/ lunes 21 de octubre de 2019

El no tan supremo poder judicial de la Federación

Con la extinción del sistema de partido hegemónico, el Poder Judicial de la Federación (PJF) comenzó a investirse de un aura de independencia funcional, de libertad en sus resoluciones, de verdadero garante del principio de legalidad, y lo más importante, en un factor de autentico contrapeso del Poder Ejecutivo.

La confianza ciudadana no es mucha pero existe, no obstante los señalamientos de nepotismo, corrupción y tráfico de influencias que los envuelven, muchos de ellos confirmadas por el ministro en retiro, Genaro Góngora Pimentel, quien en un alarde de desbordada soberbia publicó: “Memorias. Los Supremos de la Corte”, libro en el que relata una serie de acontecimientos que desnudan los entresijos por los que ha atravesado la corte, embrollos ajenos al ministro Góngora desde luego, quien siempre se condujo en estricto apego a los principios deontológicos que rigen el quehacer de un integrante del máximo tribunal del país. Debo resaltar el dejo de sarcasmo que envuelve la afirmación.

Sin embargo, con el arribo al poder del gobierno autodenominado de la Cuarta Transformación (4T), esa aura comienza a desteñirse; el presidente López Obrador, en su afán por hacerse del poder absoluto, ha contribuido enormemente a ello, sin reparar en el hecho de que en la medida en que él gana terreno, el PJF lo pierde, pero no sólo frente a él, también en los niveles de confiabilidad ciudadana, elemento de suma importancia para lograr la aceptación de las resoluciones que emiten para dirimir los entuertos a la ley.

La táctica que utiliza el gobierno de la 4T para someter al PJF parece sacada del libro “La Columna de Hierro”, en él, Taylor Caldwell narra como el jurisconsulto Escévola utiliza los pecados de la clase política romana, los que tiene anotados en una libretita, para hacerlos entrar en razón. En la versión mexicana tenemos al padre Pérez, quien en la película “La Ley de Herodes”, recurre a su libretita de secretos para deshacerse del molesto Doctor, eterno aspirante a la presidencia municipal de San Pedro de los Aguados.

Del mismo modo, AMLO ha logrado que algunos miembros del PJF piensen mejor las cosas y reconsideren su posición contraria a los deseos del presidente, vamos, que dejen de remar a contracorriente y que se alineen al proyecto de la 4T.

Así ocurrió luego de la disputa por los salarios de los señores ministros de la Corte. En efecto, AMLO, al decretar que nadie podía ganar más que el presidente, generó la controversia, toda vez que el salario mensual que durante 2019 recibirá en su calidad de primer mandatario del país es de 108,656 pesos, y el que devengan los ministros es de 201,911 pesos, más otras prestaciones; luego de una serie de escarceos, los reacios miembros de la Corte aceptaron sorpresivamente plagarse en algo al proyecto de austeridad del presidente, y se redujeron el salario en un 25%.

Bajo la táctica, AMLO logró que Eduardo Medina Mora renunciara a su cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un hecho nunca visto en la historia de este país, plagado de las más extrañas curiosidades y anécdotas. Ante la presión que se ejerció sobre él y sus hermanos, y luego de congelarle sus cuentas bancarias, el siempre incomodo Medina Mora hizo un ejercicio introspectivo y arribó a la conclusión de que no era tan buen trabajo el que tenía, así que decidió renunciar.

También los señores magistrados del décimo tribunal colegiado en materia administrativa pensaron mejor las cosas, y luego de un sobresaliente razonamiento decidieron revocar la última suspensión que impedía seguir con el proyecto del aeropuerto en Santa Lucia. La luz que los guió a este nuevo criterio llegó luego de que el Consejo de la Judicatura Federal suspendiera al magistrado Jorge Arturo Camero por presuntas irregularidades en su situación financiera.

Curiosamente el magistrado Camero era el voto disidente, esto es, el que impedía se levantara la suspensión, pero ahora, sus otros dos compañeros magistrados y un secretario en funciones de magistrado, han hecho posible con su razonada y libre resolución, que uno de los proyectos estelares del gobierno de la 4T se lleve a cabo.

Así las cosas, cuando un ciudadano cualquiera ve estos desconcertantes cambios de criterios del PJF puede, sin ningún problema, o pensar que no son tan supremos como se piensa, o que la libretita que tiene AMLO guarda muchos secretos turbios de sus integrantes, cualquiera de las dos es igual de grave para un Estado que se precia de ser constitucional de derecho.

