/ martes 3 de mayo de 2022

La apuesta es por la polarización

El movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador propicia la polarización de la sociedad, su forma de hacer política es colocar, por un lado a los que están con él, y por el otro a los adversarios. Aquí no hay término medio, o conmigo, o contra mí.

Debido a las circunstancias coyunturales del fenómeno en 2018 –el deseo de una candidatura, dinero, impunidad, moda, esperanza, deseos de venganza, miedo- los afines al presidente se contaban por miles, mientras que los adversarios no se atrevían siquiera a asomar la cabeza.

A casi 4 años de distancia las cosas han cambiado, el movimiento se desmorona a pedazos porque los resultados sólo se leen en el discurso, los advenedizos se están destruyendo entre ellos por una candidatura y cada vez son más los adversarios que levantan la cabeza. Conclusión: El presidente ya no goza de una aceptación desbordada y su voluntad no suma mayorías.

La lógica indica que el presidente debe hacer política para lograr consensos, pero esto no forma parte de la lógica del presidente, él le apuesta a la polarización, sólo que a diferencia del inicio, ahora el tono es de exhibición pública de los adversarios, adjetivándolos de traidores a la patria para motivar la reacción del pueblo bueno y sabio, aunque deja de lado que también es violento.

Bajo este escenario, el presidente presentó su propuesta de reforma electoral a pocos días de haber perdido la reforma eléctrica; más allá del fondo de la propuesta (no es el objetivo de la presente reflexión), llama la atención que lo haga en tan corto tiempo, cuando los ánimos siguen caldeados por las acusaciones que se lanzaron los legisladores y por la amenaza cumplida de exhibir públicamente a quienes por votar en contra deben ser considerados traidores a la patria.

Es inconcuso que la tribuna parlamentaria seguirá polarizada, se avizora otro choque entre Morena y sus aliados con la oposición en bloque. En el debate extraparlamentario, el que se lleva a cabo en los medios y en las redes sociales, las cosas pintan de ese color, aquellos siguen con el argumento de la traición mientras que estos advierte que es uno más de los distractores que el tabasqueño utiliza para no enfrentar los verdaderos males del país.

La propuesta de reforma electoral por parte del presidente era inminente, habrá que conocerla y discutirla, pero aquí el cuestionamiento es si el momento era el propicio para hacerlo, aparte de que sigue en la memoria el encontronazo parlamentario por la reforma eléctrica, vienen procesos de renovación de gobernadores en 6 entidades federativas.

El movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador propicia la polarización de la sociedad, su forma de hacer política es colocar, por un lado a los que están con él, y por el otro a los adversarios. Aquí no hay término medio, o conmigo, o contra mí.

Debido a las circunstancias coyunturales del fenómeno en 2018 –el deseo de una candidatura, dinero, impunidad, moda, esperanza, deseos de venganza, miedo- los afines al presidente se contaban por miles, mientras que los adversarios no se atrevían siquiera a asomar la cabeza.

A casi 4 años de distancia las cosas han cambiado, el movimiento se desmorona a pedazos porque los resultados sólo se leen en el discurso, los advenedizos se están destruyendo entre ellos por una candidatura y cada vez son más los adversarios que levantan la cabeza. Conclusión: El presidente ya no goza de una aceptación desbordada y su voluntad no suma mayorías.

La lógica indica que el presidente debe hacer política para lograr consensos, pero esto no forma parte de la lógica del presidente, él le apuesta a la polarización, sólo que a diferencia del inicio, ahora el tono es de exhibición pública de los adversarios, adjetivándolos de traidores a la patria para motivar la reacción del pueblo bueno y sabio, aunque deja de lado que también es violento.

Bajo este escenario, el presidente presentó su propuesta de reforma electoral a pocos días de haber perdido la reforma eléctrica; más allá del fondo de la propuesta (no es el objetivo de la presente reflexión), llama la atención que lo haga en tan corto tiempo, cuando los ánimos siguen caldeados por las acusaciones que se lanzaron los legisladores y por la amenaza cumplida de exhibir públicamente a quienes por votar en contra deben ser considerados traidores a la patria.

Es inconcuso que la tribuna parlamentaria seguirá polarizada, se avizora otro choque entre Morena y sus aliados con la oposición en bloque. En el debate extraparlamentario, el que se lleva a cabo en los medios y en las redes sociales, las cosas pintan de ese color, aquellos siguen con el argumento de la traición mientras que estos advierte que es uno más de los distractores que el tabasqueño utiliza para no enfrentar los verdaderos males del país.

La propuesta de reforma electoral por parte del presidente era inminente, habrá que conocerla y discutirla, pero aquí el cuestionamiento es si el momento era el propicio para hacerlo, aparte de que sigue en la memoria el encontronazo parlamentario por la reforma eléctrica, vienen procesos de renovación de gobernadores en 6 entidades federativas.