/ jueves 13 de agosto de 2020

Corrupción en México es un problema cultural: EPN

Lo que el ex presidente Enrique Peña Nieto quiso decir es “cualquier cosa que ocurra hoy en día es por la corrupción. Si hay un choque aquí en la esquina es por la corrupción”. Por primera vez en la historia de México, un presidente de la República da el primer paso para intentar, si no acabar con la corrupción, al menos bajar los índices de la misma, ya que hoy somos una vergüenza a nivel internacional.

En una ocasión le preguntaron al “divo” Juan Gabriel acerca de sus preferencias sexuales, inteligente como era contestó: “lo que se ve no se pregunta”. La misma frase le queda como anillo al dedo a quienes son íconos de la corrupción en México.

El escritor ruso Fedor Dostoyevski decía: “Detrás de una gran fortuna hay un gran criminal”. Esto tal vez sea cierto, porque la corrupción también es una conducta criminal. Muchas generaciones de mexicanos han sido testigo de cómo la clase política mexicana de un día a otro acumula fortunas porque combinan su amor a México con los negocios y el poder.

No es para servir, sino para hacerse millonarios “respetables”. La historia de la corrupción en nuestro país está llena de historias. Por ejemplo, el sexenio del primer presidente civil, Miguel Alemán Valdés, es conocido como el de los cachorros de la Revolución. Un poco antes, en el sexenio del último presidente militar, Manuel Ávila Camacho, no se cantaban mal las rancheras, sólo procure leer la historia de su hermano, Maximino Ávila Camacho, que cualquier parecido con Raúl Salinas de Gortari, hermano de Carlos, es pura casualidad.

¿Por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador dio el primer paso para llamar a cuentas a quienes han cometido actos de corrupción? En primer lugar, López Obrador es una persona como todas, con virtudes y defectos, dirán muchos que más defectos que virtudes, pero no existe quien lo pueda acusar de corrupto, y eso le da calidad política y moral para que al menos dos expresidentes de México, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, respondan por ello, si fuera el caso, en las instancias judiciales competentes.

Si quienes pensaban que acabar con la corrupción era un discurso de campaña, otra vez Juan Gabriel, ya ven que no es así. Ahora que este tema se está haciendo realidad, muchos divos de la opinión pública aseguran que es una cortina de humo con fines electorales, y que no pasará nada. Ya veremos con el tiempo si esos analistas tenían o no la razón.

No estamos lejos de que dos ex presidentes de México tengan que declarar en los temas de corrupción que sucedieron en sus respectivos sexenios. Si bien la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que el presidente de la República sólo puede ser juzgado por traición a la patria o delitos graves del fuero común, también en la Constitución está establecido que el presidente puede renunciar, si comete una falta grave presentará su renuncia ante el Senado de la República, y este órgano será el que decida.

Decimos esto por lo siguiente: Dejado el cargo de presidente de la República, los expresidentes no tienen fuero, como piensan algunos, y pueden ser sujetos de responsabilidad del tipo que sea. Otra cosa. Juzgar a un ex presidente de la República no está sujeto a alguna consulta popular, si cometieron un delito y aún no prescribe, para eso están la Constitución y las leyes que contemplan los delitos que pueda cometer una persona y ser sancionados como corresponda.