/ sábado 5 de marzo de 2022

Redimir la música

¿Pudiera la música “clásica” tocada en un piano eléctrico captar la atención de casi cien muchachos de preparatoria convocados para cumplir con una agenda institucional? El milagro sucedió.

Manifestaciones tan disímiles como el de la variación en tonalidad menor de la chacona de Handel primero y luego los notas iniciales disonantes del vals sentimental de Ravel. Después los pasajes virtuosísticos de la Fantasía de Chopin y por último las exuberantes cascadas de notas de Lizst fueron las responsables de hacer que, por unos momentos breves, pero gloriosos, esos chicos, minutos antes hipnotizados por los dispositivos fueran ahora “atrapados” por el poder de la música.

Al decir de Alejandro Sanz, “la música no se toca”. Pero parece que a alguien no le importó esa máxima. Desde el principio de la historia, antes incluso que el hombre estuviera sobre la tierra, fue afectada por el conflicto cósmico:

“En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura … los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación... Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” (Ezequiel 28:13-15 RVR1960

Capaz, como decía Orfeo, de “calmar las fieras”, o de ser una herramienta de supervivencia en un campo de concentración nazi, la música tiene un poder sin igual, tal como lo ilustra con sarcasmo el cuarteto de cuerdas mientras se hunde el famoso barco.

Es por eso que necesita ser “redimida”, quitada del poder del sistema que responde al otrora “querubín” y cuya manifestación comercial contemporánea se reduce a monótonos ostinatos rítmico armónicos que sólo contribuyen a hipnotizar a la masa, para que no piense, eso en el mejor de los casos que no se entienda la letra, que raya en lo pronográfico sin tomar en cuenta atenta contra el mal gusto.

Al finalizar la presentación de nuestros talentosos pianistas de la Escuela Superior desafié a los muchachos de la prepa a considerar la posibilidad de incursionar en esta bella disciplina, que exalta el espíritu humano, que nos recuerda que somos más que un cúmulo de células vivas y que además de desarrollar vacunas necesitamos imperiosamente redimir la música.

leonardolombar@gmail.com

¿Pudiera la música “clásica” tocada en un piano eléctrico captar la atención de casi cien muchachos de preparatoria convocados para cumplir con una agenda institucional? El milagro sucedió.

Manifestaciones tan disímiles como el de la variación en tonalidad menor de la chacona de Handel primero y luego los notas iniciales disonantes del vals sentimental de Ravel. Después los pasajes virtuosísticos de la Fantasía de Chopin y por último las exuberantes cascadas de notas de Lizst fueron las responsables de hacer que, por unos momentos breves, pero gloriosos, esos chicos, minutos antes hipnotizados por los dispositivos fueran ahora “atrapados” por el poder de la música.

Al decir de Alejandro Sanz, “la música no se toca”. Pero parece que a alguien no le importó esa máxima. Desde el principio de la historia, antes incluso que el hombre estuviera sobre la tierra, fue afectada por el conflicto cósmico:

“En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura … los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación... Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” (Ezequiel 28:13-15 RVR1960

Capaz, como decía Orfeo, de “calmar las fieras”, o de ser una herramienta de supervivencia en un campo de concentración nazi, la música tiene un poder sin igual, tal como lo ilustra con sarcasmo el cuarteto de cuerdas mientras se hunde el famoso barco.

Es por eso que necesita ser “redimida”, quitada del poder del sistema que responde al otrora “querubín” y cuya manifestación comercial contemporánea se reduce a monótonos ostinatos rítmico armónicos que sólo contribuyen a hipnotizar a la masa, para que no piense, eso en el mejor de los casos que no se entienda la letra, que raya en lo pronográfico sin tomar en cuenta atenta contra el mal gusto.

Al finalizar la presentación de nuestros talentosos pianistas de la Escuela Superior desafié a los muchachos de la prepa a considerar la posibilidad de incursionar en esta bella disciplina, que exalta el espíritu humano, que nos recuerda que somos más que un cúmulo de células vivas y que además de desarrollar vacunas necesitamos imperiosamente redimir la música.

leonardolombar@gmail.com

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