/ domingo 6 de diciembre de 2020

Ante el riesgo, las mujeres gobiernan mejor

Sólo 10 de los 193 países miembros de la ONU considerados Estados soberanos con fronteras propias y gobiernos independientes, tienen a una mujer como Jefe de Estado, lo que representa un 5%. Es evidente el predominio del genero masculino entre quienes ejercen el cargo de mayor jerarquía en el gobierno de una nación, sin embargo esa predominancia numérica no es semejante a la alta eficacia con la que ellas enfrentan hoy las amenazas globales: la pandemia del coronavirus y el desplome de la economía, con sus graves implicaciones reflejadas en la caída de la productividad, la pérdida de empleos y el descenso generalizado de los ingresos familiares.

El liderazgo de estas mujeres tiene tres factores en común que a su vez desemboca en uno solo: la confianza que se han ganado de sus gobernados, gracias a que ante la emergencia sanitaria han sido capaces de generar una eficaz y oportuna toma de decisiones ejecutivas, emitiendo a los ciudadanos mensajes claros y empáticos, así como la creatividad y flexibilidad con la que han adoptado soluciones poco comunes.

Alemania, Nueva Zelanda, Taiwán, Islandia, Finlandia y Noruega están demostrando el liderazgo de las mujeres a la altura de un problema global como la pandemia del Covid-19 en tanto llega la solución con la vacuna. Las cifras no mienten: menos muertes, menos contagios y un control sanitario digno de replicarse en otros países que están manejando con nula sensibilidad y eficacia la pandemia como Brasil, India, México y Estados Unidos.

Según Bloomberg, el mejor lugar del mundo para pasar la pandemia es Nueva Zelanda. La primera ministra Jacinda Ardern llamó al confinamiento temprano antes de que se registrara una sola muerte y sus ciudadanos han aceptado las medidas, lo que sólo ha permitido pequeños brotes que son controlados de inmediato, manteniendo bajo control la extensión del virus a otros puntos del país. Las medidas tomadas se acompañan de un discurso empático que facilita la aplicación de medidas complementarias asumidas por su gobierno. El puntaje de resiliencia-Covid ubica al país con un 85.4 de calificación.

Taiwán, con un 82.9 de calificación en el manejo de la pandemia, actuó con el control temprano de sus fronteras; desde el mes de enero atajó la expansión del virus pese a su cercanía con Wuhan, epicentro del problema. La presidenta Tsai Ing-Wen acompañó su rápida respuesta con uso de la tecnología: produjo 2 millones de mascarillas al día y ubicó a personas contagiadas para proteger a toda su población.

Alemania, al frente de la canciller Angela Merkel, es otro gran ejemplo de éxito desde el inicio de la pandemia que asumió con seriedad. Una de las líderes más influyentes en el mundo pidió a su vez seriedad a sus ciudadanos y pasó directamente a la acción: involucró a todos los recursos sanitarios incluyendo las universidades de medicina de todo el país; controló las reuniones masivas y ha extendido para el invierno las medidas de prevención, además de estar en permanente reunión con los líderes regionales para ir asumiendo nuevas decisiones sobre la marcha, apegadas con el rigor científico.

Otro caso excepcional en el manejo de la pandemia al frente de otra mujer es el de Noruega. La primera ministra, Erna Solberg, involucró con información tan novedosa como efectiva a los niños, a quienes puso al tanto de los riesgos; los ha tomado en cuenta como multiplicadores de la información en sus familias para evitar la propagación. Adoptó un confinamiento temprano, además de tomar otras medidas aparentemente poco populares como la cancelación de la Euro 2020 femenina de balonmano a tan sólo unos días de celebrarse, para evitar más propagación del Covid-19. Se ubica en el ranking con un 81.3 de resiliencia.

Estas evidencias representan sólo una parte de la capacidad, entereza e inteligencia con la que estas mujeres le han hecho frente a uno de los desafíos más graves del mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

Todas estas mujeres, al frente de una de las batallas más grandes de la historia moderna, han ejercido, fuera de todo estereotipo de género, medidas sanitarias, económicas y sociales cuya determinación y eficacia dejan poco lugar a la crítica y que, por el contrario, podrían conformar el gran ejemplo para una mejor gobernanza en otros países a los que la sensibilidad de las mujeres podría ser ese factor ausente para el mejor manejo de crisis similares a la actual.

No tengo duda alguna que las mujeres tienen la sensibilidad, la capacidad de conducir una nación en condiciones poco favorables, la fortaleza para concretar cambios de fondo en el ejercicio del poder, sobre todo han demostrado templanza para tomar riesgos y asumir medidas eficaces. Habrá que adoptar como práctica común, que, para las grandes crisis, se necesitan grandes respuestas, y las mujeres vaya que las tienen.

