/ miércoles 29 de abril de 2020

Cambiar la historia con fines políticos

Los intelectuales al servicio del actual gobierno despliegan una estrategia narrativa de una nueva historia nacional al pretender borrar de la memoria colectiva que antes del 2018 ya había en México un sistema democrático.

Trabajan para construir un relato del período que va del siglo pasado a inicios del actual, acerca del desarrollo de la democracia; lo dividen en dos grandes períodos, el primero abarca desde la revolución hasta antes del proceso electoral de hace dos años, en éste no reconocen avance alguno para consolidar nuestro sistema democrático, mientras que en el segundo que inicia desde la elección del 2018 a la fecha, en el que aseguran se da el “verdadero arribo de la democracia a México”.

Desconocen, entre otros episodios relevantes, los esfuerzos transformadores de una generación que mediante la movilización social, las protestas dentro del marco constitucional -sin radicalismos, ni fórmulas externas predominantes de la época- en las universidades, los sindicatos, las colonias populares y el campo.

Desde 1968 y durante toda la década de los setentas se organizaron movimientos con la idea de un cambio profundo en la situación prevaleciente, nadie puede negar que esta movilidad política tenía un claro sentido democratizador, la sociedad moderna buscaba nuevos espacios de expresión porque los existentes estaban siendo rebasados, el manto de un solo discurso y un solo liderazgo eran insuficientes.

Este ambiente intelectual y actuante abrió paso a la inspiración democrática, esa conflictividad y activismo actuante propiciaron encontrar nuevas recetas de convivencia y competencia en la diversidad política e ideológica. Fue el preámbulo para crear una nueva realidad electoral que dio cabida a diferentes partidos y organizaciones que se incorporaron provenientes del movimiento de protesta, para entrar al espacio electoral.

Ocultar los esfuerzos democratizadores de millones de mexicanos en la academia, la opinión pública, los partidos, las organizaciones sociales, la gestión y la actividad política militante mediante una operación ideológica que busca poner en duda la existencia de la democracia hasta antes de hace dos años, eliminar hechos probados, datos históricos ampliamente estudiados que se dan en el ambiente político intelectual de la izquierda, que produjo una cadena de esfuerzos para la coexistencia de la diversidad que subyacía en las venas de la nación con un evidente sentido democrático.

Los ejes vitales de la narración que pretenden imponer, tiene dos ejes rectores vitales a manera de sermones: “Cambio de régimen” y “cuarta transformación”, con el fin de negar la historia reciente y sus importantes acontecimientos desvinculándolos de la búsqueda de la democracia. Si reconocieran éstos avances de las últimas décadas, el cambio de régimen que proponen implicaría abandonar la democracia para instaurar otro de carácter distinto.

Ciertamente nuestro incipiente sistema democrático tiene una serie de limitaciones, pero también tiene grandes avances, incluso algunos de ellos son ejemplo para otras naciones. Los últimos 30 años no se pueden borrar de un plumazo, hay progresos democráticos manifiestos, sólo se pueden ignorar a partir de una evidente mala intención.

Ahí está la creación del Instituto Nacional Electoral, autoridad electoral autonomía y confiable; la credencial de elector segura, padrones electorales transparentes, un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para resolver cualquier recursos y darle definitividad a los comicios, todo lo cual ha propiciado la realización de procesos electorales apegados a derecho, equitativos, competitivos, confiables y ciertos.

Una autoridad electoral autónoma y confiable, la consolidación del sistema de partidos y sobre todo la participación libre e informada de los ciudadanos, ha llevado a que se concrete la alternancia política en la mayoría de los municipios, los gobiernos estatales y la Presidencia de la República con tres partidos distintos del año 2000 al 2018. Aquí está otro de los episodios históricos que han fructificado en avances sustantivos para consolidar los principios democráticos.

La aspiración democrática de los círculos intelectuales y académicos alineados a la izquierda paulatinamente encontraron su cauce en la participación electoral, diferentes partidos y organizaciones institucionalizaron su lucha en la vida institucional.

