/ lunes 25 de marzo de 2019

La inexplicable disputa por el gobierno municipal

Sin duda que los vericuetos y entresijos de la política duranguense son verdaderamente indescifrables; mire que es sorprendente –al menos para el que esto escribe- que haya quienes todavía se disputen el gobierno municipal de la capital del Estado de Durango, aunque sabemos que en realidad lo que está en juego es la gubernatura, mucho se ha escrito en el sentido de que el próximo alcalde se convierte, en automático, en un serio aspirante para 2022.

Lo sorprendente del hecho radica en que los aspirantes saben de antemano que el Ayuntamiento capitalino es un auténtico polvorín, viene arrastrando muchos y muy serios problemas (seguridad pública, baches), no tiene dinero (la recaudación es nimia y por concepto de aportaciones no es suficiente) y enfrenta una cuantiosa deuda de 394.3 millones de pesos, lo que lo coloca en el lugar 32 de 662 municipios, según reportó el Centro de Estudios de Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados al 31 de marzo de 2018.

Así entonces, me resulta inexplicable que haya personajes que quieran hacerse cargo de un gobierno municipal que tiene muchos problemas, que es pobre y que está endeudado hasta el cuello; así que aquella idea que se tiene de que podría el cargo catapultar a quien lo ostente de Escárzaga al Centro de Convenciones Bicentenario, puede resultar en un chasco.

Eso le podría pasar, por ejemplo, a Alejandro González Yáñez, actual senador de la República y muy cercano al presidente de México; qué necesidad tiene –pienso en lo personal- de arriesgue, primero, a que lo golpeen en la campaña, y segundo, a desgastar su imagen al frente de un Ayuntamiento con las características señaladas.

Hemos apuntado en otros espacios que bien hubiera podido seguir tejiendo su candidatura al Gobierno del Estado desde la Ciudad de México y arribar a finales de 2021, fresco y sin raspones –nuevos claro- pero nadie mejor que él sabrá el porqué de una decisión que de bote-pronto me parece equivocada.

Quien sí de plano raya en el paroxismo extremo es el actual presidente municipal José Ramón Enríquez Herrera, está más que obcecado en reelegirse a pesar de que ya le cerraron la puerta en plena cara los partidos políticos que lo postularon hace tres años y el Partido que recoge el desecho, Morena, sólo le queda la opción de ir con Movimiento Ciudadano (MC), partido que no garantiza siquiera mantener su registro.

El doctor Enríquez tuvo la oportunidad de irse también al senado de la República y salvar en algo su vapuleada imagen al frente del Ayuntamiento; su gobierno ciudadano resultó en una auténtica olla de grillos, se peleó con todos, desde el gobernador y hasta con los dirigentes de Acción Nacional, partido al que casi destruye con las intrigas palaciegas que se fraguaron desde el interior de su gabinete.

Deja muchas promesas incumplidas y algunas cuentas pendientes; las más de mil obras que anunció haría a principios del año, ciudad gobierno y el resultado de la auditoría que presuntamente hizo a la administración anterior y que nunca se dieron a conocer públicamente los resultados, aunque en lo privado le sirvió para mantener a raya a los regidores priistas, son sólo botones de muestra.

Aquí también podríamos suponer que si se hubiera ido a ocupar su curul al Senado, probablemente los duranguenses, caracterizados porque somos de muy corta memoria, ya en 2022 seguramente olvidaríamos que no cumplió, y tal vez hasta los panistas hubieran olvidado que los dividió en dos bandos, o pudiera haber tejido la candidatura de Morena, pero no, el egocentrismo y las alabanzas mentirosas de sus cercanos lo perdieron.

Lo mismo diríamos para Jorge Salum del Palacio, candidato del Partido Acción Nacional (PAN), ¿qué necesidad tiene? Después de algún otro intento finalmente será candidato, dará pelea pero difícilmente ganará, la influencia de AMLO no ha decrecido y sin duda será un factor, y más si Gonzalo Yáñez es el candidato de Morena.

