/ domingo 3 de marzo de 2024

Comer su carne

»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron, sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne». Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir. «¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?» (Juan‬ Estas categóricas declaraciones del entonces carpintero de Nazareth se dan a posteriori del extraordinario milagro de la alimentación de una multitud con solo cinco panes y dos peces.

La autoidentificación de Jesús como “El Pan de Vida” y la comparación con el “maná” de Moisés, sonaba a metáfora y ya “hacía ruido”. Pero ahora, el escándalo es total ya que hace una atenta y abierta invitación a “comer de su carne”; es decir, a un nivel de identificación donde ya no se trata solo de “imitación” sino de “participación”; no solo de seguir las enseñanzas de un “rabí” sino de recibirlo como el único y suficiente Salvador y Señor.

La reciente película nominada a los Oscar “La sociedad de la Nieve” cuenta la historia del equipo de Rugby uruguayo que en el año de 1972 quedaron atrapados en Los Andes por un avionazo y sobrevivieron después de 60 días de vivir un infierno tras haberlos creído muertos. La película se enfoca en cómo los sobrevivientes resolvieron el dilema ético de comer o no carne humana incluyendo la de sus amigos y parientes.

Así de sencillo es el dilema que Jesucristo nos plantea hoy: si no “comemos de su carne”, es decir; creemos y participamos de los beneficios de su sacrificio redentor, si no lo hacemos, moriremos espiritualmente, de hecho, ya lo estamos (Efesios 2). Nos encontramos como ese grupo de jóvenes en medio de Los Andes, olvidados, sin esperanza de vida, viviendo un infierno cotidiano, sentenciados a muerte. ¿Quieres aceptar hoy la escandalosa pero amorosa invitación a “comer su carne”?

leronardolombar@gmail.com

»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron, sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne». Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir. «¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?» (Juan‬ Estas categóricas declaraciones del entonces carpintero de Nazareth se dan a posteriori del extraordinario milagro de la alimentación de una multitud con solo cinco panes y dos peces.

La autoidentificación de Jesús como “El Pan de Vida” y la comparación con el “maná” de Moisés, sonaba a metáfora y ya “hacía ruido”. Pero ahora, el escándalo es total ya que hace una atenta y abierta invitación a “comer de su carne”; es decir, a un nivel de identificación donde ya no se trata solo de “imitación” sino de “participación”; no solo de seguir las enseñanzas de un “rabí” sino de recibirlo como el único y suficiente Salvador y Señor.

La reciente película nominada a los Oscar “La sociedad de la Nieve” cuenta la historia del equipo de Rugby uruguayo que en el año de 1972 quedaron atrapados en Los Andes por un avionazo y sobrevivieron después de 60 días de vivir un infierno tras haberlos creído muertos. La película se enfoca en cómo los sobrevivientes resolvieron el dilema ético de comer o no carne humana incluyendo la de sus amigos y parientes.

Así de sencillo es el dilema que Jesucristo nos plantea hoy: si no “comemos de su carne”, es decir; creemos y participamos de los beneficios de su sacrificio redentor, si no lo hacemos, moriremos espiritualmente, de hecho, ya lo estamos (Efesios 2). Nos encontramos como ese grupo de jóvenes en medio de Los Andes, olvidados, sin esperanza de vida, viviendo un infierno cotidiano, sentenciados a muerte. ¿Quieres aceptar hoy la escandalosa pero amorosa invitación a “comer su carne”?

leronardolombar@gmail.com

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