/ jueves 6 de junio de 2019

Números y realidades de la reciente elección en nuestro Estado

Con el 100% de las actas capturadas, los electores que emitieron su voto este dos de junio suman 578,482 sufragios, el 44.55% del padrón electoral del estado que registra un total de 1’298,587 ciudadanos con credencial para votar. Un porcentaje de 45.34%, considerando casillas especiales.

En este proceso electoral fue en los municipios urbanos, Durango y Gómez Palacio, además de Lerdo, en donde se registraron los más bajos porcentajes de participación ciudadana en la elección. En Durango acudió a votar el 41.97% del listado nominal; en Lerdo el 42.8%; y en Gómez Palacio un bajísimo 29.88% del listado nominal. En el resto de los municipios, sólo en Pueblo Nuevo y Nuevo Ideal la participación quedó cerca de lograr al 50%, en todos los demás superó el 52% y en seis se superó el 70% de participación.

Ahí donde durante todo el día de la jornada electoral por redes sociales se dijo que “grupos armados estaban obligando a votar por Morena”, no ganó ese partido político ningún Ayuntamiento. Morena sólo ganó en Gómez Palacio y en Otáez. En Canelas y Topia gana la coalición PAN con PRD. En Tamazula ganó el PRI.

En los seis municipios que superaron el 70% de participación ciudadana; ganaron tres el PRI; la coalición PAN y PRD dos; y Otáez, lo ganó Morena.

En el municipio de la capital del Estado, el total de votos emitidos fue de 198, 169, de un listado nominal total de 472, 202, por lo que la participación de ciudadanos que acudieron a sufragar apenas llegó al 41.97% del total nominal. El candidato ganador, Jorge Salum del Palacio, obtuvo un monto de 72,083 votos. Estos votos con los que ganó el candidato del PAN en el municipio de Durango son el 36.4% del total de votos emitidos; poco más de la tercera parte.

Jorge Salum del Palacio gobernará el municipio de la capital del Estado, con el voto del 15.3% de los ciudadanos con derecho a elegir. Un 58.03% de los electores no acudió a votar. Entre los que decidieron no votar y los que votando no lo hicieron por el PAN, nuestro alcalde electo gobernará un municipio en donde el 84.7% de sus ciudadanos electores no votaron por él.

En Gómez Palacio sólo hubo una participación ciudadana del 29.88%. Este importante municipio de Durango tiene un listado nominal de 251, 768 ciudadanos con derecho al voto. Ganó la candidata de Morena con 26, 629 sufragios, que son el 35.4% del total de votos emitidos; un monto de 75,246. Un porcentaje semejante al registrado en el municipio de la capital del Estado. Gobernará con poco más de un tercio de los votos emitidos.

La alcaldesa que gobernará el segundo municipio más poblado del Estado, lo hará con el voto de sólo el 10.42% de los ciudadanos con derecho a elegir. El 70.12% de los electores no acudió a votar en Gómez Palacio. Entre los que decidieron no votar y los que votando no lo hicieron por la candidata de Morena, la alcaldesa electa de Gómez Palacio gobernará a pesar de que el 89.6% de los ciudadanos con derecho a elegir, no votaron por ella.

Lerdo lo ganó el PRI con 14,191 votos, de un listado nominal de 108,502 electores registrados. Ahí se gobernará con el 30.6%, menos de un tercio del voto emitido. Estará gobernando el PRI un municipio en donde el 87% de los ciudadanos con derecho a elegir no votaron por el candidato que será su gobernante.

En forma ponderada, los tres municipios con mayor cantidad de electores registrados en el Estado de Durango (el 64.1% de todos ellos) serán gobernados por candidatos que no tienen el respaldo electoral del 86.4% de sus ciudadanos con derecho a elegir.

Los 39 nuevos o repetidores gobernantes municipales no tendrán, en forma ponderada, el 83% del respaldo electoral ciudadano para gobernar. Como se observa, los números mejoran por los municipios en los que hubo menor abstencionismo; o tal vez podríamos decir, por los municipios en los que no hubo estrategias para inhibir el voto del elector.

Las cifras no indican que la elección en Durango fuera un éxito. Menos aún en sus tres municipios más poblados, o digamos, más importantes económica y políticamente. Ahí el 86.4 de los ciudadanos con derecho a elegir no respaldaron a los futuros gobernantes. Y apenas un tercio de los que sí votaron los respaldan.

