/ sábado 14 de marzo de 2020

Los estados castigados e ignorados en los temas nacionales

La economía mundial encara una situación preocupante, verdaderamente crítica. Los factores más visibles son: a) La desaceleración del crecimiento mundial que afecta a todos los países, b) La histórica caída de los precios del petróleo y c) Los efectos nocivos de la pandemia Covid-19; todo lo cual ha creado un sismo en los pronósticos económicos. No es pesimista quien prevea en las semanas por venir caída de empleos, pérdida de ingresos familiares, falta de productos, empresas en dificultades y el gobierno sin recursos para hacer frente a la emergencia.

La economía mundial ya venía presentando síntomas de desaceleración, incluso varios organismos financieros preveían una leve recesión para este año, sin embargo lo que parecía una simple predicción ahora se complica con dos eventos de alto impacto negativo: el desplome de los precios del petróleo y la expansión global del coronavirus.

Los precios del petróleo se colapsaron más del 30% de la noche a la mañana porque en la reunión de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Arabia Saudita y Rusia tuvieron un encontronazo de graves consecuencias para el mercado al no llegar a un acuerdo para recortar la producción de crudo, por lo que el gobierno árabe a cargo del Príncipe Heredero Mohammed bin Salman inundó el planeta con petróleo barato provocando una caída drástica de los precios.

El impacto de este desacuerdo se dejó sentir de inmediato en México al caer el precio del barril de la mezcla mexicana a mínimos de entre 23 y 26 dólares, mientras que el proyecto de Presupuesto de Ingresos de la Federación enviado por la SHCP al Congreso de la Unión estima un precio para todo el año por 49 dólares por barril. El impacto negativo en los ingresos es evidente, incluso fuentes de Pemex estiman que la operación de la mitad de los pozos petroleros que actualmente explotan es incosteables en este momento, a la Empresa Productiva del Estado le causa menos daño financiero parar la producción de esos pozos que mantenerlos en actividad. De ese tamaño es el problema. Los ingresos que llegan del exterior gracias a la venta de petróleo se verán afectados gravemente.

Respecto al impacto en materia de salud y financiera de la expansión de la pandemia llamada coronavirus que se incubó en China, aún no hay estimaciones objetivas, no sabemos las verdaderas consecuencias de esta agresiva enfermedad, por lo pronto tiene paralizada la economía europea al detener varios gobiernos del viejo continente la actividad de su población. Por su parte en Estados Unidos también el gobierno anunció el viernes fuertes medidas que afectan actividades altamente rentables de la economía estadounidense. Además no debemos olvidar que China es el gran manufacturero del mundo, sus productos son la materia prima para la industria de cientos de países, al haberse detenido los niveles de producción en el país asiático las empresas de muchos países lo resintieron con bajas en su productividad, afectando gran cantidad de cadenas productivas; lo anterior impactará de manera inmediata e inevitable en una baja considerable en las expectativas de crecimiento de la economía mexicana, las que ya eran de por sí insuficientes.

Al llegar estas eventualidades juntas origina un incremento en la volatilidad de los mercados, el miedo parece adueñarse de las operaciones bursátiles coadyuvando a navegar en un mar de incertidumbre. Los capitales se están moviendo con suma rapidez de un mercado a otro con el fin de asegurar colocar sus recursos en los lugares más rentables. Desafortunadamente México no es de esos mercados a los que están buscando los capitales, la caída de la Bolsa Mexicana de Valores durante la semana y la brusca caída del peso frente al dólar, son síntomas de nuestra endeblez económica.

Después de enunciar algunos factores externos es momento de analizar temas locales que también afectan el desempeño económico y las posibilidades de superar las adversidades. El año 2019 cerró con caídas el 4% en las transferencias federales a los Estados, mientras que este año comenzaron con un retroceso del 2.4% en las participaciones y 8.3% en las aportaciones. En vez de recibir 152 mil 748 millones de pesos en enero, entre participaciones y aportaciones federales, les fueron transferidos 8 mil 239 millones menos.

Considerando que la gran mayoría de los estados no tienen suficiente recaudación propia, dependen en gran medida de las participaciones y aportaciones federales para enfrentar su gasto corriente y financiar sus proyectos de infraestructura, estas disminuciones afectan su capacidad para atender las crecientes demandas sociales y las necesidades de construir obras y acciones que impulsen la dinámica económica tanto del sector público como del privado.

Los ingresos tributarios de los estados que transfieren a la federación crecieron en un 0.5%, gracias a lo cual se esperaba llagarían mas recursos a los gobiernos estatales, sin embargo la Secretaría de Hacienda asegura no tener recursos porque los ingresos petroleros cayeron en un 30%, mientras que la menor recaudación afecta al Fondo de Infraestructura Social, Fondo de Fortalecimiento para las Entidades Federativas, Fondo de Fortalecimiento a Municipios y Aportaciones Múltiples.