Sin duda que los vericuetos y entresijos de la política duranguense son verdaderamente indescifrables; mire que es sorprendente –al menos para el que esto escribe- que haya quienes todavía se disputen el gobierno municipal de la capital del Estado de Durango, aunque sabemos que en realidad lo que está en juego es la gubernatura, mucho se ha escrito en el sentido de que el próximo alcalde se convierte, en automático, en un serio aspirante para 2022.

Lo sorprendente del hecho radica en que los aspirantes saben de antemano que el Ayuntamiento capitalino es un auténtico polvorín, viene arrastrando muchos y muy serios problemas (seguridad pública, baches), no tiene dinero (la recaudación es nimia y por concepto de aportaciones no es suficiente) y enfrenta una cuantiosa deuda de 394.3 millones de pesos, lo que lo coloca en el lugar 32 de 662 municipios, según reportó el Centro de Estudios de Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados al 31 de marzo de 2018.

Así entonces, me resulta inexplicable que haya personajes que quieran hacerse cargo de un gobierno municipal que tiene muchos problemas, que es pobre y que está endeudado hasta el cuello; así que aquella idea que se tiene de que podría el cargo catapultar a quien lo ostente de Escárzaga al Centro de Convenciones Bicentenario, puede resultar en un chasco.

Eso le podría pasar, por ejemplo, a Alejandro González Yáñez, actual senador de la República y muy cercano al presidente de México; qué necesidad tiene –pienso en lo personal- de arriesgue, primero, a que lo golpeen en la campaña, y segundo, a desgastar su imagen al frente de un Ayuntamiento con las características señaladas.

Hemos apuntado en otros espacios que bien hubiera podido seguir tejiendo su candidatura al Gobierno del Estado desde la Ciudad de México y arribar a finales de 2021, fresco y sin raspones –nuevos claro- pero nadie mejor que él sabrá el porqué de una decisión que de bote-pronto me parece equivocada.

Quien sí de plano raya en el paroxismo extremo es el actual presidente municipal José Ramón Enríquez Herrera, está más que obcecado en reelegirse a pesar de que ya le cerraron la puerta en plena cara los partidos políticos que lo postularon hace tres años y el Partido que recoge el desecho, Morena, sólo le queda la opción de ir con Movimiento Ciudadano (MC), partido que no garantiza siquiera mantener su registro.

El doctor Enríquez tuvo la oportunidad de irse también al senado de la República y salvar en algo su vapuleada imagen al frente del Ayuntamiento; su gobierno ciudadano resultó en una auténtica olla de grillos, se peleó con todos, desde el gobernador y hasta con los dirigentes de Acción Nacional, partido al que casi destruye con las intrigas palaciegas que se fraguaron desde el interior de su gabinete.

Deja muchas promesas incumplidas y algunas cuentas pendientes; las más de mil obras que anunció haría a principios del año, ciudad gobierno y el resultado de la auditoría que presuntamente hizo a la administración anterior y que nunca se dieron a conocer públicamente los resultados, aunque en lo privado le sirvió para mantener a raya a los regidores priistas, son sólo botones de muestra.

Aquí también podríamos suponer que si se hubiera ido a ocupar su curul al Senado, probablemente los duranguenses, caracterizados porque somos de muy corta memoria, ya en 2022 seguramente olvidaríamos que no cumplió, y tal vez hasta los panistas hubieran olvidado que los dividió en dos bandos, o pudiera haber tejido la candidatura de Morena, pero no, el egocentrismo y las alabanzas mentirosas de sus cercanos lo perdieron.

Lo mismo diríamos para Jorge Salum del Palacio, candidato del Partido Acción Nacional (PAN), ¿qué necesidad tiene? Después de algún otro intento finalmente será candidato, dará pelea pero difícilmente ganará, la influencia de AMLO no ha decrecido y sin duda será un factor, y más si Gonzalo Yáñez es el candidato de Morena.