/ martes 27 de agosto de 2019

Crecimiento contra desarrollo económico

Ante el hecho confirmado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del no crecimiento de la economía mexicana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha hecho una declaración que vale la pena analizar. AMLO dijo: “Nos importa el crecimiento, pero más nos importa el desarrollo”.

La afirmación del presidente bien podría interpretarse como una especie de regla que confirma el axioma: “El crecimiento económico de un país no necesariamente implica un desarrollo económico de la población”. Me explico:

Contrariamente a lo que pudiera creerse, el crecimiento económico (PIB) no forzosamente conlleva a un mejor bienestar para la población; dicho en otros términos, el incremento en el PIB no implica, per se, un mejor nivel de vida para las personas. La medición del PIB per cápita no es una regla de medición imperativa. Veamos:

En 2018, el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) dio a conocer los resultados del estudio realizado por OXFAM México (ONG que trabaja en 94 países para poner fin a la pobreza y acabar con la desigualdad), en el que se señala una paradoja notable: mientras el país es la decimocuarta economía del mundo, hay 53.4 millones de personas viviendo en pobreza, de los cuales 9.4 millones se ubican en pobreza extrema, según reporta INEGI.

Ahora bien, si hacemos un análisis del crecimiento del PIB en los últimos tres sexenios, para luego compararlo con los índices de pobreza que reporta INEGI en los últimos 10 años, nos encontraremos con una marcada incongruencia: no existe relación positiva entre el crecimiento económico con el índice de bienestar de la población, medido este último en niveles de pobreza.

Tenemos, entonces, que durante el gobierno de Vicente Fox Quezada (2000-2006) el crecimiento fue del orden del 2.3%, mientras que con Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) fue de 2.2%, para cerrar con el 2.4% observado en la administración pasada (2012-2018), la de Enrique Peña Nieto (porcentaje promedio en los tres sexenios).

Por su parte, el INEGI reporta que de 2008 a 2016 los niveles de pobreza se han incrementado exponencialmente. En efecto, el número de personas en pobreza en dicho periodo, pasó de 49.5 a 53.4 millones; el promedio de los cinco años arroja un elevado porcentaje de habitantes en condición de pobreza, nada menos que el 45.16%, en extremo elevado si consideramos que el crecimiento promedio del PIB de los últimos 3 sexenios se ubicó en un 2.3%.

Bajo tal tamiz, lo dicho por el presidente encuentra un sentido razonable, la metodología que se basa en la medición del crecimiento de la economía sin considerar el desarrollo de los habitantes es incompleta, no considera las taras que existen en la distribución de la riqueza. México es uno de los países con mayores niveles de desigualdad social de entre los países miembros de la OCDE.

El problema, si bien radica en el nulo crecimiento económico, también está en la ineficiencia de la distribución de la riqueza y en el nimio poder adquisitivo de las personas. A guisa de ejemplo dos datos: 1. En México, el 1% de la población posee el 43% de toda la riqueza; y 2. La fortuna de los 16 mexicanos más ricos equivale a 142, 900 millones de dólares. Ahora traigamos a colación los 53.3 millones de pobres y los 9.4 millones en pobreza extrema. Un contrasentido, sin duda alguna.

AMLO señala que la gente tiene mayor capacidad de compra, lo que se ajusta a la información que dio INEGI, en el sentido de que la actividad terciaria tuvo un avance (ya lo habíamos apuntado en nuestra reflexión del pasado día 06 de agosto), pero lo preocupante es que las actividades primarias y secundarias no crecen, al contrario, se contraen.

Es importante considerar que al margen de lo que el presidente diga la economía está estancada, a este ritmo no tendrá dinero para regalar e impulsar el consumo, aunado al hecho de que dos de sus programas sociales estelares, “Jóvenes Construyendo el Futuro” y las becas “Benito Juárez” se le están desmoronando por causa de la corrupción que impera entre los llamados “servidores de la nación” y los empresarios participantes. Machetazo a caballo de espadas.

Efectivamente, resulta que los jóvenes que han tramitado la beca Benito Juárez no la reciben, no obstante que pasan todos los filtros y que aparece en el sistema como pagada; por lo que al programa Jóvenes Construyendo el Futuro, se han detectado empresarios que piden “moches” a los becarios, empresas fantasmas, empresarios que inscriben en el programa a sus propio empleados, entre otras linduras más, señaló Zoé Robledo, director del IMSS.

Las señales de alerta están encendidas desde hace mucho tiempo, pero el presidente no las quiere ver. Es menester hacer ajustes a la política económica, Estados Unidos parece que entrará en recisión y eso a nosotros nos hace mucho daño. Una economía estancada y con Estados Unidos en recesión puede generar escenarios similares a las crisis que vivimos en los 80’s, aquellas que los jóvenes sólo conocen por la bibliografía y que los no tan jóvenes ya olvidamos.

