/ sábado 20 de abril de 2024

Libertad económica: contrastes y paradojas

“Ningún problema económico tiene una solución puramente económica”

- John Stuart Mill

En las últimas semanas, hemos hecho uso de las prestigiosas páginas editoriales de El Sol de Durango para ofrecerle a las y los amables lectores algunas reflexiones sobre la libertad económica como posible materia de un derecho fundamental concreto relacionado con los elementos mínimos que todas las personas deberían ejercitar en aras de edificar su respectivo proyecto de vida.

En este sentido, desde hace ya buen tiempo ha sido desarrollado el Índice de Libertad Económica por parte de la organización no gubernamental The Heritage Foundation, midiendo cuatro grandes vectores: Estado de Derecho, tamaño gubernamental, eficiencia regulatoria y apertura del mercado. Cada uno de ellos contiene tres libertades específicas: derechos de propiedad, efectividad judicial, integridad gubernamental, carga impositiva, gasto gubernamental, salud fiscal, libertad para hacer negocios, libertad laboral, libertad monetaria, libertad para realizar intercambios comerciañes, libertad para realizar inversiones y libertad financiera.

En una escala de 0 a 100, los países mejor evaluados fueron Singapur (83.5), Suiza (83.0), Irlanda (82.6), Taiwán (80.0), Luxemburgo (79.2), Nueva Zelanda (77.8), Estonia (77.8), Dinamarca (77.8), Suecia (77.5) y Noruega (77.5). Mientras tanto, los países que obtuvieron las peores calificaciones fueron Birmania (42.2), República Centroafricana (41.3), Irán (41.2), Eritrea (39.5), Burundi (38.4), Zimbabue (38.2), Sudán (33.9), Venezuela (28.1), Cuba (25.7) y Corea del Norte (2.9). Mientras tanto Afganistán, Irak, Libia, Somalia, Siria, Ucrania y Yemen no fueron calificados por diversas razones (por ejemplo la guerra de Ucrania y Rusia o el régimen talibán en Afganistán), o bien, no se cuenta con información suficiente al respecto.

Como en otro tipo de ránkings e indicadores de desempeño económico, es fácilmente apreciable la disparidad regional y continental por lo que hace, en este caso, a la libertad económica. Mientras que hay regiones pujantes como Escandinavia en el norte de Europa que destacan por sus finanzas públicas sólidas, su alta competitividad y su crecimiento sostenido, una cantidad considerable de países africanos se encuentran sumamente rezagados y lejos de los líderes en el tópico.

El llamado sur global -categoría que ha ido desplazando poco a poco a los llamados países en vías de desarrollo, también conocidos peyorativamente como naciones del tercer mundo- continúa sufriendo los embates de una globalización que, en su vertiente económica, sólo ha significado prosperidad para unos cuantos en detrimento de muchos. La desesperanza es un lugar común en este tipo de sitios donde, por el contrario, el progreso tan sólo es una utopía.

Puede ser paradójico que un ítem como la libertad económica, del cual se valen algunas personas vinculadas ideológicamente a la derecha para atacar a los autodenominados gobiernos progresistas, aparezca en el mismo lugar que la idea del sur global. Lo mismo podría pensarse dado que The Heritage Foundation -autora del estudio- se autodenomina conservadora. Sin embargo, los datos duros no mienten y nos deben llevar a la acción, observando lo que se ha hecho y se ha dejado de hacer.

En la próxima entrega, con la cual cerraremos la serie que le hemos dedicado a la versión más reciente del Índice de Desarrollo Económico, nos enfocaremos en el caso específico de América Latina, observando algunas de las áreas de oportunidad más apremiantes en nuestros territorios, siempre con tanto potencial pero muchas veces víctimas de malas y malos gobernantes.

“Ningún problema económico tiene una solución puramente económica”

- John Stuart Mill

En las últimas semanas, hemos hecho uso de las prestigiosas páginas editoriales de El Sol de Durango para ofrecerle a las y los amables lectores algunas reflexiones sobre la libertad económica como posible materia de un derecho fundamental concreto relacionado con los elementos mínimos que todas las personas deberían ejercitar en aras de edificar su respectivo proyecto de vida.

En este sentido, desde hace ya buen tiempo ha sido desarrollado el Índice de Libertad Económica por parte de la organización no gubernamental The Heritage Foundation, midiendo cuatro grandes vectores: Estado de Derecho, tamaño gubernamental, eficiencia regulatoria y apertura del mercado. Cada uno de ellos contiene tres libertades específicas: derechos de propiedad, efectividad judicial, integridad gubernamental, carga impositiva, gasto gubernamental, salud fiscal, libertad para hacer negocios, libertad laboral, libertad monetaria, libertad para realizar intercambios comerciañes, libertad para realizar inversiones y libertad financiera.

En una escala de 0 a 100, los países mejor evaluados fueron Singapur (83.5), Suiza (83.0), Irlanda (82.6), Taiwán (80.0), Luxemburgo (79.2), Nueva Zelanda (77.8), Estonia (77.8), Dinamarca (77.8), Suecia (77.5) y Noruega (77.5). Mientras tanto, los países que obtuvieron las peores calificaciones fueron Birmania (42.2), República Centroafricana (41.3), Irán (41.2), Eritrea (39.5), Burundi (38.4), Zimbabue (38.2), Sudán (33.9), Venezuela (28.1), Cuba (25.7) y Corea del Norte (2.9). Mientras tanto Afganistán, Irak, Libia, Somalia, Siria, Ucrania y Yemen no fueron calificados por diversas razones (por ejemplo la guerra de Ucrania y Rusia o el régimen talibán en Afganistán), o bien, no se cuenta con información suficiente al respecto.

Como en otro tipo de ránkings e indicadores de desempeño económico, es fácilmente apreciable la disparidad regional y continental por lo que hace, en este caso, a la libertad económica. Mientras que hay regiones pujantes como Escandinavia en el norte de Europa que destacan por sus finanzas públicas sólidas, su alta competitividad y su crecimiento sostenido, una cantidad considerable de países africanos se encuentran sumamente rezagados y lejos de los líderes en el tópico.

El llamado sur global -categoría que ha ido desplazando poco a poco a los llamados países en vías de desarrollo, también conocidos peyorativamente como naciones del tercer mundo- continúa sufriendo los embates de una globalización que, en su vertiente económica, sólo ha significado prosperidad para unos cuantos en detrimento de muchos. La desesperanza es un lugar común en este tipo de sitios donde, por el contrario, el progreso tan sólo es una utopía.

Puede ser paradójico que un ítem como la libertad económica, del cual se valen algunas personas vinculadas ideológicamente a la derecha para atacar a los autodenominados gobiernos progresistas, aparezca en el mismo lugar que la idea del sur global. Lo mismo podría pensarse dado que The Heritage Foundation -autora del estudio- se autodenomina conservadora. Sin embargo, los datos duros no mienten y nos deben llevar a la acción, observando lo que se ha hecho y se ha dejado de hacer.

En la próxima entrega, con la cual cerraremos la serie que le hemos dedicado a la versión más reciente del Índice de Desarrollo Económico, nos enfocaremos en el caso específico de América Latina, observando algunas de las áreas de oportunidad más apremiantes en nuestros territorios, siempre con tanto potencial pero muchas veces víctimas de malas y malos gobernantes.