/ martes 8 de octubre de 2019

La involución cultural en Durango

El menosprecio por la cultura en la actual administración gubernamental, ha sido una constante, la comunidad cultural en Durango se ha manifestado públicamente de manera contundente en pro o en contra.

Permea en el ambiente cultural, una especie de indolencia, apatía y podredumbre, ante la falta de respuestas categóricas a la comunidad cultural y a la sociedad de Durango, por parte de la directora general de Instituto de Cultura del Estado de Durango. Desde que tomó posesión como directora del ICED, Socorro Soto Alanís, caracterizada como otrora defensora a ultranza de los derechos de los hacedores culturales y artísticos; lamentablemente, le ha fallado a su gente y a la institución que la cobija.

Sus acciones la han convertido en el azote cultural de Durango, y sus eventuales logros, se han opacado en el desempeño de sus funciones y poco o nada ha logrado descollar en su compromiso de sacar la cultura de Durango, del atolladero que en su tiempo no sólo lamentó, sino que manifestó públicamente a través de marchas y pancartas por la ciudad de Durango y ante el Congreso del Estado, que dicho sea de paso hoy le exige respuestas.

En su momento, le reconocimos su arrojo y valentía, y sin pensarlo confiamos en su promesa de que revolucionaría la cultura en la Entidad, pero el resultado sólo quedó en frases huecas y vanas, teniendo como resultado una involución de la cultura durangueña, no obstante, que los voceros y funcionarios de esa dependencia, se empeñan en explicar a diestra y siniestra, sin éxito alguno.

Lo que requiere la sociedad, son respuestas claras y concluyentes, lo que al principio advertíamos como un reclamo de índole político y hasta partidario, resultó que rebasó esas esferas y un sinnúmero de personas del gremio artístico y cultural comenzó a protestar y mostrar su disgusto por la forma de cómo se llevaban a cabo las directrices al seno del Instituto de Cultura del Estado de Durango y solapado por quien debería poner orden en este caso de la titular del ICED.

Si al diputado Gurrola, que cuenta con una investidura legislativa y legal conforme a sus atribuciones, prácticamente Socorro Soto lo desafía públicamente, entonces nos preguntamos: ¿Qué pueden esperar los que disienten de su proceder, o critican su actuación al frente del ICED? Simple y llanamente reciben el menosprecio, la cerrazón y el desdén lapidario, de quienes tienen la obligación de conducir los destinos de la cultura en Durango. Que le conteste al diputado Iván Gurrola y no se maneje con evasivas; los ciudadanos están al tanto de lo que sucede, ya no son menores de edad para no percibir lo que pasa al interior del ICED, donde los que no están con ella, son fustigados con el látigo de su desprecio, acallando sus voces mediante veladas amenazas que son una constante.

Un ejemplo de los conflictos que se han generado al interior del ICED, ha sido la reciente presentación del otrora Festival Internacional Revueltas, donde lamentablemente la sociedad se ha dado cuenta, que han bastado tan sólo tres años para arruinar una fiesta artística y cultural que brindaba presencia a nivel nacional, además generar una derrama económica que beneficiaba a un sector importante de la población. La cultura, el buen gusto y la decencia brillan por su ausencia. El Festival Revueltas se ha convertido en la burla a nivel nacional en el ámbito político, cultural e intelectual.

La directora del ICED ha justificado la insignificancia del Revueltas, aduciendo que no hubo recursos, lo cual simple y sencillamente revela que en esta ocasión, se decidió no invertirle al Festival Revueltas en virtud de la opacidad y supuestos malos manejos de los recursos financieros del año pasado y de la eventual improvisación e ineficacia de quien fue el encargado de la promoción y difusión del Revueltas.

La pregunta sería: ¿Por qué para otros Estados del país sí hubo recursos económicos y para Durango no? La respuesta es simple, en los últimos meses, representantes destacados del sector cultural de alguna manera hicieron público su rechazo a las políticas culturales en Durango.

Ante el riesgo de la involución cultural que se padece desde hace tres años, es necesario, la defensa de las buenas prácticas culturales vistas éstas, como verdadera palanca de transformación social, respeto colectivo y signo de identidad. Ante el evidente incumplimiento de compromisos, tristemente observamos una involución en la aplicación de las políticas culturales en Durango. Un festival prestigiado, técnicamente productivo y con un gran arraigo, terminó en la ignominia, lo anterior, merced a un pretendido derroche desmedido que trajo consigo episodios de ineptitud, opacidad y visos de corrupción, propios de otros tiempos que ya se consideraban olvidados.

La cultura es un derecho básico como la vivienda o la educación, que aporta espíritu crítico, pluralidad y conciencia de la diversidad de nuestra identidad. Es inaceptable la involución de la cultura en Durango, derivado de las escasas pocas actividades productivas que realizan con alta dosis de frivolidad e intranscendencia. ¿Qué pasa con los hoteleros, los restauranteros y los prestadores de servicios? ¿Por qué no protestan?, ¿Qué les hace falta para alzar su voz? La recuperación de la convivencia civilizada y de la valoración cultural tiene que ser una meta de todos, pues será la que nos permitirá vivir más seguros, sino también verdaderamente satisfechos con lo que logramos y con lo que somos. Si la cultura es algo prescindible entramos en una involución y eso es justo lo que está ocurriendo en Durango.

