/ viernes 18 de agosto de 2023

Porfirio Muñoz Ledo. En memoria

Porfirio Muñoz Ledo es uno de los personajes históricos de talla mayor de la post Revolución Mexicana. Es un gran referente en la lucha por la configuración del sistema político y democrático de México pluripartidista, con alternancia y participación ciudadana.

Académico y diplomático de altos vuelos que incursionó en la administración pública y en la diplomacia. Yo tuve la fortuna de conocerlo y colaborar con él en la SEP desde diciembre de 1976, en que el presidente José López Portillo (1976-1982) lo incorporó a su gabinete como titular de la SEP. Pero luego, le di seguimiento a sus actividades políticas e intelectuales, que sólo suspendió con su fallecimiento el 9 de julio de 2023.

Como parlamentario, con una gran visión y propuesta lo ha sido también por su planteamiento de un Congreso Constituyente que debate y aprueba una nueva Constitución General de la República y no seguir el camino de las reformas parciales de la de 1917. Ha puesto en la agenda pública el imperativo de un nuevo pacto social federalista. En esa dirección lo lograron en 2013, Durango y en 2017 en Ciudad de México.

El 2 de agosto, en un evento conmemorativo de 75 aniversario de la fundación del ITD y del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos de la SEP, recordé que el 17 de diciembre de 1976 me designó como director general de Institutos Tecnológicos Regionales de la SEP. Como titular de la SEP, sustituyó a Víctor Bravo Ahuja, que me había designado director general de Educación Superior (DGES) desde el mes de abril.

Recordé su trayectoria en dos vertientes como un personaje histórico del siglo XX que en lo político siguió vigente en el siglo XXI, pero que no obstante su notable trayectoria intelectual, política, parlamentaria y partidista, que impactó la vida democrática de nuestro país, no logró ser presidente de la República. Bien se ha dicho fue uno de los personajes más brillantes que ha dado el sistema político mexicano.

En la SEP. Conocedor de la administración pública federal, todavía en consonancia con la dinámica echeverrista, inició de inmediato su trabajo tomando decisiones contundentes.

Me recibió desde los primeros días del sexenio y tomó en cuenta mi informe y mi propuesta institucional de continuidad. Le hablé del proceso de creación y desarrollo de los Tecnológicos de la SEP, de nuestra participación, poniendo el acento en los programas y acciones que se emprendieron en la Reforma Educativa. También de la movilización masiva y la huelga de 62 días de la Escuela Normal Superior que me tocó atender.

Le argumenté la pertinencia de crear una dependencia de la SEP que se encargase exclusivamente de la rectoría y administración del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos y no de dependencias que administran escuelas de diversos niveles, tipos y modalidades. Antes estuvieron incorporadas a la DGES, la Dirección General de Enseñanzas Tecnológicas Industriales y Comerciales (DGETIC) y de una oficina del IPN.

Consideró mi propuesta, designándome director general de Institutos Tecnológicos Regionales (DGITR). Fue el primer paso para la creación de esta dependencia que en 1977 contó con soporte jurídico, encuadrada en la Subsecretaría de Educación Tecnológica a cargo de César Uscanga Uscanga. Así me convertí en su colaborador activo y propositivo hasta el 9 de diciembre de 1977, en que, por sorpresiva decisión presidencial, fue substituido por Fernando Solana Morales.

Cinco decisiones y acciones de gran valía y trascendencia le reconozco. Entre estas: una, el reconocimiento al papel relevante que en las decisiones académicas jugaba, el Consejo Nacional de Directores; dos, la continuidad institucional a la Reforma Educativa en el Plan Nacional de Educación (1977-1982), que estructuró y puso en marcha con visión de futuro, al que se alineó ideas rectoras, programas, estrategias y metas que ya se venían configurando en los Tecnológicos.

Con él fortalecí mi convicción de que la planeación estratégica es trascendente en el diseño e implementación de las políticas públicas.

Porfirio Muñoz Ledo es uno de los personajes históricos de talla mayor de la post Revolución Mexicana. Es un gran referente en la lucha por la configuración del sistema político y democrático de México pluripartidista, con alternancia y participación ciudadana.

Académico y diplomático de altos vuelos que incursionó en la administración pública y en la diplomacia. Yo tuve la fortuna de conocerlo y colaborar con él en la SEP desde diciembre de 1976, en que el presidente José López Portillo (1976-1982) lo incorporó a su gabinete como titular de la SEP. Pero luego, le di seguimiento a sus actividades políticas e intelectuales, que sólo suspendió con su fallecimiento el 9 de julio de 2023.

Como parlamentario, con una gran visión y propuesta lo ha sido también por su planteamiento de un Congreso Constituyente que debate y aprueba una nueva Constitución General de la República y no seguir el camino de las reformas parciales de la de 1917. Ha puesto en la agenda pública el imperativo de un nuevo pacto social federalista. En esa dirección lo lograron en 2013, Durango y en 2017 en Ciudad de México.

El 2 de agosto, en un evento conmemorativo de 75 aniversario de la fundación del ITD y del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos de la SEP, recordé que el 17 de diciembre de 1976 me designó como director general de Institutos Tecnológicos Regionales de la SEP. Como titular de la SEP, sustituyó a Víctor Bravo Ahuja, que me había designado director general de Educación Superior (DGES) desde el mes de abril.

Recordé su trayectoria en dos vertientes como un personaje histórico del siglo XX que en lo político siguió vigente en el siglo XXI, pero que no obstante su notable trayectoria intelectual, política, parlamentaria y partidista, que impactó la vida democrática de nuestro país, no logró ser presidente de la República. Bien se ha dicho fue uno de los personajes más brillantes que ha dado el sistema político mexicano.

En la SEP. Conocedor de la administración pública federal, todavía en consonancia con la dinámica echeverrista, inició de inmediato su trabajo tomando decisiones contundentes.

Me recibió desde los primeros días del sexenio y tomó en cuenta mi informe y mi propuesta institucional de continuidad. Le hablé del proceso de creación y desarrollo de los Tecnológicos de la SEP, de nuestra participación, poniendo el acento en los programas y acciones que se emprendieron en la Reforma Educativa. También de la movilización masiva y la huelga de 62 días de la Escuela Normal Superior que me tocó atender.

Le argumenté la pertinencia de crear una dependencia de la SEP que se encargase exclusivamente de la rectoría y administración del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos y no de dependencias que administran escuelas de diversos niveles, tipos y modalidades. Antes estuvieron incorporadas a la DGES, la Dirección General de Enseñanzas Tecnológicas Industriales y Comerciales (DGETIC) y de una oficina del IPN.

Consideró mi propuesta, designándome director general de Institutos Tecnológicos Regionales (DGITR). Fue el primer paso para la creación de esta dependencia que en 1977 contó con soporte jurídico, encuadrada en la Subsecretaría de Educación Tecnológica a cargo de César Uscanga Uscanga. Así me convertí en su colaborador activo y propositivo hasta el 9 de diciembre de 1977, en que, por sorpresiva decisión presidencial, fue substituido por Fernando Solana Morales.

Cinco decisiones y acciones de gran valía y trascendencia le reconozco. Entre estas: una, el reconocimiento al papel relevante que en las decisiones académicas jugaba, el Consejo Nacional de Directores; dos, la continuidad institucional a la Reforma Educativa en el Plan Nacional de Educación (1977-1982), que estructuró y puso en marcha con visión de futuro, al que se alineó ideas rectoras, programas, estrategias y metas que ya se venían configurando en los Tecnológicos.

Con él fortalecí mi convicción de que la planeación estratégica es trascendente en el diseño e implementación de las políticas públicas.