/ miércoles 21 de noviembre de 2018

La despolítica universitaria

Entre Fabián Arrieta, “Meño” Herrera, Esteban Villegas, Gabriel Montes y Jesús Cabrales no hay mucha diferencia: Son y representan exactamente lo mismo, aunque aquél resultó ser todo un porro.

A sólo un día de que se lleven a cabo las votaciones para elegir al nuevo rector para el periodo 2018-2024 en la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), las cosas no parecen ir del todo bien al interior de la llamada “Máxima Casa de Estudios”, lo que vaticina, se actualice aquel viejo estribillo popular mexicano: “Estábamos mejor cuando estábamos peor”.

Y es que los universitarios, en su afanoso esfuerzo por demostrar que son autónomos de verdad, han desnudado las debilidades de una institución que infelizmente ha sucumbido a las tentaciones del poder y del dinero, propósitos únicos de la gran mayoría de los políticos que tienen metidas las manos hasta los codos en este proceso de renovación, aunque, hay que decirlo, también de muchos que se tildan de “universitarios”.

El importante presupuesto que se maneja, las extrañas y convenientes triangulaciones que se pueden hacer con él, amén del ineficiente control en el ejercicio del gasto, pero sobre todo, la inexistente rendición de cuentas que se tiene del dinero, hace que la UJED sea un interesante atractivo para muchos personajes.

Un ejemplo claro de lo anterior es el hecho inexplicable -al menos para mí lo es- de que el aún presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEUD) maneje discrecionalmente un presupuesto que ronda el orden de los 16.4 millones de pesos anuales, que se los hayan entregado directamente y que no le diga a nadie qué hizo con todo ese dinero.

Es dable señalar que el recurso que maneja la FEUD, a través de su presidente, Fabián Arrieta, no se circunscribe a los más de 16 millones de pesos que recibe de la UJED, también habría que agregarle el de los “otros recursos” que recibe del Gobierno del Estado y de la Presidencia Municipal, de donde, por cierto, se dice en los corrillos estudiantiles, salió el dinero que utilizó para hacer su campaña. Así entonces, entre Fabián Arrieta, “Meño” Herrera, Esteban Villegas, Gabriel Montes y Jesús Cabrales no hay mucha diferencia: Son y representan exactamente lo mismo, aunque aquel resultó ser todo un porro.

Pues bien, este personaje ha venido operando en favor de un candidato a la rectoría, quien por más esfuerzos que hace no puede desmarcarse del señalamiento. El problema es que los procedimientos que utiliza la “nueva FEUD no priista” son muy poco sutiles, debemos recordar que hace unos días hubo una agresión física y un presunto secuestro de un estudiante en las inmediaciones de la Facultad de Medicina.

Estás prácticas, más los llamados que Adrián Alanís y José Ramón Enríquez le han hecho a algunos candidatos y directores de ciertas unidades académicas para que declinen o apoyen la candidatura de Rubén Solís, hacen suponer que la política que hoy se cocina en la Universidad será peor de la que dicen existía en la administración estatal pasada.

Lo anterior se sostiene en el hecho de que en caso de que Rubén Solís llegue al Edificio Central, los muchos grupos que lo apoyan querrán la contraprestación correspondiente. El problema es que la de Alanís, Enríquez, Calderón, Fabián Arrieta, García Carranza, Jesús Soto, los directores de las unidades académicas, los integrantes del frente por la autonomía, sólo por mencionar a los más representativos, hacen muchas voluntades y representan muchos intereses para una Universidad tan vapuleada como lo es la UJED.

Me parece que el deseo de Rubén Solís por llegar a la rectoría lo ha llevado a aceptar cosas y personas poco convenientes para la Universidad. Además, no ha hecho bien algunos cálculos; hay directores que al manifestarse en favor de él, le restarán una gran cantidad de votos; muchos docentes así lo han manifestado, bajo el argumento de que sufrieron abusos y desestimaciones en su trabajo y en sus derechos laborales.

Jesús Soto, quien recientemente declinara en su favor, es un claro botón de muestra, es un personaje identificado con Erasmo Návar; hace unos meses, cuando dejó la secretaria general del SPAUJED, fue señalado por Palmira Maldonado (cabeza del frente por la autonomía) de que en contraprestación a favores hechos, le dieron un tiempo completo en la Facultad de Psicología sin seguir los protocolos establecidos y de operar en contra de la entones directora.

Es deseable que aquellos que hablan y enhiestan la bandera de la autonomía universitaria comprendan que ésta no se usa según la conveniencia, ni se colma con que los docentes, alumnos y personal administrativo acudan a votar convencidos por un regalo, una comida o una bonita carpeta.

Las campañas que hoy se ven demeritan el objetivo, se elegirá un rector de una Universidad, no un jefe de manzana o, peor aún, un diputado.