Creo que para el caso del municipio de Durango, Jorge Salum del Palacio, como tal vez sea el caso de los municipios de Gómez Palacio, Lerdo y otros cuyos candidatos no conozco, es una persona muy bien calificada para hacer un buen gobierno. Pero él, como la gran mayoría, iniciará con pobre respaldo electoral.

El ciudadano de las zonas urbanas de esta entidad federativa, en paráfrasis que hago de Roberto Blum Valenzuela, “en esta ocasión ha votado con los pies, por propia voluntad se alejó de las casillas”. Tal vez en reacción a una estrategia de inhibición al voto en estas zonas; contraria a la estrategia para zonas rurales. O tal vez un electorado urbano decepcionado por la pobre capacidad de propuesta de varios de los candidatos, que contrastó con su facilidad para la diatriba y la descalificación de sus contrarios. Los debates desnudan a los candidatos, y éstos, supongo, son más vistos en zonas urbanas que en las rurales.

Sucedió en la orientación del voto en esta elección algo que asemeja la forma en que un buen empresario y amigo, Joel Rosas Torres, por el PAN, ganó una diputación federal, al constitucionalista Máximo N. Gámiz Parral (qepd); el electorado ante la persistencia de los ataques personales, decidió apoyar al candidato que mostró mayor tolerancia en esa contienda, y que no declaró nunca que estaría buscando ir luego hacia otro cargo de elección.

Eso es sin duda un fracaso del sistema electoral y de partidos, tal y como funciona en México. Pues se festeja que nuestro estado de Durango fue “el que mejor porcentaje de participación ciudadana tuvo”, de los seis que tuvieron elección el domingo dos de junio.

En Durango, como al parecer también sucede en otras entidades, los partidos, algunos de sus candidatos y sus gobernantes, han demostrado que nada les impide ejercer, en forma tácita, un poder oligárquico: “Forma de gobierno en la que el poder es ejercido por un grupo limitado de personas o una clase social dirigente”.

Con partidos creados hace años con el fin de dividir al electorado opositor al régimen; con múltiples candidatos, algunos ahora en la formalidad de independientes; con discursos, mensajes, acciones, imágenes e información agresiva o violenta; las oligarquías lograron tácitamente un reparto gubernamental que consideran un “logro democrático”.

Acá se repitió la lección de que hay suma de opuestos para castigar al que anticipa buscar lo que todos quieren: el poder estatal supremo. Como resultado, que sin ninguna duda “no es para echar las campanas al vuelo”; la oligarquía estatal gobernará sus parcelas de poder, los 39 municipios del Estado, sin el 83% del respaldo electoral ciudadano.

El Partido del presidente, Morena, aprenderá que las coyunturas eso son: una combinación de eventos y situaciones -de muy corto plazo- que participan en la resolución de un asunto; y la coyuntura electoral que ofreció Enrique Peña Nieto y su mal gobierno, ya es cosa del pasado, a pesar de sus serias implicaciones para el presente.

Entonces, hace un año, como ahora, el elector libre afirma que se vota “por el menos malo”, luego se queja de que “éste nos salió malo”.

Queda en México y en Durango una tarea pendiente y nada fácil para el Poder Legislativo; perfeccionar aún más nuestro sistema electoral, para garantizar que haya buenos candidatos, no “los menos malos”, y que surjan gobiernos legítimos, con suficiente y limpio respaldo electoral. El proceso local dejó ver grandes imperfecciones que deben ser corregidas en futuras elecciones; desde la evidente compra del voto mediante las peores formas; hasta el consuetudinario uso de las necesidades de un pueblo pobre, como moneda de cambio para comprar el apoyo y la movilización electoral.

México es uno de los pocos países de Latino América en donde no se ha establecido “la segunda vuelta electoral”, que se instaura cuando en una elección ningún candidato alcanza mayoría clara y se realiza una nueva votación para definir al ganador.

Generalmente su busca que en la segunda vuelta participen sólo los candidatos que hayan obtenido el mayor porcentaje. En la segunda vuelta el ganador logra un porcentaje cercano o superior al 50% de los votos emitidos.

Tenemos aún la inercia de los triunfos mayoritarios e indisputados de la época fuerte del PRI en México y argumentamos que una segunda vuelta encarece el proceso electoral y aumenta riesgos. Por ahora -en Durango y en otras partes del país- tendremos gobernantes electos por verdaderas minorías. Mucho tendrán que esforzarse para hacer un buen gobierno municipal y demostrar, en su caso, que votando haciendo el vacío electoral, el pueblo puede ser sabio.

