/ lunes 4 de mayo de 2020

Intellego ut credam

Muchos empiezan a buscar a Dios online y Él responde


Bellas y enriquecedoras historias de Nueva Evangelización se han escrito y se siguen escribiendo en la experiencia de confinamiento, que ha afectado también a la religión en nuestro mundo hoy.

El gran confinamiento producto de la pandemia por el Covid-19, un ritmo más pausado, incertidumbre ante la muerte ya de algunos amigos, conocidos o hasta familiares. Todo eso puede llevar a “muchos alejados de Dios” a pensar en el sentido de la propia vida, y en este contexto los medios online pueden ayudar a muchos a acercarse a Dios, porque “Dios es rápido en responder”.

Dios nos ha demostrado que sigue siendo nuestroperfecto aliado. Es el Dios de la vida que sigue saliendo a nuestros caminos para acomodar nuestra vida y darle sentido a nuestra existencia. Sea cual sea el canal, Dios nos comunica hoy su amor y desde cualquier azotea nos está llamando a entender la majestad de saber que somos sus hijos de predilección.

En estas condiciones excepcionales, en este tiempo ‘en suspenso’, como una cámara lenta que se nos impone a todos, nos vemos obligados a reducir nuestros ritmos frenéticos, a cambiar nuestros hábitos, a inventar nuevas percepciones, criterios y respuestas. La cuarentena ha desgarrado la red habitual de relaciones de cada uno de nosotros.

La soledad puede ser una sorpresa incómoda. El creciente número de muertes es profundamente perturbador, particularmente para aquellos que nunca han enfrentado el misterio de su propia muerte. Al aceptarse a sí mismos y a la propia vida interior, o al buscar consuelo y tranquilidad, o al redescubrir las tradiciones en las que se criaron, muchos han sentido la necesidad de buscar a Dios. Este es un giro novedoso en una época en la que el progreso tecnocientífico puede alejar aparentemente a la gente de la religión.

Un paso importante para buscar a Dios es revisar seriamente la propia vida. Las certezas sobre las que hemos construido nuestra existencia parecen ahora tambalearse y esto permite que surjan preguntas sobre el sentido: ¿Para qué he vivido? ¿Para qué viviré? ¿Soy capaz de ir más allá de mí mismo? La fe, que inquieta a la persona moderna, puede ayudar a que las preguntas surjan lentamente, mientras que Dios es rápido para responder, Él está pronto desde tantos ángulos para aliviar nuestras penas, para seguir domesticando junto a Él nuestras mas profundas inquietudes y angustias existenciales. Surge entonces, espontánea la necesidad de Dios, un Dios que nos habla desde la compleja simpleza del teléfono móvil o desde una televisor. Un Dios, que desde la expresión de soledad no intelegible a nuestra frenetica lógica de ir y venir, todo el día y todos los días, nos llega a través de la mediación de su Iglesia que se manifiesta viva, abierta, para comunicar la palabra, que dignifica, que genera esperanza y que personaliza en medio del sin sentido que anula y postra en los propios miedos.

Los medios de comunicación, particularmente las redes sociales, donde también son camino de nueva evangelización. Estas valiosas herramientas pueden allanar el camino a estos nuevos “buscadores” y pueden facilitar el acercamiento a aquellos que se han alejado de la Iglesia. Tal vez, los que no tienen el coraje de entrar en una iglesia pueden hoy en día aprovechar las oportunidades online: Para escuchar la palabra de Dios proclamada y enseñada; para conocer mejor el contenido del credo; para unirse al Santo Padre en una hora de adoración en una dramática y vacía Plaza de San Pedro; o para ‘visitar’ la iglesia parroquial del barrio y celebrar la Eucaristía.

Por supuesto, estas ofertas también sirven a los muchos fieles que echan de menos el encuentro y que ahora participan en las celebraciones y ritos de la Iglesia Online desde casa.

Citando una homilía del papa Francisco sobre la epidemia: “Si abrazamos el presente y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, podemos discernir lo que es esencial. Se trata del tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.

Dos opciones: Esperar que pase... o servir y evangelizar desde lo que ahora tenemos, para ser factor de esperanza y unidad, a fin de que podamos transitar en la alegría de la fe. Creo que este es el camino que nos lleva a acoger estos tiempos y a cultivar activamente una relación vital con Cristo, y a salir en la búsqueda de aquellos que necesitan nuestra ayuda.

Abrazar la lógica salvadora, del Evangelio es llegar a través de la incertidumbre y captar una identidad y una misión renovadas como cristianos bautizados y discípulos misioneros. Podemos ayudar a mostrar (¡y a ser!) el bello rostro de una Iglesia al servicio de nuestros hermanos, solidaria con su sufrimiento y abierta a sus necesidades.

