/ sábado 18 de julio de 2020

La acción individual, ruta para aminorar la pandemia

La pandemia del Covid-19 que sorprendió al mundo por su rápida propagación, así como por los daños inimaginables, podría extenderse hasta 2021, según datos recientes de la ONU. México está ubicado dentro de los primeros cinco países con más defunciones. Se estima que podría alcanzar más de 90 mil para octubre próximo, a pesar de que las autoridades de Salud aseguran que los contagios y las defunciones van en descenso.

Y es que en medio de las declaraciones optimistas del gobierno de México en las que aseguran -a pesar que los contradice la realidad- que la curva de contagio se está controlando, en contraposición las cifras de la ONU son alarmantes: 142 millones de personas están en riesgo de contraer Covid-19 en el mundo, y América Latina y el Caribe se han convertido en un foco pandémico.

Los resultados de propagación y letalidad del virus que se sigue extendiendo en estas regiones obedecen a muchos factores. Aunque la pandemia representa en sí misma una crisis de salud pública ha repercutido en la esfera política y en el ámbito de las decisiones personales que mantienen las amenazas latentes en la vida de millones de personas. Un ejemplo es la actitud frente a la pandemia que han tomado los Jefes de Estado de Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y de México, quienes han mostrado un alto grado de desdén a la letalidad del virus, siendo que hoy enfrentan una batalla sin precedentes que los ubica como los países con más muertes por Covid-19.

La postura asumida ante el avance del virus retardó decisiones y debilitó el sistema de salud con el que han enfrentado la batalla. En el caso de México el personal médico ha sido uno de los más golpeados. Suman 385 muertes y 26 mil 666 casos positivos entre médicos, enfermeras y personal de auxilio. Quienes se mantienen activos en plena actividad desde el inicio de la pandemia, ya se encuentran exhaustos ante la oleada de contagios y los pocos insumos médicos con los que cuentan para salir adelante.

Pero la vida de millones de personas depende no sólo de las decisiones políticas que fortalecen o no los sistemas de salud, activan la economía o adoptan medidas en materia de seguridad para evitar la propagación, depende también de la prevención personal, del compromiso individual y colectivo como las mejores armas para combatir el contagio a fin de salir mejor librados de la actual coyuntura.

Según el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, en México el 81% de muertes por Covid-19 tiene relación con comida chatarra, lo que genera altos índices de diabetes y que representa una de las comorbilidades de mayor prevalencia; sin embargo, hay otras como la hipertensión, obesidad, enfermedad renal crónica y tabaquismo que se desprenden de hábitos personales perniciosos que deterioran nuestro sistema inmunológico de por sí trastocado por el estrés de la vida moderna.

Por su parte el representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en México, aseguró que en el país no se espera ningún brote tipo tsunami de Covid-19, sino ciclos epidémicos con varios brotes, en los que el sistema de salud mexicano tendrá que reforzar la atención primaria que incluye la prevención; sin embargo, la prevención a estas alturas suena tardía. No borrará las huellas dolorosas de la pandemia ni las más de 38 mil muertes que van a la fecha, ni las que se sumarán en las próximas horas.

La actitud de las autoridades federales ante el problema parece evidenciar que ya “tiraron la toalla”, ahora sólo se dedican a informar de cifras, gráficas y números poco entendibles para la mayoría de la población. La pandemia nos deja a cada persona la lección de asumir la cultura de la prevención, pero también a los gobiernos lecciones impostergables: los países deben invertir más recursos presupuestales y fortalecer los sistemas de salud y su andamiaje en la investigación científica haya o no otro brote pandémico. Debe proteger al personal médico que se ha visto prácticamente sin instrumentos básicos necesarios en la batalla que sin precedentes que ahora enfrentan, produciéndose la mayor crisis de salud en la memoria reciente del mundo. Mi reconocimiento a las y los mexicanos que están en el primer frente de batalla atendiendo a los enfermos, arriesgando la salud y la vida propia y la de sus familiares, son las heroínas y los héroes de la patria en esta circunstancia.

En lo que respecta a los ciudadanos tampoco debemos olvidar una de las lecciones más importantes: la responsabilidad con nosotros mismos y con nuestros hábitos.

Como dijo Bob Dylan: un héroe es alguien que entiende la responsabilidad que viene con su libertad. Nuestro instinto de sobrevivencia y la conciencia colectiva nos convoca a realizar todo lo que esté a nuestro alcance para detener con nuestras acciones individuales la multiplicación de los efectos de este virus al que los gobiernos desdeñaron, debido a lo cual hoy existe descontrol, crisis y caos en la salud de millones de habitantes de prácticamente todos los países del mundo.