Con el 100% de las actas capturadas, los electores que emitieron su voto este dos de junio suman 578,482 sufragios, el 44.55% del padrón electoral del estado que registra un total de 1’298,587 ciudadanos con credencial para votar. Un porcentaje de 45.34%, considerando casillas especiales.

En este proceso electoral fue en los municipios urbanos, Durango y Gómez Palacio, además de Lerdo, en donde se registraron los más bajos porcentajes de participación ciudadana en la elección. En Durango acudió a votar el 41.97% del listado nominal; en Lerdo el 42.8%; y en Gómez Palacio un bajísimo 29.88% del listado nominal. En el resto de los municipios, sólo en Pueblo Nuevo y Nuevo Ideal la participación quedó cerca de lograr al 50%, en todos los demás superó el 52% y en seis se superó el 70% de participación.

Ahí donde durante todo el día de la jornada electoral por redes sociales se dijo que “grupos armados estaban obligando a votar por Morena”, no ganó ese partido político ningún Ayuntamiento. Morena sólo ganó en Gómez Palacio y en Otáez. En Canelas y Topia gana la coalición PAN con PRD. En Tamazula ganó el PRI.

En los seis municipios que superaron el 70% de participación ciudadana; ganaron tres el PRI; la coalición PAN y PRD dos; y Otáez, lo ganó Morena.

En el municipio de la capital del Estado, el total de votos emitidos fue de 198, 169, de un listado nominal total de 472, 202, por lo que la participación de ciudadanos que acudieron a sufragar apenas llegó al 41.97% del total nominal. El candidato ganador, Jorge Salum del Palacio, obtuvo un monto de 72,083 votos. Estos votos con los que ganó el candidato del PAN en el municipio de Durango son el 36.4% del total de votos emitidos; poco más de la tercera parte.

Jorge Salum del Palacio gobernará el municipio de la capital del Estado, con el voto del 15.3% de los ciudadanos con derecho a elegir. Un 58.03% de los electores no acudió a votar. Entre los que decidieron no votar y los que votando no lo hicieron por el PAN, nuestro alcalde electo gobernará un municipio en donde el 84.7% de sus ciudadanos electores no votaron por él.

En Gómez Palacio sólo hubo una participación ciudadana del 29.88%. Este importante municipio de Durango tiene un listado nominal de 251, 768 ciudadanos con derecho al voto. Ganó la candidata de Morena con 26, 629 sufragios, que son el 35.4% del total de votos emitidos; un monto de 75,246. Un porcentaje semejante al registrado en el municipio de la capital del Estado. Gobernará con poco más de un tercio de los votos emitidos.

La alcaldesa que gobernará el segundo municipio más poblado del Estado, lo hará con el voto de sólo el 10.42% de los ciudadanos con derecho a elegir. El 70.12% de los electores no acudió a votar en Gómez Palacio. Entre los que decidieron no votar y los que votando no lo hicieron por la candidata de Morena, la alcaldesa electa de Gómez Palacio gobernará a pesar de que el 89.6% de los ciudadanos con derecho a elegir, no votaron por ella.

Lerdo lo ganó el PRI con 14,191 votos, de un listado nominal de 108,502 electores registrados. Ahí se gobernará con el 30.6%, menos de un tercio del voto emitido. Estará gobernando el PRI un municipio en donde el 87% de los ciudadanos con derecho a elegir no votaron por el candidato que será su gobernante.

En forma ponderada, los tres municipios con mayor cantidad de electores registrados en el Estado de Durango (el 64.1% de todos ellos) serán gobernados por candidatos que no tienen el respaldo electoral del 86.4% de sus ciudadanos con derecho a elegir.

Los 39 nuevos o repetidores gobernantes municipales no tendrán, en forma ponderada, el 83% del respaldo electoral ciudadano para gobernar. Como se observa, los números mejoran por los municipios en los que hubo menor abstencionismo; o tal vez podríamos decir, por los municipios en los que no hubo estrategias para inhibir el voto del elector.

Las cifras no indican que la elección en Durango fuera un éxito. Menos aún en sus tres municipios más poblados, o digamos, más importantes económica y políticamente. Ahí el 86.4 de los ciudadanos con derecho a elegir no respaldaron a los futuros gobernantes. Y apenas un tercio de los que sí votaron los respaldan.