Ante el hecho confirmado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del no crecimiento de la economía mexicana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha hecho una declaración que vale la pena analizar. AMLO dijo: “Nos importa el crecimiento, pero más nos importa el desarrollo”.

La afirmación del presidente bien podría interpretarse como una especie de regla que confirma el axioma: “El crecimiento económico de un país no necesariamente implica un desarrollo económico de la población”. Me explico:

Contrariamente a lo que pudiera creerse, el crecimiento económico (PIB) no forzosamente conlleva a un mejor bienestar para la población; dicho en otros términos, el incremento en el PIB no implica, per se, un mejor nivel de vida para las personas. La medición del PIB per cápita no es una regla de medición imperativa. Veamos:

En 2018, el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) dio a conocer los resultados del estudio realizado por OXFAM México (ONG que trabaja en 94 países para poner fin a la pobreza y acabar con la desigualdad), en el que se señala una paradoja notable: mientras el país es la decimocuarta economía del mundo, hay 53.4 millones de personas viviendo en pobreza, de los cuales 9.4 millones se ubican en pobreza extrema, según reporta INEGI.

Ahora bien, si hacemos un análisis del crecimiento del PIB en los últimos tres sexenios, para luego compararlo con los índices de pobreza que reporta INEGI en los últimos 10 años, nos encontraremos con una marcada incongruencia: no existe relación positiva entre el crecimiento económico con el índice de bienestar de la población, medido este último en niveles de pobreza.

Tenemos, entonces, que durante el gobierno de Vicente Fox Quezada (2000-2006) el crecimiento fue del orden del 2.3%, mientras que con Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) fue de 2.2%, para cerrar con el 2.4% observado en la administración pasada (2012-2018), la de Enrique Peña Nieto (porcentaje promedio en los tres sexenios).

Por su parte, el INEGI reporta que de 2008 a 2016 los niveles de pobreza se han incrementado exponencialmente. En efecto, el número de personas en pobreza en dicho periodo, pasó de 49.5 a 53.4 millones; el promedio de los cinco años arroja un elevado porcentaje de habitantes en condición de pobreza, nada menos que el 45.16%, en extremo elevado si consideramos que el crecimiento promedio del PIB de los últimos 3 sexenios se ubicó en un 2.3%.

Bajo tal tamiz, lo dicho por el presidente encuentra un sentido razonable, la metodología que se basa en la medición del crecimiento de la economía sin considerar el desarrollo de los habitantes es incompleta, no considera las taras que existen en la distribución de la riqueza. México es uno de los países con mayores niveles de desigualdad social de entre los países miembros de la OCDE.

El problema, si bien radica en el nulo crecimiento económico, también está en la ineficiencia de la distribución de la riqueza y en el nimio poder adquisitivo de las personas. A guisa de ejemplo dos datos: 1. En México, el 1% de la población posee el 43% de toda la riqueza; y 2. La fortuna de los 16 mexicanos más ricos equivale a 142, 900 millones de dólares. Ahora traigamos a colación los 53.3 millones de pobres y los 9.4 millones en pobreza extrema. Un contrasentido, sin duda alguna.

AMLO señala que la gente tiene mayor capacidad de compra, lo que se ajusta a la información que dio INEGI, en el sentido de que la actividad terciaria tuvo un avance (ya lo habíamos apuntado en nuestra reflexión del pasado día 06 de agosto), pero lo preocupante es que las actividades primarias y secundarias no crecen, al contrario, se contraen.

Es importante considerar que al margen de lo que el presidente diga la economía está estancada, a este ritmo no tendrá dinero para regalar e impulsar el consumo, aunado al hecho de que dos de sus programas sociales estelares, “Jóvenes Construyendo el Futuro” y las becas “Benito Juárez” se le están desmoronando por causa de la corrupción que impera entre los llamados “servidores de la nación” y los empresarios participantes. Machetazo a caballo de espadas.

Efectivamente, resulta que los jóvenes que han tramitado la beca Benito Juárez no la reciben, no obstante que pasan todos los filtros y que aparece en el sistema como pagada; por lo que al programa Jóvenes Construyendo el Futuro, se han detectado empresarios que piden “moches” a los becarios, empresas fantasmas, empresarios que inscriben en el programa a sus propio empleados, entre otras linduras más, señaló Zoé Robledo, director del IMSS.

Las señales de alerta están encendidas desde hace mucho tiempo, pero el presidente no las quiere ver. Es menester hacer ajustes a la política económica, Estados Unidos parece que entrará en recisión y eso a nosotros nos hace mucho daño. Una economía estancada y con Estados Unidos en recesión puede generar escenarios similares a las crisis que vivimos en los 80’s, aquellas que los jóvenes sólo conocen por la bibliografía y que los no tan jóvenes ya olvidamos.