/ martes 22 de junio de 2021

¿Dónde quedaron los movimientos sociales?

En una antología publicada en 1990 por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Humanidades, de la Universidad Nacional Autónoma de México, bajo la coordinación de Sergio Zermeño y Aurelio Cuevas, consistente en nueve ensayos de diferentes autores.

Tuvieron lugar en las últimas décadas y están marcados por el redimensionamiento de las relaciones entre la sociedad civil y un Estado fuerte, fruto de la modernización política generada desde fines de los años sesenta y quizá producto también del estancamiento desarrollista y la crisis de futuro de la década de los ochenta”, según se narra en la contraportada del libro.

Antes de abordar el análisis de los temas relativos, en la presentación de la obra se preguntan: “¿No surgió acaso la democracia en la propuesta de los jóvenes argentinos que animaron la reforma universitaria en la ciudad de Córdova en el año de 1917? ¿El cardenismo no fue también expresión de una emergencia popular ante un régimen pos revolucionario pronto a olvidar las demandas que habían costado un millón de muertes entre 1910 y 1920?

También la unidad popular chilena fue una de esas grandes emergencias desde abajo, acompañada por el jolgorio de unos sectores medios que luego atestiguarían, incrédulos, el catastrófico desenlace. Y qué decir de Bolivia en 1954, de Cuba en 1959 y de Nicaragua en 1980. ¿No fueron acaso emergencias volcánicas desde las entrañas de lo popular y de lo nacional en contra de la explotación, de la opresión, de la antidemocracia y del imperialismo?”.

Paul Lawrence Haber, quién aborda en la compilación a que aludimos los sucesos en Durango, en su trabajo: “El comité de defensa popular Francisco Villa, de Durango. Introducción histórica, señala en una parte de su análisis: “Los factores fundamentales en los inicios del CDP fueron el aplastamiento del movimiento estudiantil de 1968 y el fracaso en los objetivos políticos de los “Movimientos del Cerro del Mercado” en Durango, en 1966 y en1970.

Con el violento final del movimiento estudiantil en la ciudad de México, un número de estudiantes revolucionarios activistas, que decidió que la revolución armada no era una alternativa viable, optó por la creación de movimientos populares. Casi todos los movimientos populares urbanos existentes en México se remontan a esta decisión. Uno de los grupos más importantes de la época, Política Popular, tomó muy enserio no ignorar el desarrollo de una organización eficaz en la provincia.

Fue seleccionado como un punto maduro para una organización radical. Los estudiantes participaron primero en un intento duradero, aunque sin éxito, de movimiento multiclasista: el Frente Popular de Lucha, para efectuar cambios en la manera como se extraía el hierro en las minas del cerro del mercado y se exportada del estado. Querían desarrollar una industria acerera en Durango, con el fin de que una mayor parte de la riqueza y los empleos generados por el hierro se quedaran en el estado. Un intento semejante ya había fracasado en 1966 con otro movimiento multiclasista llamado Frente Cívico Durangueño”.

Añade nuestro autor que el 25 de agosto de 1979, seiscientas personas, representando a veintidós colonias y a algunas pequeñas organizaciones independientes como el Frente Popular de Lucha y el Frente Popular Independiente de fincas urbanas, se reunieron en el auditorio de la Universidad Juárez y formaron el comité de Defensa Popular Francisco Villa.

Al establecerse la nueva organización, se hicieron esfuerzos formales para evitar las divisiones entre los líderes y la falta de participación que habían caracterizado al movimiento en años previos… Entre 1980 y 1986, el CDP fundó diez nuevas colonias por medio de la invasión de tierras privada, ejidales y públicas. A través de este periodo el CDP se fue haciendo cada vez más hábil en sus negociaciones con las autoridades federales y estatales.

Hasta aquí dejamos los comentarios de los autores para nosotros hacernos una o quizá varias preguntas: ¿Fracasaron, evolucionaron o siguen vigentes los esfuerzos de quienes participaron en tales movimientos? En el trabajo citado se abordan exclusivamente los movimientos sociales y por ende dejan fuera los grupos guerrilleros de los setenta. Sin embargo en una reflexión holística y evocando a Hegel, podemos afirmar que se registró en México producto de los fenómenos enumerados, su ecuación dialéctica: Tesis, antítesis y síntesis.

La tesis sería el estado de cosas habido en nuestra patria desde el porfiriato; con él una dictadura y con quienes le sucedieron, regímenes antidemocráticos y herméticos a toda evolución e innovación en el sistema político mexicano. La antítesis son precisamente los movimientos de que estamos hablando; y la síntesis aunque tardía en sus efectos, pero no en su aparición, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, que recogió las brasas dejadas por aquellas pequeñas hogueras y las unió en un movimiento nacional que cumplió sus objetivos sin derramamiento de sangre y sin el divisionismo característico de las anteriores etapas en la historia de México, es decir la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.

Pero en Durango, ¿dónde quedaron aquellos hombres de avanzada de que habla el Lawrence?