Muchos empiezan a buscar a Dios online y Él responde


Bellas y enriquecedoras historias de Nueva Evangelización se han escrito y se siguen escribiendo en la experiencia de confinamiento, que ha afectado también a la religión en nuestro mundo hoy.

El gran confinamiento producto de la pandemia por el Covid-19, un ritmo más pausado, incertidumbre ante la muerte ya de algunos amigos, conocidos o hasta familiares. Todo eso puede llevar a “muchos alejados de Dios” a pensar en el sentido de la propia vida, y en este contexto los medios online pueden ayudar a muchos a acercarse a Dios, porque “Dios es rápido en responder”.

Dios nos ha demostrado que sigue siendo nuestroperfecto aliado. Es el Dios de la vida que sigue saliendo a nuestros caminos para acomodar nuestra vida y darle sentido a nuestra existencia. Sea cual sea el canal, Dios nos comunica hoy su amor y desde cualquier azotea nos está llamando a entender la majestad de saber que somos sus hijos de predilección.

En estas condiciones excepcionales, en este tiempo ‘en suspenso’, como una cámara lenta que se nos impone a todos, nos vemos obligados a reducir nuestros ritmos frenéticos, a cambiar nuestros hábitos, a inventar nuevas percepciones, criterios y respuestas. La cuarentena ha desgarrado la red habitual de relaciones de cada uno de nosotros.

La soledad puede ser una sorpresa incómoda. El creciente número de muertes es profundamente perturbador, particularmente para aquellos que nunca han enfrentado el misterio de su propia muerte. Al aceptarse a sí mismos y a la propia vida interior, o al buscar consuelo y tranquilidad, o al redescubrir las tradiciones en las que se criaron, muchos han sentido la necesidad de buscar a Dios. Este es un giro novedoso en una época en la que el progreso tecnocientífico puede alejar aparentemente a la gente de la religión.

Un paso importante para buscar a Dios es revisar seriamente la propia vida. Las certezas sobre las que hemos construido nuestra existencia parecen ahora tambalearse y esto permite que surjan preguntas sobre el sentido: ¿Para qué he vivido? ¿Para qué viviré? ¿Soy capaz de ir más allá de mí mismo? La fe, que inquieta a la persona moderna, puede ayudar a que las preguntas surjan lentamente, mientras que Dios es rápido para responder, Él está pronto desde tantos ángulos para aliviar nuestras penas, para seguir domesticando junto a Él nuestras mas profundas inquietudes y angustias existenciales. Surge entonces, espontánea la necesidad de Dios, un Dios que nos habla desde la compleja simpleza del teléfono móvil o desde una televisor. Un Dios, que desde la expresión de soledad no intelegible a nuestra frenetica lógica de ir y venir, todo el día y todos los días, nos llega a través de la mediación de su Iglesia que se manifiesta viva, abierta, para comunicar la palabra, que dignifica, que genera esperanza y que personaliza en medio del sin sentido que anula y postra en los propios miedos.

Los medios de comunicación, particularmente las redes sociales, donde también son camino de nueva evangelización. Estas valiosas herramientas pueden allanar el camino a estos nuevos “buscadores” y pueden facilitar el acercamiento a aquellos que se han alejado de la Iglesia. Tal vez, los que no tienen el coraje de entrar en una iglesia pueden hoy en día aprovechar las oportunidades online: Para escuchar la palabra de Dios proclamada y enseñada; para conocer mejor el contenido del credo; para unirse al Santo Padre en una hora de adoración en una dramática y vacía Plaza de San Pedro; o para ‘visitar’ la iglesia parroquial del barrio y celebrar la Eucaristía.

Por supuesto, estas ofertas también sirven a los muchos fieles que echan de menos el encuentro y que ahora participan en las celebraciones y ritos de la Iglesia Online desde casa.

Citando una homilía del papa Francisco sobre la epidemia: “Si abrazamos el presente y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, podemos discernir lo que es esencial. Se trata del tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.

Dos opciones: Esperar que pase... o servir y evangelizar desde lo que ahora tenemos, para ser factor de esperanza y unidad, a fin de que podamos transitar en la alegría de la fe. Creo que este es el camino que nos lleva a acoger estos tiempos y a cultivar activamente una relación vital con Cristo, y a salir en la búsqueda de aquellos que necesitan nuestra ayuda.

Abrazar la lógica salvadora, del Evangelio es llegar a través de la incertidumbre y captar una identidad y una misión renovadas como cristianos bautizados y discípulos misioneros. Podemos ayudar a mostrar (¡y a ser!) el bello rostro de una Iglesia al servicio de nuestros hermanos, solidaria con su sufrimiento y abierta a sus necesidades.