/ jueves 16 de mayo de 2024

¿Siempre llegas tarde?

Podemos llegar a tiempo cuando nos importa, y eso quiere decir que nos importa cuando existen consecuencias por llegar tarde. Los momentos en los que más estiramos el tiempo es cuando no hay fechas u horas límite y no hay consecuencias, lo que muchas veces coincide con eventos sociales.

Muchas veces, las personas “impuntuales” simplemente asumen que es algo tan intrínseco a sus genes y sus características, que ni siquiera hacen el intento de corregir el comportamiento y es de esta manera que la narrativa que tenemos de nosotros mismos puede convertirse en una profecía que se cumple sola.

De acuerdo con la ciencia, los factores que influyen en la impuntualidad, referida tanto a llegar tarde como a terminar una tarea fuera de plazo, podrían estar relacionados con la biología, la percepción y gestión del tiempo, la experiencia o la personalidad.

No siempre se puede echar la culpa al cerebro, el organismo o el entorno: a veces una persona también llega tarde simplemente porque le da la gana, lo que además podría tener solución o posibilidad de mejora.

La ciencia que hay detrás de la gente que siempre llega tarde apunta, por un lado, al cerebro; en concreto, al hipocampo, una región que procesa algunos aspectos relacionados con el tiempo y cuyas neuronas, denominadas "células de tiempo" podrían contribuir a la percepción y memoria de los eventos.

Asimismo, la "familiaridad" también se considera como un posible motivo más de esta alteración, tanto del tiempo como del espacio, ya que cuando los seres humanos dibujan mapas o hacen juicios sobre el tiempo de viaje, sus respuestas rara vez son precisas y, a menudo, se distorsionan sistemáticamente, por lo que llegar a un sitio o terminar algo tarde podría provenir de la estimación de la persona sobre el tiempo que tardó en el pasado, que puede ser incorrecta porque la memoria y la percepción no siempre son precisas.

Si tenemos mucha experiencia realizando una tarea, es más probable que subestimemos cuánto tiempo llevará, sobre todo, si no consideramos que factores ambientales como la música pueden distorsionar el sentido del tiempo.

El tiempo puede acelerarse o desacelerarse; podemos perdernos totalmente en algo y perder completamente la noción del tiempo mientras que, por otro lado, si tenemos una hora de entrega, podemos trabajar de manera muy efectiva.

El aburrimiento por la rutina señala la importancia de que la experiencia sea agradable o no, y el ejemplo lo dieron los pasajeros que viajaban en transportes llenos de gente que sentían que su viaje había sido un 10% más largo que con menos ocupación.

A veces parece que el tiempo pasa volando o se desacelera, por lo que investigaciones indican que el número objetivo de elementos, el afecto subjetivo y la frecuencia cardíaca pueden influir en la experiencia del tiempo. Además, también entra en juego la personalidad, la falta de consciencia o la propensión a la multitarea, que pueden influir en que se olviden otras obligaciones planificadas o en la puntualidad.

No habría que descartarse la voluntad de la persona en cuestión que llega tarde o entrega a destiempo una tarea, pues podría estar vinculado a la procrastinación, ante una tarea que no apetece, o a si le afecta o no su impuntualidad.

Se puede comenzar a dejar de ser impuntual con simples cambios, como un horario diario detallado o reservar tiempo para organizar su escritorio o su habitación si están desordenados, o configurar alarmas y recordatorios en el celular o establecer plazos previos al evento, dividir una tarea en pasos o imaginarla mentalmente antes de ejecutarla, entre otros.

Podemos llegar a tiempo cuando nos importa, y eso quiere decir que nos importa cuando existen consecuencias por llegar tarde. Los momentos en los que más estiramos el tiempo es cuando no hay fechas u horas límite y no hay consecuencias, lo que muchas veces coincide con eventos sociales.

Muchas veces, las personas “impuntuales” simplemente asumen que es algo tan intrínseco a sus genes y sus características, que ni siquiera hacen el intento de corregir el comportamiento y es de esta manera que la narrativa que tenemos de nosotros mismos puede convertirse en una profecía que se cumple sola.

De acuerdo con la ciencia, los factores que influyen en la impuntualidad, referida tanto a llegar tarde como a terminar una tarea fuera de plazo, podrían estar relacionados con la biología, la percepción y gestión del tiempo, la experiencia o la personalidad.

No siempre se puede echar la culpa al cerebro, el organismo o el entorno: a veces una persona también llega tarde simplemente porque le da la gana, lo que además podría tener solución o posibilidad de mejora.

La ciencia que hay detrás de la gente que siempre llega tarde apunta, por un lado, al cerebro; en concreto, al hipocampo, una región que procesa algunos aspectos relacionados con el tiempo y cuyas neuronas, denominadas "células de tiempo" podrían contribuir a la percepción y memoria de los eventos.

Asimismo, la "familiaridad" también se considera como un posible motivo más de esta alteración, tanto del tiempo como del espacio, ya que cuando los seres humanos dibujan mapas o hacen juicios sobre el tiempo de viaje, sus respuestas rara vez son precisas y, a menudo, se distorsionan sistemáticamente, por lo que llegar a un sitio o terminar algo tarde podría provenir de la estimación de la persona sobre el tiempo que tardó en el pasado, que puede ser incorrecta porque la memoria y la percepción no siempre son precisas.

Si tenemos mucha experiencia realizando una tarea, es más probable que subestimemos cuánto tiempo llevará, sobre todo, si no consideramos que factores ambientales como la música pueden distorsionar el sentido del tiempo.

El tiempo puede acelerarse o desacelerarse; podemos perdernos totalmente en algo y perder completamente la noción del tiempo mientras que, por otro lado, si tenemos una hora de entrega, podemos trabajar de manera muy efectiva.

El aburrimiento por la rutina señala la importancia de que la experiencia sea agradable o no, y el ejemplo lo dieron los pasajeros que viajaban en transportes llenos de gente que sentían que su viaje había sido un 10% más largo que con menos ocupación.

A veces parece que el tiempo pasa volando o se desacelera, por lo que investigaciones indican que el número objetivo de elementos, el afecto subjetivo y la frecuencia cardíaca pueden influir en la experiencia del tiempo. Además, también entra en juego la personalidad, la falta de consciencia o la propensión a la multitarea, que pueden influir en que se olviden otras obligaciones planificadas o en la puntualidad.

No habría que descartarse la voluntad de la persona en cuestión que llega tarde o entrega a destiempo una tarea, pues podría estar vinculado a la procrastinación, ante una tarea que no apetece, o a si le afecta o no su impuntualidad.

Se puede comenzar a dejar de ser impuntual con simples cambios, como un horario diario detallado o reservar tiempo para organizar su escritorio o su habitación si están desordenados, o configurar alarmas y recordatorios en el celular o establecer plazos previos al evento, dividir una tarea en pasos o imaginarla mentalmente antes de ejecutarla, entre otros.