Con la extinción del sistema de partido hegemónico, el Poder Judicial de la Federación (PJF) comenzó a investirse de un aura de independencia funcional, de libertad en sus resoluciones, de verdadero garante del principio de legalidad, y lo más importante, en un factor de autentico contrapeso del Poder Ejecutivo.

La confianza ciudadana no es mucha pero existe, no obstante los señalamientos de nepotismo, corrupción y tráfico de influencias que los envuelven, muchos de ellos confirmadas por el ministro en retiro, Genaro Góngora Pimentel, quien en un alarde de desbordada soberbia publicó: “Memorias. Los Supremos de la Corte”, libro en el que relata una serie de acontecimientos que desnudan los entresijos por los que ha atravesado la corte, embrollos ajenos al ministro Góngora desde luego, quien siempre se condujo en estricto apego a los principios deontológicos que rigen el quehacer de un integrante del máximo tribunal del país. Debo resaltar el dejo de sarcasmo que envuelve la afirmación.

Sin embargo, con el arribo al poder del gobierno autodenominado de la Cuarta Transformación (4T), esa aura comienza a desteñirse; el presidente López Obrador, en su afán por hacerse del poder absoluto, ha contribuido enormemente a ello, sin reparar en el hecho de que en la medida en que él gana terreno, el PJF lo pierde, pero no sólo frente a él, también en los niveles de confiabilidad ciudadana, elemento de suma importancia para lograr la aceptación de las resoluciones que emiten para dirimir los entuertos a la ley.

La táctica que utiliza el gobierno de la 4T para someter al PJF parece sacada del libro “La Columna de Hierro”, en él, Taylor Caldwell narra como el jurisconsulto Escévola utiliza los pecados de la clase política romana, los que tiene anotados en una libretita, para hacerlos entrar en razón. En la versión mexicana tenemos al padre Pérez, quien en la película “La Ley de Herodes”, recurre a su libretita de secretos para deshacerse del molesto Doctor, eterno aspirante a la presidencia municipal de San Pedro de los Aguados.

Del mismo modo, AMLO ha logrado que algunos miembros del PJF piensen mejor las cosas y reconsideren su posición contraria a los deseos del presidente, vamos, que dejen de remar a contracorriente y que se alineen al proyecto de la 4T.

Así ocurrió luego de la disputa por los salarios de los señores ministros de la Corte. En efecto, AMLO, al decretar que nadie podía ganar más que el presidente, generó la controversia, toda vez que el salario mensual que durante 2019 recibirá en su calidad de primer mandatario del país es de 108,656 pesos, y el que devengan los ministros es de 201,911 pesos, más otras prestaciones; luego de una serie de escarceos, los reacios miembros de la Corte aceptaron sorpresivamente plagarse en algo al proyecto de austeridad del presidente, y se redujeron el salario en un 25%.

Bajo la táctica, AMLO logró que Eduardo Medina Mora renunciara a su cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un hecho nunca visto en la historia de este país, plagado de las más extrañas curiosidades y anécdotas. Ante la presión que se ejerció sobre él y sus hermanos, y luego de congelarle sus cuentas bancarias, el siempre incomodo Medina Mora hizo un ejercicio introspectivo y arribó a la conclusión de que no era tan buen trabajo el que tenía, así que decidió renunciar.

También los señores magistrados del décimo tribunal colegiado en materia administrativa pensaron mejor las cosas, y luego de un sobresaliente razonamiento decidieron revocar la última suspensión que impedía seguir con el proyecto del aeropuerto en Santa Lucia. La luz que los guió a este nuevo criterio llegó luego de que el Consejo de la Judicatura Federal suspendiera al magistrado Jorge Arturo Camero por presuntas irregularidades en su situación financiera.

Curiosamente el magistrado Camero era el voto disidente, esto es, el que impedía se levantara la suspensión, pero ahora, sus otros dos compañeros magistrados y un secretario en funciones de magistrado, han hecho posible con su razonada y libre resolución, que uno de los proyectos estelares del gobierno de la 4T se lleve a cabo.

Así las cosas, cuando un ciudadano cualquiera ve estos desconcertantes cambios de criterios del PJF puede, sin ningún problema, o pensar que no son tan supremos como se piensa, o que la libretita que tiene AMLO guarda muchos secretos turbios de sus integrantes, cualquiera de las dos es igual de grave para un Estado que se precia de ser constitucional de derecho.