Entre Fabián Arrieta, “Meño” Herrera, Esteban Villegas, Gabriel Montes y Jesús Cabrales no hay mucha diferencia: Son y representan exactamente lo mismo, aunque aquél resultó ser todo un porro.

A sólo un día de que se lleven a cabo las votaciones para elegir al nuevo rector para el periodo 2018-2024 en la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), las cosas no parecen ir del todo bien al interior de la llamada “Máxima Casa de Estudios”, lo que vaticina, se actualice aquel viejo estribillo popular mexicano: “Estábamos mejor cuando estábamos peor”.

Y es que los universitarios, en su afanoso esfuerzo por demostrar que son autónomos de verdad, han desnudado las debilidades de una institución que infelizmente ha sucumbido a las tentaciones del poder y del dinero, propósitos únicos de la gran mayoría de los políticos que tienen metidas las manos hasta los codos en este proceso de renovación, aunque, hay que decirlo, también de muchos que se tildan de “universitarios”.

El importante presupuesto que se maneja, las extrañas y convenientes triangulaciones que se pueden hacer con él, amén del ineficiente control en el ejercicio del gasto, pero sobre todo, la inexistente rendición de cuentas que se tiene del dinero, hace que la UJED sea un interesante atractivo para muchos personajes.

Un ejemplo claro de lo anterior es el hecho inexplicable -al menos para mí lo es- de que el aún presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEUD) maneje discrecionalmente un presupuesto que ronda el orden de los 16.4 millones de pesos anuales, que se los hayan entregado directamente y que no le diga a nadie qué hizo con todo ese dinero.

Es dable señalar que el recurso que maneja la FEUD, a través de su presidente, Fabián Arrieta, no se circunscribe a los más de 16 millones de pesos que recibe de la UJED, también habría que agregarle el de los “otros recursos” que recibe del Gobierno del Estado y de la Presidencia Municipal, de donde, por cierto, se dice en los corrillos estudiantiles, salió el dinero que utilizó para hacer su campaña. Así entonces, entre Fabián Arrieta, “Meño” Herrera, Esteban Villegas, Gabriel Montes y Jesús Cabrales no hay mucha diferencia: Son y representan exactamente lo mismo, aunque aquel resultó ser todo un porro.

Pues bien, este personaje ha venido operando en favor de un candidato a la rectoría, quien por más esfuerzos que hace no puede desmarcarse del señalamiento. El problema es que los procedimientos que utiliza la “nueva FEUD no priista” son muy poco sutiles, debemos recordar que hace unos días hubo una agresión física y un presunto secuestro de un estudiante en las inmediaciones de la Facultad de Medicina.

Estás prácticas, más los llamados que Adrián Alanís y José Ramón Enríquez le han hecho a algunos candidatos y directores de ciertas unidades académicas para que declinen o apoyen la candidatura de Rubén Solís, hacen suponer que la política que hoy se cocina en la Universidad será peor de la que dicen existía en la administración estatal pasada.

Lo anterior se sostiene en el hecho de que en caso de que Rubén Solís llegue al Edificio Central, los muchos grupos que lo apoyan querrán la contraprestación correspondiente. El problema es que la de Alanís, Enríquez, Calderón, Fabián Arrieta, García Carranza, Jesús Soto, los directores de las unidades académicas, los integrantes del frente por la autonomía, sólo por mencionar a los más representativos, hacen muchas voluntades y representan muchos intereses para una Universidad tan vapuleada como lo es la UJED.

Me parece que el deseo de Rubén Solís por llegar a la rectoría lo ha llevado a aceptar cosas y personas poco convenientes para la Universidad. Además, no ha hecho bien algunos cálculos; hay directores que al manifestarse en favor de él, le restarán una gran cantidad de votos; muchos docentes así lo han manifestado, bajo el argumento de que sufrieron abusos y desestimaciones en su trabajo y en sus derechos laborales.

Jesús Soto, quien recientemente declinara en su favor, es un claro botón de muestra, es un personaje identificado con Erasmo Návar; hace unos meses, cuando dejó la secretaria general del SPAUJED, fue señalado por Palmira Maldonado (cabeza del frente por la autonomía) de que en contraprestación a favores hechos, le dieron un tiempo completo en la Facultad de Psicología sin seguir los protocolos establecidos y de operar en contra de la entones directora.

Es deseable que aquellos que hablan y enhiestan la bandera de la autonomía universitaria comprendan que ésta no se usa según la conveniencia, ni se colma con que los docentes, alumnos y personal administrativo acudan a votar convencidos por un regalo, una comida o una bonita carpeta.

Las campañas que hoy se ven demeritan el objetivo, se elegirá un rector de una Universidad, no un jefe de manzana o, peor aún, un diputado.