Hace tiempo una buena amistad, en una charla de café, criticaba duramente la posibilidad de ir en alianza en conjunto con el PAN. Analizaba la dificultad de hablar bien de los gobiernos panistas después de todas las críticas que les habían hecho desde la oposición como priistas.
Hace tiempo una amistad, en charla de café, criticaba duramente la posibilidad de ir en alianza en conjunto con el PAN. Analizaba la dificultad de hablar bien de los gobiernos panistas después de todas las críticas que les habían hecho desde la oposición como priistas.
Nadie concebía una alianza de este tipo, pero eran conscientes, sería la única manera de tratar de hacer algo para arrebatarle a López Obrador el control de la cámara baja. Desde que se gestó hasta que se consolidó la alianza “Va por México”, es evidente que tanto panistas como priistas no se sienten cómodos, ni militantes ni candidatos. En Durango, podemos ver el claro ejemplo de la incomodidad de Patricia Jiménez y Gina Campuzano, quienes en programas de Tv han criticado al PRI y a los priistas sin tener en consideración que ahora, son uno mismo. Para ellas, la dureza hacia su acérrimo rival es algo rutinario, la llevan en el ADN.
Quizá los priistas son los que mejor se han adaptado, pues hicieron lo que tanto añoraban y que mejor conocen: Disciplinarse. Es claro que el priismo ha cerrado filas en torno a la figura del gobernador José Rosas Aispuro Torres, retornando a la añorada obediencia ante un primer priista, como en sus buenos tiempos. Recuperó la figura paterna arrebatada en las urnas. Recuperó la idealización primitiva y la sumisión, sólo que la figura ahora es compartida en esta alianza sui generis entre Aispuro e Ismael Hernández Deras.
Mágicamente, el discurso cambió. Los señalamientos de los regidores priistas hacia el gobierno de Jorge Salum del Palacio, que eran un día sí y otro también, trocaron a felicitaciones y reconocimientos. Los reclamos constantes de la dirigencia municipal del PRI, ahora son adulaciones. De la devaluación a la idealización, algo sumamente patológico que disfrazan con argucias ideológicas de su lucha contra López Obrador y que dejan ver su incapacidad como partidos de “oposición” de generar liderazgos representativos, frescos y diferentes.
El poder por el poder, sólo por el hecho de ostentarlo. Prometiendo que harán lo que, cuando tuvieron la oportunidad, no quisieron hacer. Criticando la sobrerrepresentación de la cámara baja, misma que tuvo el PRI por sexenios, pero finalmente, y más en política, siempre es más fácil “ver la paja en el ojo ajeno”.
Sólo un ex gobernador puede alcanzar a comprender lo que un gobernador siente poco antes de su salida, antes de perder totalmente el poder: La soledad. Los panistas piensan que gobiernan, nada más falaz. El panismo siente que seguirán sus siglas inscritas en el CCB, nada más utópico. Aispuro ha pactado con el diputado federal y líder de la CNC, Ismael Hernández Deras, y no sólo estas elecciones intermedias, sino la sucesión. Al tiempo.
@raulgonzalezr