/ miércoles 21 de noviembre de 2018

Fernando del Paso

Con su novela “Palinuro de México”, gana el Premio Rómulo Gallegos, y en el texto se relatan las andanzas de Palinuro, estudiante de Medicina que vive en la Plaza de Santo Domingo, en el viejo Centro Histórico de la Ciudad de México, con su prima Estefanía, con la que tiene una relación amorosa.

Fernando del Paso Morante es una de las cumbres más elevadas de la narrativa mexicana, considerado como uno de los grandes estilistas e innovadores de la prosa castellana, por su capacidad integradora de elementos como la historia, el humor o la política.

Un autor prolífico, y que falleciera hace apenas unos días, registró una cifra impresionante de oficios, como publicista, diplomático, locutor, pintor, académico, poeta o ensayista, así como de reconocimientos, como el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara, mientras su obra ha obtenido entre otros el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Xavier Villaurrutia, el Rómulo Gallegos y el Cervantes de literatura.

A su primer libro, el poemario “Sonetos de lo diario”, le siguió la aparición de su primera novela, “José Trigo”, distinguida con el Premio Xavier Villaurrutia, que abre una trilogía completada por “Palinuro de México”, galardonada en Venezuela con el Premio Rómulo Gallegos, y “Noticias del imperio”, Premio Cervantes del Ministerio Español de Cultura, aunque también cultivó el género policiaco, en el que debuta con “Linda 67: Historia de un crimen”, además de diversos cuentos y ensayos.

Con “Noticias del Imperio”, narra una etapa en la historia de México y nos contacta con la vida de la realeza: sus lujos, ceremonias e intrigas; nos pinta el retrato de una monarquía poderosa, ambiciosa, desleal, arrogante, aunque convencida de sus derechos. Son visibles las disputas de la Casa de Habsburgo o entre las monarquías europeas, y los juicios para la realeza o sus países son abiertos: “no veo cómo podemos justificar una intervención en ningún país en nombre de la justicia social, habiendo en Francia tanta corrupción y tanta desigualdad”.

A través de los monólogos de Carlota, quien cobra lucidez por primera vez en 1927 después de 60 años de reclusión y abandono en su Castillo de Bouchout, narra su vivencia como emperatriz de México, mientras que por otra parte nos da cuenta de la historia de Maximiliano I de México, su esposa y el segundo imperio mexicano, a partir de los personajes centrales Maximiliano y Benito Juárez.

En el texto da cuenta lo ocurrido después de la retirada de los españoles y explica cómo las tres principales potencias marítimas del mundo firmaron en 1861 una Convención Tripartita en Londres en la que se comprometieron al envío de tropas de ocupación a las costas de México y describe el gobierno de Maximiliano I, y su fin, además de la participación de la Iglesia Católica en las decisiones de esa época.

De esta manera, Del Paso transmite en sus novelas “el sentido de la historia”, a modo de tributo al pasado y a sus protagonistas, sobre todo a Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica, efímeros emperadores de México entre 1864 y 1867.

Con su novela “Palinuro de México”, gana el Premio Rómulo Gallegos, y en el texto se relatan las andanzas de Palinuro, estudiante de medicina que vive en la Plaza de Santo Domingo, en el viejo Centro Histórico de la Ciudad de México, con su prima Estefanía, con la que tiene una relación amorosa.

Esta novela está invadida por el espíritu revolucionario juvenil que floreció en el mundo y en México en la década de los años sesenta y un tema relevante es la matanza de Tlatelolco, del 2 de octubre de 1968, que se presenta como una herida y un trauma en la vida nacional, donde Palinuro es el arquetipo de los jóvenes de la época caracterizados por su rebeldía, que reclaman la democracia y la posibilidad de participar en la construcción del país.

No obstante con su obra literaria, Fernando Del Paso también se expresó a través de la pintura y montó exposiciones en Inglaterra y España, donde mostró una compaginación entre la literatura y las artes plásticas, donde parecería que sus cuadros contaban cosas, en una alternancia del color con el blanco y negro.

El 14 de noviembre de este año, en Guadalajara, Fernando del Paso Morante le dijo adiós a una vida que inició el 1 de abril de 1935, en la Ciudad de México, y como fue reconocido en su homenaje luctuoso, “es nuestro ejemplo más claro de quien, al construirse, nos construye; al forjarse un lenguaje hace más prestigioso y fuerte el colectivo. Desde que rompió sus primeras lanzas, el joven Fernando supo que su vocación exigía una constante metamorfosis y una disciplina sin fisuras”.

Así, la obra de Fernando del Paso estimula a los jóvenes, a las nuevas generaciones, y que el mejor homenaje que se le puede hacer es continuar leyendo el gran legado que nos dejó, nos queda la excelencia de su trabajo.

Como el mismo Juárez lo dijera, un “la historia nos juzgará” y recordar ahora a este autor, nos hace recordar al Palinuro que llevamos dentro, ser “el personaje que fui y quise ser y el que los demás creían que era y también el que nunca pude ser aunque quise serlo”.


