/ domingo 25 de febrero de 2024

"Haz match"

Esta expresión anglo llegó a ser tan popular en el negocio de San Valentín que hasta existe una plataforma digital homónima que se dedica a conectar personas que buscan pareja. Qué bueno que haya algo así que amplía el espectro a través del ciberespacio para que se conozcan personas con la intención de iniciar una relación amorosa. El problema es que en la mayoría de los casos, solo se busca algo pasajero, distorsionando así el propósito por el cual fue pensado este vínculo.

El matrimonio es la institución que tiene como fin proveer seguridad para ese vínculo entre el hombre y la mujer. La única relación en la tierra que fue diseñada por Dios para tener un nivel de “conexión” incomparable, único, exclusivo. Según el libro de Génesis fue Dios y no Cupido quien provocó esa fuerte atracción entre el hombre y la mujer que involucraría no solo el cuerpo sino también el alma y el espíritu y que tendría el potencial de continuar la raza humana, única especie a imagen y semejanza del Creador.

Es tal la singularidad de esa conexión que es la única experiencia humana que se describe con la expresión “y serán una sola carne”, algo así como “se fundirán en una sola persona”. Cuando ese nivel de conexión no se da, la frustración es muy grande, la soledad no se disipa, y lo peor, el propósito por el cual se unió la pareja, que es manifestar tangiblemente el amor de Dios en la tierra y traer hijos para Su gloria, se debilita y hasta a veces se pierde en el camino.

Buscábamos una casa de renta en el casco histórico de la ciudad para un proyecto misionero, fue así que llegué a una casona vieja que tenía el anuncio en una de sus ventanas. El entrar me di cuenta que estaba algo descuidada producto del tiempo que estuvo deshabitada. Sin embargo, escondía un atractivo singular mismo que me fue develado al finalizar la entrevista con sus dueños, cuando a punto de despedirnos la señora esbozó mirando con complicidad a su esposo: “en esta casa fuimos muy felices”. Ahí me di cuenta que lo que me pedía cuidáramos no eran las paredes sino “la conexión”, “el Haz Match” que ellos habían cultivado por más de cincuenta años.


leonardolombar@gmail.com

Esta expresión anglo llegó a ser tan popular en el negocio de San Valentín que hasta existe una plataforma digital homónima que se dedica a conectar personas que buscan pareja. Qué bueno que haya algo así que amplía el espectro a través del ciberespacio para que se conozcan personas con la intención de iniciar una relación amorosa. El problema es que en la mayoría de los casos, solo se busca algo pasajero, distorsionando así el propósito por el cual fue pensado este vínculo.

El matrimonio es la institución que tiene como fin proveer seguridad para ese vínculo entre el hombre y la mujer. La única relación en la tierra que fue diseñada por Dios para tener un nivel de “conexión” incomparable, único, exclusivo. Según el libro de Génesis fue Dios y no Cupido quien provocó esa fuerte atracción entre el hombre y la mujer que involucraría no solo el cuerpo sino también el alma y el espíritu y que tendría el potencial de continuar la raza humana, única especie a imagen y semejanza del Creador.

Es tal la singularidad de esa conexión que es la única experiencia humana que se describe con la expresión “y serán una sola carne”, algo así como “se fundirán en una sola persona”. Cuando ese nivel de conexión no se da, la frustración es muy grande, la soledad no se disipa, y lo peor, el propósito por el cual se unió la pareja, que es manifestar tangiblemente el amor de Dios en la tierra y traer hijos para Su gloria, se debilita y hasta a veces se pierde en el camino.

Buscábamos una casa de renta en el casco histórico de la ciudad para un proyecto misionero, fue así que llegué a una casona vieja que tenía el anuncio en una de sus ventanas. El entrar me di cuenta que estaba algo descuidada producto del tiempo que estuvo deshabitada. Sin embargo, escondía un atractivo singular mismo que me fue develado al finalizar la entrevista con sus dueños, cuando a punto de despedirnos la señora esbozó mirando con complicidad a su esposo: “en esta casa fuimos muy felices”. Ahí me di cuenta que lo que me pedía cuidáramos no eran las paredes sino “la conexión”, “el Haz Match” que ellos habían cultivado por más de cincuenta años.


leonardolombar@gmail.com

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