/ viernes 23 de julio de 2021

La tercera ola en Durango

La tercera ola de Covid-19 ya se había anunciado. Pudimos haberla evitado, pero como dijo Carlos Monsiváis: “Somos el país del valemadrismo”. Decía el clásico, este país no aguanta más. La pandemia vino a enseñarnos lo vulnerable que somos en todos los sentidos.

Desnudó un sistema de salud con fallas estructurales, abandonado por muchos sexenios, la falta de profesionales a la altura de la pandemia, una carencia grave de especialistas en la materia. Es un milagro la fortaleza que han demostrado todas y todos, los que integran el sector salud, para salvar nuestras vidas. Jamás podríamos pagarles lo que han hecho por la sociedad, exponiendo sus vidas para salvar las nuestras.

Es justo reconocer, que las autoridades de los tres órdenes de gobierno han hecho su parte. En ocasiones da la impresión que la pandemia ha rebasado al gobierno. Pero en mucha medida, se debe a que los ciudadanos somos irresponsables. Lo dijimos y lo seguiremos haciendo: No hacer caso de las autoridades de salud para cuidarnos y así cuidar a los demás, ha aumentado los contagios, las defunciones y posiblemente muy pronto pasaremos a semáforo amarillo o naranja.

El cubrebocas que todos los días se nos recomienda usar, lo hacemos sin los protocolos adecuados. Tal vez usted, haya sido testigo en una tienda o en una farmacia, que antes de bajarnos nos ponemos el cubreboca y saliendo de dichos lugares nos lo volvemos a quitar. Al fin y al cabo, ya cumplimos el requisito para poder entrar.

Si en pocas horas regresamos al semáforo amarillo, no será sólo culpa de nuestras autoridades, será también por nuestra grave irresponsabilidad. No es posible, que a estas alturas de la pandemia no tengamos conciencia de lo que significa. Da la impresión, que los duranguenses confundimos el color verde del semáforo, con el fin de la pandemia. Claro que el Estado tiene facultades legales y administrativas para tomar medidas radicales en el tema de la tercera ola.

Si nosotros, no somos corresponsables la situación se puede salir de control. Antes eran los adultos mayores los más vulnerables y los jóvenes estaban muy lejos de poderse contagiar, ese mito ya quedó atrás. Nunca entendimos que nadie está a salvo del virus.

En esta tercera ola que ya estamos empezando a vivir, si no asumimos nuestra responsabilidad, nos puede llevar a una crisis de salud de graves dimensiones y por supuesto, darle una estocada final a nuestra economía. Hace unos días, el gobernador José Rosas Aispuro Torres comentó que a nadie se le podía impedir el libre tránsito. Pero también recomendó responsabilidad a quienes viajen a otros lugares del país. ¿Qué deberían hacer los que viajan a otra entidad federativa o a las playas? Lo menos, hacerse una prueba del Covid-19 y si dan positivos aislarse y cumplir con la cuarentena. Pero muchos han de pensar, si nos contagiamos del virus tenemos servicios de salud de primer mundo, nuestros hospitales nunca se saturan, tenemos camas, oxígeno, respiradores suficientes, y las enfermeras y médicos nos sobran.

¿Quiénes son más responsables: las autoridades o nosotros? Como sociedad, somos responsables de que los contagios se multipliquen y aumenten las muertes por el virus. Hace apenas algunos días, asistíamos a eventos masivos, no se diga de los antros llenos a reventar y abiertos hasta las seis de la mañana. La vacuna ha avanzado en México, en Durango ni se diga el gobierno sigue haciendo un esfuerzo para vacunarnos a todos. Lo único que tenemos que hacer para evitar muertes y contagios es vacunarnos, de no hacerlo, ni Dios podría salvarnos. En está pandemia, cada quien tiene que hacer lo que le corresponde y no culpar al gobierno de todo lo que sucede.

La tercera ola de Covid-19 ya se había anunciado. Pudimos haberla evitado, pero como dijo Carlos Monsiváis: “Somos el país del valemadrismo”. Decía el clásico, este país no aguanta más. La pandemia vino a enseñarnos lo vulnerable que somos en todos los sentidos.

Desnudó un sistema de salud con fallas estructurales, abandonado por muchos sexenios, la falta de profesionales a la altura de la pandemia, una carencia grave de especialistas en la materia. Es un milagro la fortaleza que han demostrado todas y todos, los que integran el sector salud, para salvar nuestras vidas. Jamás podríamos pagarles lo que han hecho por la sociedad, exponiendo sus vidas para salvar las nuestras.

Es justo reconocer, que las autoridades de los tres órdenes de gobierno han hecho su parte. En ocasiones da la impresión que la pandemia ha rebasado al gobierno. Pero en mucha medida, se debe a que los ciudadanos somos irresponsables. Lo dijimos y lo seguiremos haciendo: No hacer caso de las autoridades de salud para cuidarnos y así cuidar a los demás, ha aumentado los contagios, las defunciones y posiblemente muy pronto pasaremos a semáforo amarillo o naranja.

El cubrebocas que todos los días se nos recomienda usar, lo hacemos sin los protocolos adecuados. Tal vez usted, haya sido testigo en una tienda o en una farmacia, que antes de bajarnos nos ponemos el cubreboca y saliendo de dichos lugares nos lo volvemos a quitar. Al fin y al cabo, ya cumplimos el requisito para poder entrar.

Si en pocas horas regresamos al semáforo amarillo, no será sólo culpa de nuestras autoridades, será también por nuestra grave irresponsabilidad. No es posible, que a estas alturas de la pandemia no tengamos conciencia de lo que significa. Da la impresión, que los duranguenses confundimos el color verde del semáforo, con el fin de la pandemia. Claro que el Estado tiene facultades legales y administrativas para tomar medidas radicales en el tema de la tercera ola.

Si nosotros, no somos corresponsables la situación se puede salir de control. Antes eran los adultos mayores los más vulnerables y los jóvenes estaban muy lejos de poderse contagiar, ese mito ya quedó atrás. Nunca entendimos que nadie está a salvo del virus.

En esta tercera ola que ya estamos empezando a vivir, si no asumimos nuestra responsabilidad, nos puede llevar a una crisis de salud de graves dimensiones y por supuesto, darle una estocada final a nuestra economía. Hace unos días, el gobernador José Rosas Aispuro Torres comentó que a nadie se le podía impedir el libre tránsito. Pero también recomendó responsabilidad a quienes viajen a otros lugares del país. ¿Qué deberían hacer los que viajan a otra entidad federativa o a las playas? Lo menos, hacerse una prueba del Covid-19 y si dan positivos aislarse y cumplir con la cuarentena. Pero muchos han de pensar, si nos contagiamos del virus tenemos servicios de salud de primer mundo, nuestros hospitales nunca se saturan, tenemos camas, oxígeno, respiradores suficientes, y las enfermeras y médicos nos sobran.

¿Quiénes son más responsables: las autoridades o nosotros? Como sociedad, somos responsables de que los contagios se multipliquen y aumenten las muertes por el virus. Hace apenas algunos días, asistíamos a eventos masivos, no se diga de los antros llenos a reventar y abiertos hasta las seis de la mañana. La vacuna ha avanzado en México, en Durango ni se diga el gobierno sigue haciendo un esfuerzo para vacunarnos a todos. Lo único que tenemos que hacer para evitar muertes y contagios es vacunarnos, de no hacerlo, ni Dios podría salvarnos. En está pandemia, cada quien tiene que hacer lo que le corresponde y no culpar al gobierno de todo lo que sucede.