La izquierda mexicana asumió un compromiso con la democracia, abandonó las actitudes radicales de la izquierda de otras naciones quienes mediante la violencia a manera de guerrilla y los intentos de derrocar a los gobiernos mediante golpes de estado, intentaron llevar a cabo la revolución socialista que habían abrevado en los textos de Marx, Engels y Lenin.

La izquierda aceptó el reto del sistema incorporándose a la lucha institucional presentando en la contienda -mediante diversos partidos políticos- a los ciudadanos la oportunidad de elegir los valores, principios y prácticas con sentido democrático de la izquierda con el fin de convertirla en gobierno, catalizando el sistema democrático.

Reconocer esta situación llevaría a los intelectuales que hoy intentan modificar la historia nacional, a aceptar que el triunfo del actual presidente se dio en condiciones democráticas producto de grandes esfuerzos de ciudadanos, organismos, partidos, instancias de gobierno y movimientos sociales de diversa ideología, con distintos proyectos de nación, producto del pluralismo que corre por el ADN de la sociedad mexicana.

Cuando se intenta imponer una sola visión de la historia y una nueva interpretación de los logros de las generaciones que nos antecedieron en el fondo se busca monopartidizar la vida política de la nación, sin medios de comunicación que difieran del poder, con poderes constituidos subordinados, sin los molestos órganos autónomos e ignorando por completo a las asociaciones de la sociedad civil.

En resumen, la nueva crónica de la historia nacional busca borrar y despreciar el verdadero relato histórico. Con sus deficiencias y fortalezas nuestra democracia se ha consolidado con pasos dolorosos, aunado a la voluntad de actores políticos de diferente filiación política.

Es un despropósito intentar que la compleja sociedad mexicana pueda ser representada por una sola visión, que la conciencia nacional se concentre en una sola voz. Si persisten en este malintencionado intento, la famosa “democracia” de la cuarta transformación será una réplica del famoso “autoritarismo” pluralista que tanto atacan.

El pluralismo que a diario palpita en nuestra sociedad, difícilmente podrá ser sometido a un esquema personal, que hoy da visos de ser pasajero e intrascendente.

Los intelectuales al servicio del actual gobierno despliegan una estrategia narrativa de una nueva historia nacional al pretender borrar de la memoria colectiva que antes del 2018 ya había en México un sistema democrático.

Trabajan para construir un relato del período que va del siglo pasado a inicios del actual, acerca del desarrollo de la democracia; lo dividen en dos grandes períodos, el primero abarca desde la revolución hasta antes del proceso electoral de hace dos años, en éste no reconocen avance alguno para consolidar nuestro sistema democrático, mientras que en el segundo que inicia desde la elección del 2018 a la fecha, en el que aseguran se da el “verdadero arribo de la democracia a México”.

Desconocen, entre otros episodios relevantes, los esfuerzos transformadores de una generación que mediante la movilización social, las protestas dentro del marco constitucional -sin radicalismos, ni fórmulas externas predominantes de la época- en las universidades, los sindicatos, las colonias populares y el campo.

Desde 1968 y durante toda la década de los setentas se organizaron movimientos con la idea de un cambio profundo en la situación prevaleciente, nadie puede negar que esta movilidad política tenía un claro sentido democratizador, la sociedad moderna buscaba nuevos espacios de expresión porque los existentes estaban siendo rebasados, el manto de un solo discurso y un solo liderazgo eran insuficientes.

Este ambiente intelectual y actuante abrió paso a la inspiración democrática, esa conflictividad y activismo actuante propiciaron encontrar nuevas recetas de convivencia y competencia en la diversidad política e ideológica. Fue el preámbulo para crear una nueva realidad electoral que dio cabida a diferentes partidos y organizaciones que se incorporaron provenientes del movimiento de protesta, para entrar al espacio electoral.

Ocultar los esfuerzos democratizadores de millones de mexicanos en la academia, la opinión pública, los partidos, las organizaciones sociales, la gestión y la actividad política militante mediante una operación ideológica que busca poner en duda la existencia de la democracia hasta antes de hace dos años, eliminar hechos probados, datos históricos ampliamente estudiados que se dan en el ambiente político intelectual de la izquierda, que produjo una cadena de esfuerzos para la coexistencia de la diversidad que subyacía en las venas de la nación con un evidente sentido democrático.

