/ domingo 6 de septiembre de 2020

El filósofo de Güémez

El sentido del humor

Cada nuevo amanecer lo primero que este Filósofo hace, es una oración y con una sonrisa en los labios da gracias al Señor por el milagro de la vida, después de bañarme y tomar una taza de café de olla, leo el periódico, inmediatamente me dirijo al patio trasero y me digo a mi mismo ¡ya hingué! y me pongo a echarle ganas a la vida.

El Filósofo de Güémez ha tenido la humilde visión de dedicar su trabajo diario, sus fortalezas… su vida entera, a reivindicar el poder energético y terapéutico del sentido del humor del que los mexicanos gozamos a raudales, porque ahí radica la fuerza de mi compromiso contigo, la de entregarte una visión amorosamente positiva de la vida.

Cada día este viejo campesino se deleita compartiendo el humor, será porque pedagógicamente me enseña a hacer en cada momento lo que corresponde, dándome los suficientes motivos para regocijarme en su vitalidad, además de ayudarme a expresar lo complejo de la vida en el lenguaje y en las palabras más coloquiales, simples y sencillas.

El humor crea en quien lo lee o lo escribe, lo escucha o lo dice, una alegría que inunda su corazón y un estado de felicidad que delicadamente te acerca al Señor, trayendo consigo una paz espiritual, un período interno de sosiego que enriquece: Mente, cuerpo y espíritu y te hace vibrar con el milagro de la vida.

Mientras el apego, la insatisfacción, la inmovilidad y la rutina son condiciones implícitas del deterioro prematuro de tu mente y cuerpo, el buen sentido del humor es un pregonero del milagro de la vida, que siempre será la mejor noticia, además, no sólo te hace hoy más sabio que ayer, sino que también te ayuda a acomodar las piezas que el universo te provee.