Sólo 10 de los 193 países miembros de la ONU considerados Estados soberanos con fronteras propias y gobiernos independientes, tienen a una mujer como Jefe de Estado, lo que representa un 5%. Es evidente el predominio del genero masculino entre quienes ejercen el cargo de mayor jerarquía en el gobierno de una nación, sin embargo esa predominancia numérica no es semejante a la alta eficacia con la que ellas enfrentan hoy las amenazas globales: la pandemia del coronavirus y el desplome de la economía, con sus graves implicaciones reflejadas en la caída de la productividad, la pérdida de empleos y el descenso generalizado de los ingresos familiares.

El liderazgo de estas mujeres tiene tres factores en común que a su vez desemboca en uno solo: la confianza que se han ganado de sus gobernados, gracias a que ante la emergencia sanitaria han sido capaces de generar una eficaz y oportuna toma de decisiones ejecutivas, emitiendo a los ciudadanos mensajes claros y empáticos, así como la creatividad y flexibilidad con la que han adoptado soluciones poco comunes.

Alemania, Nueva Zelanda, Taiwán, Islandia, Finlandia y Noruega están demostrando el liderazgo de las mujeres a la altura de un problema global como la pandemia del Covid-19 en tanto llega la solución con la vacuna. Las cifras no mienten: menos muertes, menos contagios y un control sanitario digno de replicarse en otros países que están manejando con nula sensibilidad y eficacia la pandemia como Brasil, India, México y Estados Unidos.

Según Bloomberg, el mejor lugar del mundo para pasar la pandemia es Nueva Zelanda. La primera ministra Jacinda Ardern llamó al confinamiento temprano antes de que se registrara una sola muerte y sus ciudadanos han aceptado las medidas, lo que sólo ha permitido pequeños brotes que son controlados de inmediato, manteniendo bajo control la extensión del virus a otros puntos del país. Las medidas tomadas se acompañan de un discurso empático que facilita la aplicación de medidas complementarias asumidas por su gobierno. El puntaje de resiliencia-Covid ubica al país con un 85.4 de calificación.

Taiwán, con un 82.9 de calificación en el manejo de la pandemia, actuó con el control temprano de sus fronteras; desde el mes de enero atajó la expansión del virus pese a su cercanía con Wuhan, epicentro del problema. La presidenta Tsai Ing-Wen acompañó su rápida respuesta con uso de la tecnología: produjo 2 millones de mascarillas al día y ubicó a personas contagiadas para proteger a toda su población.

Alemania, al frente de la canciller Angela Merkel, es otro gran ejemplo de éxito desde el inicio de la pandemia que asumió con seriedad. Una de las líderes más influyentes en el mundo pidió a su vez seriedad a sus ciudadanos y pasó directamente a la acción: involucró a todos los recursos sanitarios incluyendo las universidades de medicina de todo el país; controló las reuniones masivas y ha extendido para el invierno las medidas de prevención, además de estar en permanente reunión con los líderes regionales para ir asumiendo nuevas decisiones sobre la marcha, apegadas con el rigor científico.

Otro caso excepcional en el manejo de la pandemia al frente de otra mujer es el de Noruega. La primera ministra, Erna Solberg, involucró con información tan novedosa como efectiva a los niños, a quienes puso al tanto de los riesgos; los ha tomado en cuenta como multiplicadores de la información en sus familias para evitar la propagación. Adoptó un confinamiento temprano, además de tomar otras medidas aparentemente poco populares como la cancelación de la Euro 2020 femenina de balonmano a tan sólo unos días de celebrarse, para evitar más propagación del Covid-19. Se ubica en el ranking con un 81.3 de resiliencia.

Estas evidencias representan sólo una parte de la capacidad, entereza e inteligencia con la que estas mujeres le han hecho frente a uno de los desafíos más graves del mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

Todas estas mujeres, al frente de una de las batallas más grandes de la historia moderna, han ejercido, fuera de todo estereotipo de género, medidas sanitarias, económicas y sociales cuya determinación y eficacia dejan poco lugar a la crítica y que, por el contrario, podrían conformar el gran ejemplo para una mejor gobernanza en otros países a los que la sensibilidad de las mujeres podría ser ese factor ausente para el mejor manejo de crisis similares a la actual.

No tengo duda alguna que las mujeres tienen la sensibilidad, la capacidad de conducir una nación en condiciones poco favorables, la fortaleza para concretar cambios de fondo en el ejercicio del poder, sobre todo han demostrado templanza para tomar riesgos y asumir medidas eficaces. Habrá que adoptar como práctica común, que, para las grandes crisis, se necesitan grandes respuestas, y las mujeres vaya que las tienen.