Los ejes vitales de la narración que pretenden imponer, tiene dos ejes rectores vitales a manera de sermones: “Cambio de régimen” y “cuarta transformación”, con el fin de negar la historia reciente y sus importantes acontecimientos desvinculándolos de la búsqueda de la democracia. Si reconocieran éstos avances de las últimas décadas, el cambio de régimen que proponen implicaría abandonar la democracia para instaurar otro de carácter distinto.

Ciertamente nuestro incipiente sistema democrático tiene una serie de limitaciones, pero también tiene grandes avances, incluso algunos de ellos son ejemplo para otras naciones. Los últimos 30 años no se pueden borrar de un plumazo, hay progresos democráticos manifiestos, sólo se pueden ignorar a partir de una evidente mala intención.

Ahí está la creación del Instituto Nacional Electoral, autoridad electoral autonomía y confiable; la credencial de elector segura, padrones electorales transparentes, un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para resolver cualquier recursos y darle definitividad a los comicios, todo lo cual ha propiciado la realización de procesos electorales apegados a derecho, equitativos, competitivos, confiables y ciertos.

Una autoridad electoral autónoma y confiable, la consolidación del sistema de partidos y sobre todo la participación libre e informada de los ciudadanos, ha llevado a que se concrete la alternancia política en la mayoría de los municipios, los gobiernos estatales y la Presidencia de la República con tres partidos distintos del año 2000 al 2018. Aquí está otro de los episodios históricos que han fructificado en avances sustantivos para consolidar los principios democráticos.

La aspiración democrática de los círculos intelectuales y académicos alineados a la izquierda paulatinamente encontraron su cauce en la participación electoral, diferentes partidos y organizaciones institucionalizaron su lucha en la vida institucional.

La izquierda mexicana asumió un compromiso con la democracia, abandonó las actitudes radicales de la izquierda de otras naciones quienes mediante la violencia a manera de guerrilla y los intentos de derrocar a los gobiernos mediante golpes de estado, intentaron llevar a cabo la revolución socialista que habían abrevado en los textos de Marx, Engels y Lenin.

La izquierda aceptó el reto del sistema incorporándose a la lucha institucional presentando en la contienda -mediante diversos partidos políticos- a los ciudadanos la oportunidad de elegir los valores, principios y prácticas con sentido democrático de la izquierda con el fin de convertirla en gobierno, catalizando el sistema democrático.

Reconocer esta situación llevaría a los intelectuales que hoy intentan modificar la historia nacional, a aceptar que el triunfo del actual presidente se dio en condiciones democráticas producto de grandes esfuerzos de ciudadanos, organismos, partidos, instancias de gobierno y movimientos sociales de diversa ideología, con distintos proyectos de nación, producto del pluralismo que corre por el ADN de la sociedad mexicana.

Cuando se intenta imponer una sola visión de la historia y una nueva interpretación de los logros de las generaciones que nos antecedieron en el fondo se busca monopartidizar la vida política de la nación, sin medios de comunicación que difieran del poder, con poderes constituidos subordinados, sin los molestos órganos autónomos e ignorando por completo a las asociaciones de la sociedad civil.

En resumen, la nueva crónica de la historia nacional busca borrar y despreciar el verdadero relato histórico. Con sus deficiencias y fortalezas nuestra democracia se ha consolidado con pasos dolorosos, aunado a la voluntad de actores políticos de diferente filiación política.

Es un despropósito intentar que la compleja sociedad mexicana pueda ser representada por una sola visión, que la conciencia nacional se concentre en una sola voz. Si persisten en este malintencionado intento, la famosa “democracia” de la cuarta transformación será una réplica del famoso “autoritarismo” pluralista que tanto atacan.

El pluralismo que a diario palpita en nuestra sociedad, difícilmente podrá ser sometido a un esquema personal, que hoy da visos de ser pasajero e intrascendente.