Para hacer notar las grandes diferencias en el enfoque para sortear los problemas, el Gobierno de Estados Unidos declaró emergencia nacional por el ataque del coronavirus, anunciando un paquete de 50 mil millones de dólares de fondos federales apara ayudar a Estados y a autoridades locales a enfrentar la pandemia, intentando frenar la propagación del virus otorgándole un lugar preponderante en la estrategia a los gobiernos más cercanos a la gente: los locales, en consonancia con un sistema federal basado en la fortaleza de los gobiernos de cada estado y condado bajo el apotegma de que “si las partes son fuertes, el todo también es fuerte y vigoroso”.

Mientras tanto aquí el Secretario de Hacienda en el marco de la 83 Convención Bancaria realizada en Acapulco se limitó a informar que el Gobierno Mexicano otorgará a través de la banca de desarrollo créditos a empresas y negocios que “tengan efectos temporales en su liquidez debido al coronavirus”, abundó que con estas medidas están listos para enfrentarla y mitigar sus efectos. Como ejemplo, citó que si un hotel que esté en un lugar afectado y que no tuvo clientes en un mes, pues lo que va a necesitar “es que lo ayudemos a través de una línea de crédito”. No dijo gran cosa sobre las afectaciones a las expectativas de crecimiento, a la productividad, ni de los perjuicios a la población. También omitió hablar de dedicar recursos extraordinarios para la prevención, información y contención de la pandemia. Tampoco se refirió al impacto de la catástrofe que implica a las finanzas públicas la considerable baja de los precios del petróleo. Ninguna palabra salió de su boca sobre respaldar con recursos extras a estados y municipios para enfrentar con verdadera eficacia los efectos negativos que se ciernen sobre nuestro entorno económico.

Parece que los funcionarios del Gobierno Federal aún no entienden el funcionamiento del sistema constitucional mexicano, quizá para ellos en su afán centralizador -para congraciarse con su jefe generándole mayor concentración de recursos y atribuciones- la palabra federalismo sea un estorbo en nuestra Constitución.

Los principios de nuestro Estado constitucional de derecho son inamovibles, producto de episodios trascendentes de la historia, son la ruta a seguir en nuestro proyecto de nación, los regímenes sexenales son pasajeros, deben entender que en nuestra norma fundamental se encuentran los canales para operar las decisiones de gobierno, de lo contrario seguirán deambulando en su discurso ideológico que divide y no resuelve de fondo la problemática nacional, desaprovechando el sólido andamiaje institucional que nos hemos dado los mexicanos después de varias epopeyas y sucesos históricos incuestionables. Actúan alejados de la realidad y de la vida institucional.

La economía mundial encara una situación preocupante, verdaderamente crítica. Los factores más visibles son: a) La desaceleración del crecimiento mundial que afecta a todos los países, b) La histórica caída de los precios del petróleo y c) Los efectos nocivos de la pandemia Covid-19; todo lo cual ha creado un sismo en los pronósticos económicos. No es pesimista quien prevea en las semanas por venir caída de empleos, pérdida de ingresos familiares, falta de productos, empresas en dificultades y el gobierno sin recursos para hacer frente a la emergencia.

La economía mundial ya venía presentando síntomas de desaceleración, incluso varios organismos financieros preveían una leve recesión para este año, sin embargo lo que parecía una simple predicción ahora se complica con dos eventos de alto impacto negativo: el desplome de los precios del petróleo y la expansión global del coronavirus.

Los precios del petróleo se colapsaron más del 30% de la noche a la mañana porque en la reunión de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Arabia Saudita y Rusia tuvieron un encontronazo de graves consecuencias para el mercado al no llegar a un acuerdo para recortar la producción de crudo, por lo que el gobierno árabe a cargo del Príncipe Heredero Mohammed bin Salman inundó el planeta con petróleo barato provocando una caída drástica de los precios.

El impacto de este desacuerdo se dejó sentir de inmediato en México al caer el precio del barril de la mezcla mexicana a mínimos de entre 23 y 26 dólares, mientras que el proyecto de Presupuesto de Ingresos de la Federación enviado por la SHCP al Congreso de la Unión estima un precio para todo el año por 49 dólares por barril. El impacto negativo en los ingresos es evidente, incluso fuentes de Pemex estiman que la operación de la mitad de los pozos petroleros que actualmente explotan es incosteables en este momento, a la Empresa Productiva del Estado le causa menos daño financiero parar la producción de esos pozos que mantenerlos en actividad. De ese tamaño es el problema. Los ingresos que llegan del exterior gracias a la venta de petróleo se verán afectados gravemente.

Respecto al impacto en materia de salud y financiera de la expansión de la pandemia llamada coronavirus que se incubó en China, aún no hay estimaciones objetivas, no sabemos las verdaderas consecuencias de esta agresiva enfermedad, por lo pronto tiene paralizada la economía europea al detener varios gobiernos del viejo continente la actividad de su población. Por su parte en Estados Unidos también el gobierno anunció el viernes fuertes medidas que afectan actividades altamente rentables de la economía estadounidense. Además no debemos olvidar que China es el gran manufacturero del mundo, sus productos son la materia prima para la industria de cientos de países, al haberse detenido los niveles de producción en el país asiático las empresas de muchos países lo resintieron con bajas en su productividad, afectando gran cantidad de cadenas productivas; lo anterior impactará de manera inmediata e inevitable en una baja considerable en las expectativas de crecimiento de la economía mexicana, las que ya eran de por sí insuficientes.

