/ jueves 15 de febrero de 2024

El libro que hizo famoso a Shakespeare

Sin este libro se hubieran perdido clásicos como Macbeth, Julio César, Antonio y Cleopatra, Noche de reyes, La fierecilla domada y La tempestad, entre otros, de William Shakespeare, ya que además de garantizar la supervivencia de su obra y cimentar su valor literario, también fue crucial en establecer la figura y grandeza de este autor y de difundirlas por el mundo.

Conocido como "El Primer Folio", las copias existentes han sido cuidadosamente estudiadas por expertos, revelando detalles sobre las prácticas teatrales de la época, las técnicas de impresión y el mercado de los libros de principios del siglo XVII.

El propio libro ha creado su propia historia, acumulando las huellas, marcas y anotaciones de sus diferentes dueños a lo largo de los siglos, aumentando exponencialmente su valor con el traspaso de mano en mano entre bibliófilos, filántropos, instituciones y museos. El más reciente ejemplar fue vendido en subasta por casi 10 millones de dólares.

Este es un grueso volumen de más de 30 centímetros de alto y 20 centímetros de ancho, titulado "Las comedias, historias y tragedias de don William Shakespeare", en lo que representa la primera edición de la obra completa del dramaturgo más famoso del mundo, publicada en noviembre de 1623.

El significado principal es que contiene 36 obras de Shakespeare, 18 de las cuales nunca habían sido impresas antes y no sobrevive ningún manuscrito de estas obras, asimismo, no existen copias de archivo de los Actores del Rey, como era nombrada la compañía de Shakespeare bajo auspicio real, solo los textos que están en "El Primer Folio".

Siete años después de la muerte de Shakespeare, dos colegas de su compañía actoral, John Heminges y Henry Condell, se asignaron la tarea de reunir todos los manuscritos del autor, negociar los derechos de publicación y editar en un gran tomo las obras completas en una empresa inusual para la época, enorme, compleja, costosa y arriesgada.

Debido a que el teatro era una forma de entretenimiento popular, no había mucho interés en leer los libretos, por lo que solo el contemporáneo de Shakespeare Ben Jonson había publicado con anterioridad un volumen de obras de teatro completas, las suyas propias, que incluía sus poemas también.

El trabajo de impresión en el siglo XVII era arduo y lento, ya que había que armar las planchas tipográficas letra por letra, aunque primero estaba la tarea de recopilar los textos fidedignos de las obras, tomados de los archivos de la compañía actoral, mientras que algunas obras también circulaban individualmente en versiones alteradas en pequeños libros o cuartillas, en panfletos y en copias pirateadas.

Luego había que negociar los derechos. No existía la propiedad intelectual como tal, las obras pertenecían a la compañía teatral para montarlas en el escenario, pero su publicación estaba regida por un ente conocido como la Compañía de impresores, que tenían un sistema de registro mediante el cual sus miembros podían ingresar ciertos títulos en una gran bitácora y los derechos de muchos de estos se aseguraban así.

El tamaño y peso de El Primer Folio aseguró su permanencia, porque no es un libro que se pierda fácilmente y en los periodos históricos cuando el teatro se ha interrumpido ha sido la misma presencia física de este ejemplar de Shakespeare lo que ha permitido que su obra ingrese otra vez al repertorio.

Actualmente, sólo sobreviven cuatro copias en todo el mundo, pero su edición hizo que Shakespeare se convirtiera en un escritor de talla universal, y con ese motivo podemos leerlo y revivir a sus personajes.

El propio libro ha creado su propia historia, acumulando las huellas, marcas y anotaciones de sus diferentes dueños a lo largo de los siglos, aumentando exponencialmente su valor

Sin este libro se hubieran perdido clásicos como Macbeth, Julio César, Antonio y Cleopatra, Noche de reyes, La fierecilla domada y La tempestad, entre otros, de William Shakespeare, ya que además de garantizar la supervivencia de su obra y cimentar su valor literario, también fue crucial en establecer la figura y grandeza de este autor y de difundirlas por el mundo.

Conocido como "El Primer Folio", las copias existentes han sido cuidadosamente estudiadas por expertos, revelando detalles sobre las prácticas teatrales de la época, las técnicas de impresión y el mercado de los libros de principios del siglo XVII.

El propio libro ha creado su propia historia, acumulando las huellas, marcas y anotaciones de sus diferentes dueños a lo largo de los siglos, aumentando exponencialmente su valor con el traspaso de mano en mano entre bibliófilos, filántropos, instituciones y museos. El más reciente ejemplar fue vendido en subasta por casi 10 millones de dólares.

Este es un grueso volumen de más de 30 centímetros de alto y 20 centímetros de ancho, titulado "Las comedias, historias y tragedias de don William Shakespeare", en lo que representa la primera edición de la obra completa del dramaturgo más famoso del mundo, publicada en noviembre de 1623.

El significado principal es que contiene 36 obras de Shakespeare, 18 de las cuales nunca habían sido impresas antes y no sobrevive ningún manuscrito de estas obras, asimismo, no existen copias de archivo de los Actores del Rey, como era nombrada la compañía de Shakespeare bajo auspicio real, solo los textos que están en "El Primer Folio".

Siete años después de la muerte de Shakespeare, dos colegas de su compañía actoral, John Heminges y Henry Condell, se asignaron la tarea de reunir todos los manuscritos del autor, negociar los derechos de publicación y editar en un gran tomo las obras completas en una empresa inusual para la época, enorme, compleja, costosa y arriesgada.

Debido a que el teatro era una forma de entretenimiento popular, no había mucho interés en leer los libretos, por lo que solo el contemporáneo de Shakespeare Ben Jonson había publicado con anterioridad un volumen de obras de teatro completas, las suyas propias, que incluía sus poemas también.

El trabajo de impresión en el siglo XVII era arduo y lento, ya que había que armar las planchas tipográficas letra por letra, aunque primero estaba la tarea de recopilar los textos fidedignos de las obras, tomados de los archivos de la compañía actoral, mientras que algunas obras también circulaban individualmente en versiones alteradas en pequeños libros o cuartillas, en panfletos y en copias pirateadas.

Luego había que negociar los derechos. No existía la propiedad intelectual como tal, las obras pertenecían a la compañía teatral para montarlas en el escenario, pero su publicación estaba regida por un ente conocido como la Compañía de impresores, que tenían un sistema de registro mediante el cual sus miembros podían ingresar ciertos títulos en una gran bitácora y los derechos de muchos de estos se aseguraban así.

El tamaño y peso de El Primer Folio aseguró su permanencia, porque no es un libro que se pierda fácilmente y en los periodos históricos cuando el teatro se ha interrumpido ha sido la misma presencia física de este ejemplar de Shakespeare lo que ha permitido que su obra ingrese otra vez al repertorio.

Actualmente, sólo sobreviven cuatro copias en todo el mundo, pero su edición hizo que Shakespeare se convirtiera en un escritor de talla universal, y con ese motivo podemos leerlo y revivir a sus personajes.

El propio libro ha creado su propia historia, acumulando las huellas, marcas y anotaciones de sus diferentes dueños a lo largo de los siglos, aumentando exponencialmente su valor