El menosprecio por la cultura en la actual administración gubernamental, ha sido una constante, la comunidad cultural en Durango se ha manifestado públicamente de manera contundente en pro o en contra.

Permea en el ambiente cultural, una especie de indolencia, apatía y podredumbre, ante la falta de respuestas categóricas a la comunidad cultural y a la sociedad de Durango, por parte de la directora general de Instituto de Cultura del Estado de Durango. Desde que tomó posesión como directora del ICED, Socorro Soto Alanís, caracterizada como otrora defensora a ultranza de los derechos de los hacedores culturales y artísticos; lamentablemente, le ha fallado a su gente y a la institución que la cobija.

Sus acciones la han convertido en el azote cultural de Durango, y sus eventuales logros, se han opacado en el desempeño de sus funciones y poco o nada ha logrado descollar en su compromiso de sacar la cultura de Durango, del atolladero que en su tiempo no sólo lamentó, sino que manifestó públicamente a través de marchas y pancartas por la ciudad de Durango y ante el Congreso del Estado, que dicho sea de paso hoy le exige respuestas.

En su momento, le reconocimos su arrojo y valentía, y sin pensarlo confiamos en su promesa de que revolucionaría la cultura en la Entidad, pero el resultado sólo quedó en frases huecas y vanas, teniendo como resultado una involución de la cultura durangueña, no obstante, que los voceros y funcionarios de esa dependencia, se empeñan en explicar a diestra y siniestra, sin éxito alguno.

Lo que requiere la sociedad, son respuestas claras y concluyentes, lo que al principio advertíamos como un reclamo de índole político y hasta partidario, resultó que rebasó esas esferas y un sinnúmero de personas del gremio artístico y cultural comenzó a protestar y mostrar su disgusto por la forma de cómo se llevaban a cabo las directrices al seno del Instituto de Cultura del Estado de Durango y solapado por quien debería poner orden en este caso de la titular del ICED.

Si al diputado Gurrola, que cuenta con una investidura legislativa y legal conforme a sus atribuciones, prácticamente Socorro Soto lo desafía públicamente, entonces nos preguntamos: ¿Qué pueden esperar los que disienten de su proceder, o critican su actuación al frente del ICED? Simple y llanamente reciben el menosprecio, la cerrazón y el desdén lapidario, de quienes tienen la obligación de conducir los destinos de la cultura en Durango. Que le conteste al diputado Iván Gurrola y no se maneje con evasivas; los ciudadanos están al tanto de lo que sucede, ya no son menores de edad para no percibir lo que pasa al interior del ICED, donde los que no están con ella, son fustigados con el látigo de su desprecio, acallando sus voces mediante veladas amenazas que son una constante.

Un ejemplo de los conflictos que se han generado al interior del ICED, ha sido la reciente presentación del otrora Festival Internacional Revueltas, donde lamentablemente la sociedad se ha dado cuenta, que han bastado tan sólo tres años para arruinar una fiesta artística y cultural que brindaba presencia a nivel nacional, además generar una derrama económica que beneficiaba a un sector importante de la población. La cultura, el buen gusto y la decencia brillan por su ausencia. El Festival Revueltas se ha convertido en la burla a nivel nacional en el ámbito político, cultural e intelectual.

La directora del ICED ha justificado la insignificancia del Revueltas, aduciendo que no hubo recursos, lo cual simple y sencillamente revela que en esta ocasión, se decidió no invertirle al Festival Revueltas en virtud de la opacidad y supuestos malos manejos de los recursos financieros del año pasado y de la eventual improvisación e ineficacia de quien fue el encargado de la promoción y difusión del Revueltas.

La pregunta sería: ¿Por qué para otros Estados del país sí hubo recursos económicos y para Durango no? La respuesta es simple, en los últimos meses, representantes destacados del sector cultural de alguna manera hicieron público su rechazo a las políticas culturales en Durango.

Ante el riesgo de la involución cultural que se padece desde hace tres años, es necesario, la defensa de las buenas prácticas culturales vistas éstas, como verdadera palanca de transformación social, respeto colectivo y signo de identidad. Ante el evidente incumplimiento de compromisos, tristemente observamos una involución en la aplicación de las políticas culturales en Durango. Un festival prestigiado, técnicamente productivo y con un gran arraigo, terminó en la ignominia, lo anterior, merced a un pretendido derroche desmedido que trajo consigo episodios de ineptitud, opacidad y visos de corrupción, propios de otros tiempos que ya se consideraban olvidados.

La cultura es un derecho básico como la vivienda o la educación, que aporta espíritu crítico, pluralidad y conciencia de la diversidad de nuestra identidad. Es inaceptable la involución de la cultura en Durango, derivado de las escasas pocas actividades productivas que realizan con alta dosis de frivolidad e intranscendencia. ¿Qué pasa con los hoteleros, los restauranteros y los prestadores de servicios? ¿Por qué no protestan?, ¿Qué les hace falta para alzar su voz? La recuperación de la convivencia civilizada y de la valoración cultural tiene que ser una meta de todos, pues será la que nos permitirá vivir más seguros, sino también verdaderamente satisfechos con lo que logramos y con lo que somos. Si la cultura es algo prescindible entramos en una involución y eso es justo lo que está ocurriendo en Durango.