Al llegar estas eventualidades juntas origina un incremento en la volatilidad de los mercados, el miedo parece adueñarse de las operaciones bursátiles coadyuvando a navegar en un mar de incertidumbre. Los capitales se están moviendo con suma rapidez de un mercado a otro con el fin de asegurar colocar sus recursos en los lugares más rentables. Desafortunadamente México no es de esos mercados a los que están buscando los capitales, la caída de la Bolsa Mexicana de Valores durante la semana y la brusca caída del peso frente al dólar, son síntomas de nuestra endeblez económica.

Después de enunciar algunos factores externos es momento de analizar temas locales que también afectan el desempeño económico y las posibilidades de superar las adversidades. El año 2019 cerró con caídas el 4% en las transferencias federales a los Estados, mientras que este año comenzaron con un retroceso del 2.4% en las participaciones y 8.3% en las aportaciones. En vez de recibir 152 mil 748 millones de pesos en enero, entre participaciones y aportaciones federales, les fueron transferidos 8 mil 239 millones menos.

Considerando que la gran mayoría de los estados no tienen suficiente recaudación propia, dependen en gran medida de las participaciones y aportaciones federales para enfrentar su gasto corriente y financiar sus proyectos de infraestructura, estas disminuciones afectan su capacidad para atender las crecientes demandas sociales y las necesidades de construir obras y acciones que impulsen la dinámica económica tanto del sector público como del privado.

Los ingresos tributarios de los estados que transfieren a la federación crecieron en un 0.5%, gracias a lo cual se esperaba llagarían mas recursos a los gobiernos estatales, sin embargo la Secretaría de Hacienda asegura no tener recursos porque los ingresos petroleros cayeron en un 30%, mientras que la menor recaudación afecta al Fondo de Infraestructura Social, Fondo de Fortalecimiento para las Entidades Federativas, Fondo de Fortalecimiento a Municipios y Aportaciones Múltiples.

Para hacer notar las grandes diferencias en el enfoque para sortear los problemas, el Gobierno de Estados Unidos declaró emergencia nacional por el ataque del coronavirus, anunciando un paquete de 50 mil millones de dólares de fondos federales apara ayudar a Estados y a autoridades locales a enfrentar la pandemia, intentando frenar la propagación del virus otorgándole un lugar preponderante en la estrategia a los gobiernos más cercanos a la gente: los locales, en consonancia con un sistema federal basado en la fortaleza de los gobiernos de cada estado y condado bajo el apotegma de que “si las partes son fuertes, el todo también es fuerte y vigoroso”.

Mientras tanto aquí el Secretario de Hacienda en el marco de la 83 Convención Bancaria realizada en Acapulco se limitó a informar que el Gobierno Mexicano otorgará a través de la banca de desarrollo créditos a empresas y negocios que “tengan efectos temporales en su liquidez debido al coronavirus”, abundó que con estas medidas están listos para enfrentarla y mitigar sus efectos. Como ejemplo, citó que si un hotel que esté en un lugar afectado y que no tuvo clientes en un mes, pues lo que va a necesitar “es que lo ayudemos a través de una línea de crédito”. No dijo gran cosa sobre las afectaciones a las expectativas de crecimiento, a la productividad, ni de los perjuicios a la población. También omitió hablar de dedicar recursos extraordinarios para la prevención, información y contención de la pandemia. Tampoco se refirió al impacto de la catástrofe que implica a las finanzas públicas la considerable baja de los precios del petróleo. Ninguna palabra salió de su boca sobre respaldar con recursos extras a estados y municipios para enfrentar con verdadera eficacia los efectos negativos que se ciernen sobre nuestro entorno económico.

Parece que los funcionarios del Gobierno Federal aún no entienden el funcionamiento del sistema constitucional mexicano, quizá para ellos en su afán centralizador -para congraciarse con su jefe generándole mayor concentración de recursos y atribuciones- la palabra federalismo sea un estorbo en nuestra Constitución.

Los principios de nuestro Estado constitucional de derecho son inamovibles, producto de episodios trascendentes de la historia, son la ruta a seguir en nuestro proyecto de nación, los regímenes sexenales son pasajeros, deben entender que en nuestra norma fundamental se encuentran los canales para operar las decisiones de gobierno, de lo contrario seguirán deambulando en su discurso ideológico que divide y no resuelve de fondo la problemática nacional, desaprovechando el sólido andamiaje institucional que nos hemos dado los mexicanos después de varias epopeyas y sucesos históricos incuestionables. Actúan alejados de la realidad y de la vida institucional.