Con su novela “Palinuro de México”, gana el Premio Rómulo Gallegos, y en el texto se relatan las andanzas de Palinuro, estudiante de Medicina que vive en la Plaza de Santo Domingo, en el viejo Centro Histórico de la Ciudad de México, con su prima Estefanía, con la que tiene una relación amorosa.

Fernando del Paso Morante es una de las cumbres más elevadas de la narrativa mexicana, considerado como uno de los grandes estilistas e innovadores de la prosa castellana, por su capacidad integradora de elementos como la historia, el humor o la política.

Un autor prolífico, y que falleciera hace apenas unos días, registró una cifra impresionante de oficios, como publicista, diplomático, locutor, pintor, académico, poeta o ensayista, así como de reconocimientos, como el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara, mientras su obra ha obtenido entre otros el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Xavier Villaurrutia, el Rómulo Gallegos y el Cervantes de literatura.

A su primer libro, el poemario “Sonetos de lo diario”, le siguió la aparición de su primera novela, “José Trigo”, distinguida con el Premio Xavier Villaurrutia, que abre una trilogía completada por “Palinuro de México”, galardonada en Venezuela con el Premio Rómulo Gallegos, y “Noticias del imperio”, Premio Cervantes del Ministerio Español de Cultura, aunque también cultivó el género policiaco, en el que debuta con “Linda 67: Historia de un crimen”, además de diversos cuentos y ensayos.

Con “Noticias del Imperio”, narra una etapa en la historia de México y nos contacta con la vida de la realeza: sus lujos, ceremonias e intrigas; nos pinta el retrato de una monarquía poderosa, ambiciosa, desleal, arrogante, aunque convencida de sus derechos. Son visibles las disputas de la Casa de Habsburgo o entre las monarquías europeas, y los juicios para la realeza o sus países son abiertos: “no veo cómo podemos justificar una intervención en ningún país en nombre de la justicia social, habiendo en Francia tanta corrupción y tanta desigualdad”.

A través de los monólogos de Carlota, quien cobra lucidez por primera vez en 1927 después de 60 años de reclusión y abandono en su Castillo de Bouchout, narra su vivencia como emperatriz de México, mientras que por otra parte nos da cuenta de la historia de Maximiliano I de México, su esposa y el segundo imperio mexicano, a partir de los personajes centrales Maximiliano y Benito Juárez.

En el texto da cuenta lo ocurrido después de la retirada de los españoles y explica cómo las tres principales potencias marítimas del mundo firmaron en 1861 una Convención Tripartita en Londres en la que se comprometieron al envío de tropas de ocupación a las costas de México y describe el gobierno de Maximiliano I, y su fin, además de la participación de la Iglesia Católica en las decisiones de esa época.

De esta manera, Del Paso transmite en sus novelas “el sentido de la historia”, a modo de tributo al pasado y a sus protagonistas, sobre todo a Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica, efímeros emperadores de México entre 1864 y 1867.

Con su novela “Palinuro de México”, gana el Premio Rómulo Gallegos, y en el texto se relatan las andanzas de Palinuro, estudiante de medicina que vive en la Plaza de Santo Domingo, en el viejo Centro Histórico de la Ciudad de México, con su prima Estefanía, con la que tiene una relación amorosa.

Esta novela está invadida por el espíritu revolucionario juvenil que floreció en el mundo y en México en la década de los años sesenta y un tema relevante es la matanza de Tlatelolco, del 2 de octubre de 1968, que se presenta como una herida y un trauma en la vida nacional, donde Palinuro es el arquetipo de los jóvenes de la época caracterizados por su rebeldía, que reclaman la democracia y la posibilidad de participar en la construcción del país.

No obstante con su obra literaria, Fernando Del Paso también se expresó a través de la pintura y montó exposiciones en Inglaterra y España, donde mostró una compaginación entre la literatura y las artes plásticas, donde parecería que sus cuadros contaban cosas, en una alternancia del color con el blanco y negro.

El 14 de noviembre de este año, en Guadalajara, Fernando del Paso Morante le dijo adiós a una vida que inició el 1 de abril de 1935, en la Ciudad de México, y como fue reconocido en su homenaje luctuoso, “es nuestro ejemplo más claro de quien, al construirse, nos construye; al forjarse un lenguaje hace más prestigioso y fuerte el colectivo. Desde que rompió sus primeras lanzas, el joven Fernando supo que su vocación exigía una constante metamorfosis y una disciplina sin fisuras”.

Así, la obra de Fernando del Paso estimula a los jóvenes, a las nuevas generaciones, y que el mejor homenaje que se le puede hacer es continuar leyendo el gran legado que nos dejó, nos queda la excelencia de su trabajo.

Como el mismo Juárez lo dijera, un “la historia nos juzgará” y recordar ahora a este autor, nos hace recordar al Palinuro que llevamos dentro, ser “el personaje que fui y quise ser y el que los demás creían que era y también el que nunca pude ser aunque quise serlo”.