistas. Para Bentham se entiende a partir de sus fines, el mayor bienestar posible para la mayoría, y de la mejor forma posible.

Los argumentos humanistas de libertad y utilitarismo fueron apropiados en la Deontología, con las exigencias ético-racionales que influyeron de alguna manera en el constitucionalismo colombiano, Bentham coincide con Juan Jacobo Rousseau en su idea de que hasta su tiempo, los sistemas morales y políticos están fundados en el irracional histórico y deben ser sustituidos por una moral y un orden político naturales, es decir, racionales; lo cual fue acogido por las nacientes repúblicas americanas.

Puede hablarse también de una Deontología aplicada, en cuyo caso no se está ya ante una ética normativa sino descriptiva e incluso prescriptiva. La Deontología aplicada al estudio de los derechos y deberes, particularmente enfocados al ejercicio de una profesión, es el caso de la Deontología profesional. Para su aplicación se elaboran códigos deontológicos, los cuales reglamentan, de manera estricta o bien a modo de orientación, las cuestiones relativas al “deber”, de los miembros de una determinada profesión. La Deontología se nutre por un lado del marco jurídico y por otro del marco moral.

Su concepto básico es que obrar “de acuerdo a la ética” se corresponde con obrar de acuerdo a un código predefinido, un apartamiento de una norma previamente definida, en general por escrito, constituye una actitud o un comportamiento no-ético, y por tanto, se habla del argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta.

Por el contrario, existe otra rama, denominada Teología que define el obrar éticamente como aquella actitud o comportamiento que contempla el bien para la mayoría, determinando qué es correcto y qué no lo es en función del resultado a alcanzar, pues la Teología es el tratado sobre el fin, de ahí que el fin último solo es correcto en cuanto sea un bien para todos, sin distinción alguna, ni acepción entre las personas.

A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana, por lo que se puede decir que le Ética es una parte de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas filosóficos que nacen de la conducta humana.

La ética se dedica al estudio de los actos humanos, pero aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta de la persona. Todo acto humano que no se realice por medio de la voluntad de la persona y que esté ausente de libertad, no forma parte del campo de estudio de la ética. La ética, por tanto, no inventa la vida moral sino que la reflexiona sobre ella.

Desde la perspectiva del discurso moral existe la presunción, además de que el ser humano es en cierto modo libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de actuación de los seres humanos, en el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que constituyen la clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de dar a luz, para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana.

La Deontología, término introducido en 1889 por Jeremy Bentham en su libro La ciencia de la moralidad, hace referencia a la rama de la ética cuyo objetivo de estudio son los fundamentos del deber y las normas morales, y así se refiere a un conjunto ordenado de deberes y obligaciones morales que tienen los profesionales de una determinada materia.

La Deontología, es conocida también bajo el nombre de “teoría del deber”, y al lado de la Axiología, es una de las dos ramas principales de la ética normativa, y trata del espacio de la libertad del hombre solo sujeto a la responsabilidad que le impone su conciencia.

Asimismo, Bentham considera que la base de la Deontología se debe sustentar en los principios filosóficos de la libertad y el utilitarismo, lo cual significa que los actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad o bienestar que puedan proporcionar asuntos estos muy humanistas. Para Bentham se entiende a partir de sus fines, el mayor bienestar posible para la mayoría, y de la mejor forma posible.

Los argumentos humanistas de libertad y utilitarismo fueron apropiados en la Deontología, con las exigencias ético-racionales que influyeron de alguna manera en el constitucionalismo colombiano, Bentham coincide con Juan Jacobo Rousseau en su idea de que hasta su tiempo, los sistemas morales y políticos están fundados en el irracional histórico y deben ser sustituidos por una moral y un orden político naturales, es decir, racionales; lo cual fue acogido por las nacientes repúblicas americanas.

Puede hablarse también de una Deontología aplicada, en cuyo caso no se está ya ante una ética normativa sino descriptiva e incluso prescriptiva. La Deontología aplicada al estudio de los derechos y deberes, particularmente enfocados al ejercicio de una profesión, es el caso de la Deontología profesional. Para su aplicación se elaboran códigos deontológicos, los cuales reglamentan, de manera estricta o bien a modo de orientación, las cuestiones relativas al “deber”, de los miembros de una determinada profesión. La Deontología se nutre por un lado del marco jurídico y por otro del marco moral.

Su concepto básico es que obrar “de acuerdo a la ética” se corresponde con obrar de acuerdo a un código predefinido, un apartamiento de una norma previamente definida, en general por escrito, constituye una actitud o un comportamiento no-ético, y por tanto, se habla del argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta.

Por el contrario, existe otra rama, denominada Teología que define el obrar éticamente como aquella actitud o comportamiento que contempla el bien para la mayoría, determinando qué es correcto y qué no lo es en función del resultado a alcanzar, pues la Teología es el tratado sobre el fin, de ahí que el fin último solo es correcto en cuanto sea un bien para todos, sin distinción alguna, ni acepción entre las personas.