La pandemia del Covid-19 que sorprendió al mundo por su rápida propagación, así como por los daños inimaginables, podría extenderse hasta 2021, según datos recientes de la ONU. México está ubicado dentro de los primeros cinco países con más defunciones. Se estima que podría alcanzar más de 90 mil para octubre próximo, a pesar de que las autoridades de Salud aseguran que los contagios y las defunciones van en descenso.

Y es que en medio de las declaraciones optimistas del gobierno de México en las que aseguran -a pesar que los contradice la realidad- que la curva de contagio se está controlando, en contraposición las cifras de la ONU son alarmantes: 142 millones de personas están en riesgo de contraer Covid-19 en el mundo, y América Latina y el Caribe se han convertido en un foco pandémico.

Los resultados de propagación y letalidad del virus que se sigue extendiendo en estas regiones obedecen a muchos factores. Aunque la pandemia representa en sí misma una crisis de salud pública ha repercutido en la esfera política y en el ámbito de las decisiones personales que mantienen las amenazas latentes en la vida de millones de personas. Un ejemplo es la actitud frente a la pandemia que han tomado los Jefes de Estado de Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y de México, quienes han mostrado un alto grado de desdén a la letalidad del virus, siendo que hoy enfrentan una batalla sin precedentes que los ubica como los países con más muertes por Covid-19.

La postura asumida ante el avance del virus retardó decisiones y debilitó el sistema de salud con el que han enfrentado la batalla. En el caso de México el personal médico ha sido uno de los más golpeados. Suman 385 muertes y 26 mil 666 casos positivos entre médicos, enfermeras y personal de auxilio. Quienes se mantienen activos en plena actividad desde el inicio de la pandemia, ya se encuentran exhaustos ante la oleada de contagios y los pocos insumos médicos con los que cuentan para salir adelante.

Pero la vida de millones de personas depende no sólo de las decisiones políticas que fortalecen o no los sistemas de salud, activan la economía o adoptan medidas en materia de seguridad para evitar la propagación, depende también de la prevención personal, del compromiso individual y colectivo como las mejores armas para combatir el contagio a fin de salir mejor librados de la actual coyuntura.

Según el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, en México el 81% de muertes por Covid-19 tiene relación con comida chatarra, lo que genera altos índices de diabetes y que representa una de las comorbilidades de mayor prevalencia; sin embargo, hay otras como la hipertensión, obesidad, enfermedad renal crónica y tabaquismo que se desprenden de hábitos personales perniciosos que deterioran nuestro sistema inmunológico de por sí trastocado por el estrés de la vida moderna.

Por su parte el representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en México, aseguró que en el país no se espera ningún brote tipo tsunami de Covid-19, sino ciclos epidémicos con varios brotes, en los que el sistema de salud mexicano tendrá que reforzar la atención primaria que incluye la prevención; sin embargo, la prevención a estas alturas suena tardía. No borrará las huellas dolorosas de la pandemia ni las más de 38 mil muertes que van a la fecha, ni las que se sumarán en las próximas horas.

La actitud de las autoridades federales ante el problema parece evidenciar que ya “tiraron la toalla”, ahora sólo se dedican a informar de cifras, gráficas y números poco entendibles para la mayoría de la población. La pandemia nos deja a cada persona la lección de asumir la cultura de la prevención, pero también a los gobiernos lecciones impostergables: los países deben invertir más recursos presupuestales y fortalecer los sistemas de salud y su andamiaje en la investigación científica haya o no otro brote pandémico. Debe proteger al personal médico que se ha visto prácticamente sin instrumentos básicos necesarios en la batalla que sin precedentes que ahora enfrentan, produciéndose la mayor crisis de salud en la memoria reciente del mundo. Mi reconocimiento a las y los mexicanos que están en el primer frente de batalla atendiendo a los enfermos, arriesgando la salud y la vida propia y la de sus familiares, son las heroínas y los héroes de la patria en esta circunstancia.

En lo que respecta a los ciudadanos tampoco debemos olvidar una de las lecciones más importantes: la responsabilidad con nosotros mismos y con nuestros hábitos.

Como dijo Bob Dylan: un héroe es alguien que entiende la responsabilidad que viene con su libertad. Nuestro instinto de sobrevivencia y la conciencia colectiva nos convoca a realizar todo lo que esté a nuestro alcance para detener con nuestras acciones individuales la multiplicación de los efectos de este virus al que los gobiernos desdeñaron, debido a lo cual hoy existe descontrol, crisis y caos en la salud de millones de habitantes de prácticamente todos los países del mundo.