/ lunes 4 de diciembre de 2023

Tres Durangos

Hay en el viento una forma esencial de música, escucharlo en la copa de los árboles, en el cristal de las ventanas, en algún momento de una tarde de diciembre, nos puede hacer imaginar lo infinito que es el pasado para nuestros días, la vida ha sumado muchos ecos durante su larga travesía de siglos y milenios. En una ciudad, sentir el viento del lugar nos devuelve la sensación de que existen otras voces, como latidos del tiempo, que no saben de fronteras y todo lo comparten a través de su sonido. La naturaleza también está hecha de aire. Por esto tambiénla música y el viento son muy buenas amigas.

En una ciudad como Durango, en el norte mexicano, la música es un modo ejemplar de compartir el aire, une a las personas y nos hace conscientes del valor de compartir buenos momentos.En la Plazuela Baca Ortiz, todos los días los músicos duranguenses comparten las horas entre notas musicales, los chirrines norteños son maestros de la ensoñación y el deleite, suya es la virtud de donar al aire las melodías y compases que dan identidad al vivir. A cualquier hora, en los autobuses y en las colonias de la perla del Guadiana, la música tradicional mexicana y sus multitud de ritmos se repiten hacia ese otro infinito que es el futuro y que podemos imaginar a través del viento que vendrá y la música que se prolonga hacia lo porvenir.

La capital duranguense atesora una historia de músicos ilustres, personalidades como el compositor y pianista Ricardo Castro, que apenas pudo vivir un lustro del siglo veinte pero cuyos vals, mazurkas y óperas representan un referente nacional. Se cuenta que su concierto para piano y orquesta fue el primero escrito en América Latina. Y si hay que contar del ingenio artístico de un duranguense mexicano y universal, enseguida del silencio surge el nombre de Silvestre Revueltas, sus fotografías con violín y todo su repertorio constituyen una imagen del talento y del destino. Nació un 31 de diciembre, de 1899, y el siglo veinte de algún modo comenzó con su música. Sensemayá es una de sus obras más aplaudidas, inspirada en un poema de Nicolás Guillén, también Cuauhnáhuac y Janitzio, incluso dedicó una pieza de homenaje a Federico García Lorca para pequeña orquesta, así como numerosas composiciones que se han eternizado en películas.

En la mexicana Durango, la música es un destino, la Universidad Juárez cuenta con su escuela de música y en el Instituto de Bellas Artes se puede disfrutar de un programa de conciertos mensuales que devuelven a la ciudad los ecos, voces y notas de las grandes figuras de la música de todos los tiempos. En estos primeros días de diciembre, el dúo compuesto por el compositor y directorduranguense Miguel Ángel Burciaga y la flautista argentina Malena Gustín, ofrecieron una vuelta al mundo en sesenta minutos, con piezas que evocaban la bohemia francesa de Francis Poulenc o el mar en primavera del japonés Michio Miyagi, sin faltar el “Retablo” de Silvestre Revueltas y hasta la historia del tango en el legado de Astor Piazzolla.

En EukalHerria, en el duranguesado vasco, también el viento procede de milenios y la música imanta el sueño de vivir. Entre las calles Goienkalea y Kalebarria del Casco Viejo vizcaíno, una calle lleva el nombre de Bartolomé de Ercilla, el compositor duranguense que siendo muy joven fue capaz de componer gran número de zortzicos y rapsodias vascas, siendo muy popular su villancico vasco Belengoportalian.De hecho un día de Navidad de 1892 fue la fecha de estreno de una de sus obras y en tiempos actuales el Orfeón Durangués ha revivido sus composiciones.

El viento y la música van siempre de la mano y son muy buenas amigas. En Colorado, en la Durango estadounidense, el CommunityConcert Hall de Fort Lewis College y The Animas City Theatrebrindanuna programación ecléctica de conciertos para los duranguenses. Cada año celebran un festival de Ragtime &Early Jazz, además de la música clásica que suena cada verano entre las montañas del Purgatory Resort.

Son los mismos vientos, en distintas ventanas, que resoplan y se reproducen, la música habla un mismo idioma en los cuatro puntos cardinales. Las ciudades como Durango, en distintos países, se hablan entre sí a través del viento, del sonido y de los silencios.

