/ jueves 16 de noviembre de 2023

Necesario, prevenir daños por sismos

Septiembre se ha convertido en un mes estigmático para la actividad sísmica en México debido a que, en los últimos años, la presencia de movimientos de tierra de gran magnitud han reactivado la memoria de daños ocasionados por los temblores, y como hasta ahora no hay manera de predecir un sismo, se requiere de estar preparados en caso de que este suceda.

El sismo más devastador en la historia de México ocurrió el 19 de septiembre de 1985, el cual afectó a más de 20 millones de personas, causó daños por más de

8,000 millones de dólares y dejó sin casa a cerca de 250,000 personas, según reporta el Banco Mundial.

El 30 de septiembre de 1999, un sismo de magnitud 7.4 con epicentro en Puerto Escondido, Oaxaca, dejó un estimado de entre 35 y 50 muertes, además de más de 41 mil viviendas afectadas, y daños en edificios históricos, iglesias y sitios arqueológicos como Mitla y Monte Albán.

El terremoto de mayor intensidad en casi 100 años se registró el 7 de septiembre de 2017, sólo comparable con el de junio de 1932, ocurrió en el Golfo de Tehuantepec, con epicentro a 133 kilómetros al suroeste de Pijijiapan, Chiapas, el cual provocó la muerte de 102 personas, y 12 días después, el 19 de septiembre, justo en el aniversario del temblor 1985, México padeció el segundo temblor más destructivo de su historia poco después del simulacro nacional que se realiza cada año en esta fecha, con epicentro en los estados de Puebla y Morelos, en el centro del país, dejó 370 muertos y más de 7 mil heridos, con la mayoría de las muertes en Ciudad de México, que concentró 228.

Los daños ascendieron a 8 mil millones de dólares con 184 mil viviendas afectadas, sobre todo en Ciudad de México, Puebla y Morelos, según un cálculo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

En la misma fecha de los temblores de 1985 y 2017, un sismo de magnitud 7.7 con epicentro en Coalcomán, Michoacán, azotó en 2022 al centro y occidente de México, en menos de una hora después del simulacro anual.

Por ello, se requiere practicar simulacros de terremoto, para que, con anticipación, cada miembro de su familia, o compañeros de su oficina o escuela sepan dónde colocarse en caso de sismo; por ejemplo, debajo de un escritorio o una mesa fuerte.

Es necesario estar preparados para mitigar los daños que pudieran ocasionar los movimientos telúricos, en la vivienda hay que determinar los objetos que puedan convertirse en un peligro durante un terremoto, como cuadros, espejos, lámparas o macetas colgantes, para reubicarlos de manera que no puedan caer encima de una persona al momento de ocurrir un sismo.

También, se debe conocer dónde y cómo cerrar el paso de la electricidad, el gas y agua en los interruptores y tomas principales, además de acordar un teléfono de contacto fuera de la ciudad al cual los miembros de su familia puedan llamar para hacerles saber a los demás que están bien.

Es importante de igual manera saber que, después de un terremoto, vendrán réplicas. Si el lugar donde se encontraba fue afectado por el primer temblor, evite volver a él. Estas réplicas por lo general son menos violentas que el terremoto principal, pero suficientemente fuertes para causar daños adicionales a estructuras debilitadas.

Si está en la playa, existe la posibilidad de un tsunami, por lo que cuando las autoridades locales emitan una advertencia de tsunami o el mar retroceda más de lo normal o tenga un comportamiento extraño, sepa que una serie de olas peligrosas pueden llegar a las costas, salga de la playa y camine a un lugar alto.

Así, la prevención está en nuestras manos.

Septiembre se ha convertido en un mes estigmático para la actividad sísmica en México debido a que, en los últimos años, la presencia de movimientos de tierra de gran magnitud han reactivado la memoria de daños ocasionados por los temblores, y como hasta ahora no hay manera de predecir un sismo, se requiere de estar preparados en caso de que este suceda.

El sismo más devastador en la historia de México ocurrió el 19 de septiembre de 1985, el cual afectó a más de 20 millones de personas, causó daños por más de

8,000 millones de dólares y dejó sin casa a cerca de 250,000 personas, según reporta el Banco Mundial.

El 30 de septiembre de 1999, un sismo de magnitud 7.4 con epicentro en Puerto Escondido, Oaxaca, dejó un estimado de entre 35 y 50 muertes, además de más de 41 mil viviendas afectadas, y daños en edificios históricos, iglesias y sitios arqueológicos como Mitla y Monte Albán.

El terremoto de mayor intensidad en casi 100 años se registró el 7 de septiembre de 2017, sólo comparable con el de junio de 1932, ocurrió en el Golfo de Tehuantepec, con epicentro a 133 kilómetros al suroeste de Pijijiapan, Chiapas, el cual provocó la muerte de 102 personas, y 12 días después, el 19 de septiembre, justo en el aniversario del temblor 1985, México padeció el segundo temblor más destructivo de su historia poco después del simulacro nacional que se realiza cada año en esta fecha, con epicentro en los estados de Puebla y Morelos, en el centro del país, dejó 370 muertos y más de 7 mil heridos, con la mayoría de las muertes en Ciudad de México, que concentró 228.

Los daños ascendieron a 8 mil millones de dólares con 184 mil viviendas afectadas, sobre todo en Ciudad de México, Puebla y Morelos, según un cálculo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

En la misma fecha de los temblores de 1985 y 2017, un sismo de magnitud 7.7 con epicentro en Coalcomán, Michoacán, azotó en 2022 al centro y occidente de México, en menos de una hora después del simulacro anual.

Por ello, se requiere practicar simulacros de terremoto, para que, con anticipación, cada miembro de su familia, o compañeros de su oficina o escuela sepan dónde colocarse en caso de sismo; por ejemplo, debajo de un escritorio o una mesa fuerte.

Es necesario estar preparados para mitigar los daños que pudieran ocasionar los movimientos telúricos, en la vivienda hay que determinar los objetos que puedan convertirse en un peligro durante un terremoto, como cuadros, espejos, lámparas o macetas colgantes, para reubicarlos de manera que no puedan caer encima de una persona al momento de ocurrir un sismo.

También, se debe conocer dónde y cómo cerrar el paso de la electricidad, el gas y agua en los interruptores y tomas principales, además de acordar un teléfono de contacto fuera de la ciudad al cual los miembros de su familia puedan llamar para hacerles saber a los demás que están bien.

Es importante de igual manera saber que, después de un terremoto, vendrán réplicas. Si el lugar donde se encontraba fue afectado por el primer temblor, evite volver a él. Estas réplicas por lo general son menos violentas que el terremoto principal, pero suficientemente fuertes para causar daños adicionales a estructuras debilitadas.

Si está en la playa, existe la posibilidad de un tsunami, por lo que cuando las autoridades locales emitan una advertencia de tsunami o el mar retroceda más de lo normal o tenga un comportamiento extraño, sepa que una serie de olas peligrosas pueden llegar a las costas, salga de la playa y camine a un lugar alto.

Así, la prevención está en nuestras manos.