En una antología publicada en 1990 por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Humanidades, de la Universidad Nacional Autónoma de México, bajo la coordinación de Sergio Zermeño y Aurelio Cuevas, consistente en nueve ensayos de diferentes autores.

Tuvieron lugar en las últimas décadas y están marcados por el redimensionamiento de las relaciones entre la sociedad civil y un Estado fuerte, fruto de la modernización política generada desde fines de los años sesenta y quizá producto también del estancamiento desarrollista y la crisis de futuro de la década de los ochenta”, según se narra en la contraportada del libro.

Antes de abordar el análisis de los temas relativos, en la presentación de la obra se preguntan: “¿No surgió acaso la democracia en la propuesta de los jóvenes argentinos que animaron la reforma universitaria en la ciudad de Córdova en el año de 1917? ¿El cardenismo no fue también expresión de una emergencia popular ante un régimen pos revolucionario pronto a olvidar las demandas que habían costado un millón de muertes entre 1910 y 1920?

También la unidad popular chilena fue una de esas grandes emergencias desde abajo, acompañada por el jolgorio de unos sectores medios que luego atestiguarían, incrédulos, el catastrófico desenlace. Y qué decir de Bolivia en 1954, de Cuba en 1959 y de Nicaragua en 1980. ¿No fueron acaso emergencias volcánicas desde las entrañas de lo popular y de lo nacional en contra de la explotación, de la opresión, de la antidemocracia y del imperialismo?”.

Paul Lawrence Haber, quién aborda en la compilación a que aludimos los sucesos en Durango, en su trabajo: “El comité de defensa popular Francisco Villa, de Durango. Introducción histórica, señala en una parte de su análisis: “Los factores fundamentales en los inicios del CDP fueron el aplastamiento del movimiento estudiantil de 1968 y el fracaso en los objetivos políticos de los “Movimientos del Cerro del Mercado” en Durango, en 1966 y en1970.

Con el violento final del movimiento estudiantil en la ciudad de México, un número de estudiantes revolucionarios activistas, que decidió que la revolución armada no era una alternativa viable, optó por la creación de movimientos populares. Casi todos los movimientos populares urbanos existentes en México se remontan a esta decisión. Uno de los grupos más importantes de la época, Política Popular, tomó muy enserio no ignorar el desarrollo de una organización eficaz en la provincia.

Fue seleccionado como un punto maduro para una organización radical. Los estudiantes participaron primero en un intento duradero, aunque sin éxito, de movimiento multiclasista: el Frente Popular de Lucha, para efectuar cambios en la manera como se extraía el hierro en las minas del cerro del mercado y se exportada del estado. Querían desarrollar una industria acerera en Durango, con el fin de que una mayor parte de la riqueza y los empleos generados por el hierro se quedaran en el estado. Un intento semejante ya había fracasado en 1966 con otro movimiento multiclasista llamado Frente Cívico Durangueño”.

Añade nuestro autor que el 25 de agosto de 1979, seiscientas personas, representando a veintidós colonias y a algunas pequeñas organizaciones independientes como el Frente Popular de Lucha y el Frente Popular Independiente de fincas urbanas, se reunieron en el auditorio de la Universidad Juárez y formaron el comité de Defensa Popular Francisco Villa.

Al establecerse la nueva organización, se hicieron esfuerzos formales para evitar las divisiones entre los líderes y la falta de participación que habían caracterizado al movimiento en años previos… Entre 1980 y 1986, el CDP fundó diez nuevas colonias por medio de la invasión de tierras privada, ejidales y públicas. A través de este periodo el CDP se fue haciendo cada vez más hábil en sus negociaciones con las autoridades federales y estatales.

Hasta aquí dejamos los comentarios de los autores para nosotros hacernos una o quizá varias preguntas: ¿Fracasaron, evolucionaron o siguen vigentes los esfuerzos de quienes participaron en tales movimientos? En el trabajo citado se abordan exclusivamente los movimientos sociales y por ende dejan fuera los grupos guerrilleros de los setenta. Sin embargo en una reflexión holística y evocando a Hegel, podemos afirmar que se registró en México producto de los fenómenos enumerados, su ecuación dialéctica: Tesis, antítesis y síntesis.

La tesis sería el estado de cosas habido en nuestra patria desde el porfiriato; con él una dictadura y con quienes le sucedieron, regímenes antidemocráticos y herméticos a toda evolución e innovación en el sistema político mexicano. La antítesis son precisamente los movimientos de que estamos hablando; y la síntesis aunque tardía en sus efectos, pero no en su aparición, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, que recogió las brasas dejadas por aquellas pequeñas hogueras y las unió en un movimiento nacional que cumplió sus objetivos sin derramamiento de sangre y sin el divisionismo característico de las anteriores etapas en la historia de México, es decir la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.

Pero en Durango, ¿dónde quedaron aquellos hombres de avanzada de que habla el Lawrence?