Hay en el viento una forma esencial de música, escucharlo en la copa de los árboles, en el cristal de las ventanas, en algún momento de una tarde de diciembre, nos puede hacer imaginar lo infinito que es el pasado para nuestros días, la vida ha sumado muchos ecos durante su larga travesía de siglos y milenios. En una ciudad, sentir el viento del lugar nos devuelve la sensación de que existen otras voces, como latidos del tiempo, que no saben de fronteras y todo lo comparten a través de su sonido. La naturaleza también está hecha de aire. Por esto tambiénla música y el viento son muy buenas amigas.

En una ciudad como Durango, en el norte mexicano, la música es un modo ejemplar de compartir el aire, une a las personas y nos hace conscientes del valor de compartir buenos momentos.En la Plazuela Baca Ortiz, todos los días los músicos duranguenses comparten las horas entre notas musicales, los chirrines norteños son maestros de la ensoñación y el deleite, suya es la virtud de donar al aire las melodías y compases que dan identidad al vivir. A cualquier hora, en los autobuses y en las colonias de la perla del Guadiana, la música tradicional mexicana y sus multitud de ritmos se repiten hacia ese otro infinito que es el futuro y que podemos imaginar a través del viento que vendrá y la música que se prolonga hacia lo porvenir.

La capital duranguense atesora una historia de músicos ilustres, personalidades como el compositor y pianista Ricardo Castro, que apenas pudo vivir un lustro del siglo veinte pero cuyos vals, mazurkas y óperas representan un referente nacional. Se cuenta que su concierto para piano y orquesta fue el primero escrito en América Latina. Y si hay que contar del ingenio artístico de un duranguense mexicano y universal, enseguida del silencio surge el nombre de Silvestre Revueltas, sus fotografías con violín y todo su repertorio constituyen una imagen del talento y del destino. Nació un 31 de diciembre, de 1899, y el siglo veinte de algún modo comenzó con su música. Sensemayá es una de sus obras más aplaudidas, inspirada en un poema de Nicolás Guillén, también Cuauhnáhuac y Janitzio, incluso dedicó una pieza de homenaje a Federico García Lorca para pequeña orquesta, así como numerosas composiciones que se han eternizado en películas.

En la mexicana Durango, la música es un destino, la Universidad Juárez cuenta con su escuela de música y en el Instituto de Bellas Artes se puede disfrutar de un programa de conciertos mensuales que devuelven a la ciudad los ecos, voces y notas de las grandes figuras de la música de todos los tiempos. En estos primeros días de diciembre, el dúo compuesto por el compositor y directorduranguense Miguel Ángel Burciaga y la flautista argentina Malena Gustín, ofrecieron una vuelta al mundo en sesenta minutos, con piezas que evocaban la bohemia francesa de Francis Poulenc o el mar en primavera del japonés Michio Miyagi, sin faltar el “Retablo” de Silvestre Revueltas y hasta la historia del tango en el legado de Astor Piazzolla.

En EukalHerria, en el duranguesado vasco, también el viento procede de milenios y la música imanta el sueño de vivir. Entre las calles Goienkalea y Kalebarria del Casco Viejo vizcaíno, una calle lleva el nombre de Bartolomé de Ercilla, el compositor duranguense que siendo muy joven fue capaz de componer gran número de zortzicos y rapsodias vascas, siendo muy popular su villancico vasco Belengoportalian.De hecho un día de Navidad de 1892 fue la fecha de estreno de una de sus obras y en tiempos actuales el Orfeón Durangués ha revivido sus composiciones.

El viento y la música van siempre de la mano y son muy buenas amigas. En Colorado, en la Durango estadounidense, el CommunityConcert Hall de Fort Lewis College y The Animas City Theatrebrindanuna programación ecléctica de conciertos para los duranguenses. Cada año celebran un festival de Ragtime &Early Jazz, además de la música clásica que suena cada verano entre las montañas del Purgatory Resort.

Son los mismos vientos, en distintas ventanas, que resoplan y se reproducen, la música habla un mismo idioma en los cuatro puntos cardinales. Las ciudades como Durango, en distintos países, se hablan entre sí a través del viento, del sonido y de los silencios.

ÚLTIMASCOLUMNAS
lunes 26 de febrero de 2024

Una casa soñada

Samir Delgado

lunes 19 de febrero de 2024

Una casa soñada

Samir Delgado

domingo 21 de enero de 2024

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 08 de enero de 2024

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 18 de diciembre de 2023

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 11 de diciembre de 2023

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 04 de diciembre de 2023

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 27 de noviembre de 2023

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 13 de noviembre de 2023

Tres Durangos

Samir Delgado

lunes 06 de noviembre de 2023

Tres Durangos

Samir Delgado

Cargar Más