Creo que para el caso del municipio de Durango, Jorge Salum del Palacio, como tal vez sea el caso de los municipios de Gómez Palacio, Lerdo y otros cuyos candidatos no conozco, es una persona muy bien calificada para hacer un buen gobierno. Pero él, como la gran mayoría, iniciará con pobre respaldo electoral.

El ciudadano de las zonas urbanas de esta entidad federativa, en paráfrasis que hago de Roberto Blum Valenzuela, “en esta ocasión ha votado con los pies, por propia voluntad se alejó de las casillas”. Tal vez en reacción a una estrategia de inhibición al voto en estas zonas; contraria a la estrategia para zonas rurales. O tal vez un electorado urbano decepcionado por la pobre capacidad de propuesta de varios de los candidatos, que contrastó con su facilidad para la diatriba y la descalificación de sus contrarios. Los debates desnudan a los candidatos, y éstos, supongo, son más vistos en zonas urbanas que en las rurales.

Sucedió en la orientación del voto en esta elección algo que asemeja la forma en que un buen empresario y amigo, Joel Rosas Torres, por el PAN, ganó una diputación federal, al constitucionalista Máximo N. Gámiz Parral (qepd); el electorado ante la persistencia de los ataques personales, decidió apoyar al candidato que mostró mayor tolerancia en esa contienda, y que no declaró nunca que estaría buscando ir luego hacia otro cargo de elección.

Eso es sin duda un fracaso del sistema electoral y de partidos, tal y como funciona en México. Pues se festeja que nuestro estado de Durango fue “el que mejor porcentaje de participación ciudadana tuvo”, de los seis que tuvieron elección el domingo dos de junio.

En Durango, como al parecer también sucede en otras entidades, los partidos, algunos de sus candidatos y sus gobernantes, han demostrado que nada les impide ejercer, en forma tácita, un poder oligárquico: “Forma de gobierno en la que el poder es ejercido por un grupo limitado de personas o una clase social dirigente”.

Con partidos creados hace años con el fin de dividir al electorado opositor al régimen; con múltiples candidatos, algunos ahora en la formalidad de independientes; con discursos, mensajes, acciones, imágenes e información agresiva o violenta; las oligarquías lograron tácitamente un reparto gubernamental que consideran un “logro democrático”.

Acá se repitió la lección de que hay suma de opuestos para castigar al que anticipa buscar lo que todos quieren: el poder estatal supremo. Como resultado, que sin ninguna duda “no es para echar las campanas al vuelo”; la oligarquía estatal gobernará sus parcelas de poder, los 39 municipios del Estado, sin el 83% del respaldo electoral ciudadano.

El Partido del presidente, Morena, aprenderá que las coyunturas eso son: una combinación de eventos y situaciones -de muy corto plazo- que participan en la resolución de un asunto; y la coyuntura electoral que ofreció Enrique Peña Nieto y su mal gobierno, ya es cosa del pasado, a pesar de sus serias implicaciones para el presente.

Entonces, hace un año, como ahora, el elector libre afirma que se vota “por el menos malo”, luego se queja de que “éste nos salió malo”.

Queda en México y en Durango una tarea pendiente y nada fácil para el Poder Legislativo; perfeccionar aún más nuestro sistema electoral, para garantizar que haya buenos candidatos, no “los menos malos”, y que surjan gobiernos legítimos, con suficiente y limpio respaldo electoral. El proceso local dejó ver grandes imperfecciones que deben ser corregidas en futuras elecciones; desde la evidente compra del voto mediante las peores formas; hasta el consuetudinario uso de las necesidades de un pueblo pobre, como moneda de cambio para comprar el apoyo y la movilización electoral.

México es uno de los pocos países de Latino América en donde no se ha establecido “la segunda vuelta electoral”, que se instaura cuando en una elección ningún candidato alcanza mayoría clara y se realiza una nueva votación para definir al ganador.

Generalmente su busca que en la segunda vuelta participen sólo los candidatos que hayan obtenido el mayor porcentaje. En la segunda vuelta el ganador logra un porcentaje cercano o superior al 50% de los votos emitidos.

Tenemos aún la inercia de los triunfos mayoritarios e indisputados de la época fuerte del PRI en México y argumentamos que una segunda vuelta encarece el proceso electoral y aumenta riesgos. Por ahora -en Durango y en otras partes del país- tendremos gobernantes electos por verdaderas minorías. Mucho tendrán que esforzarse para hacer un buen gobierno municipal y demostrar, en su caso, que votando haciendo el vacío electoral, el pueblo puede ser sabio.