/ martes 25 de mayo de 2021

La política es así

Se acrecienta la lucha por el poder, sintetizada y representada por los que están a favor o en contra del presidente y de la cuatro-te. Los que están en pro, tal y como lo dijo el presidente de Morena el domingo pasado en León, tienen como guía al presidente y como medio de propaganda las “mañaneras”

Los otros plantean: que se vaya AMLO. Los resultados de la confrontación que genera encono y odio entre las partes, se verán al día siguiente de la elección.

Mientras los tiempos políticos corren hacia el final de las contiendas por el poder camaral y por el territorio, hoy habrá que centrarse y mirar hacia el 2024 y la sucesión presidencial.

En cierto sentido, a la estrategia detrás de la disputa territorial por el poder en quince estados, se tiene que sumar al poder que ya se tiene, al que se disputará en las elecciones que vienen antes de llegar al 2024.

De los quince estados en disputa, Morena sólo gobierna en un Estado: Baja California; el PAN lo hace en cuatro (Querétaro, Nayarit, Baja California Sur y Chihuahua); el PRI en ocho (Sonora, Sinaloa, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Zacatecas, Tlaxcala y Campeche); el PRD en Michoacán, y un independiente lo hace en Nuevo León.

De los quince estados aludidos, es notoria la fuerza y el crecimiento económico de Nuevo León, San Luis Potosí y Querétaro, características que comparten con los estados de Aguascalientes, de Guanajuato y de Jalisco cuyos poderes no se renuevan este año. Habría que agregar a Tamaulipas y a los Estado de México y Coahuila, cuyos poderes se renovarán en 2022 y 2023, gobernados, respectivamente, el primero por el PAN y los otros por el PRI.

De las entidades aludidas, habría que destacar a las fronterizas: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; estados que, además de las industrias maquiladoras y las armadoras que existen en sus territorios, al igual que los ya citados, tienen el plus de la cercanía y el acceso al mercado de los Estados Unidos.

La fuerza económica de los citados estados, aunada a la no despreciable suma de electores, podría ser el factor que defina el triunfo y la derrota en las elecciones y en la disputa por la renovación de ambas cámaras del Congreso de la Unión en 2024.

No se pasa por alto el potencial electoral y/o económico en los estados gobernados por Morena e insertos dentro de la cuatro-te: Veracruz, Puebla y la Ciudad de México, así como Chiapas solamente en lo que se refiere a su padrón electoral. Por su población o bien por su potencial económico que se avizora, habría que tomar en cuenta a Oaxaca hoy gobernado por el PRI pero no muy alejado de la empatía y el afecto con el líder moral de la cuatro-te.

El presidente de la República, como animal político que es bajo la concepción aristotélica, sabe de las diferencias económicas entre el centro-norte y el centro-sur, y además, también sabe dónde radica su fuerza político-electoral que no es otra más que el centro-sur.

Luego, no es gracioso ni gratuita la inversión del gobierno de la cuatro-te en tres de sus obras insignias, como lo son: La refinería de Dos Bocas, El Tren Maya y el Corredor Transítsmico que pretenden incidir en el desarrollo de la región y en el combate a la desigualdad y a la pobreza.

Por lo pronto, gane o pierda la alianza opositora que ayer acordó ir de lo político-electoral a lo legislativo, hoy por hoy no tiene un perfil ganador, y no puede haber, dado el desastre de sus gobiernos (2000-2018), mientras que los dos de Morena y la cuatro-te que existían apenas el mes pasado, están en veremos a resultas de la investigación del accidente de la Línea 12 del metro capitalino.

Se acrecienta la lucha por el poder, sintetizada y representada por los que están a favor o en contra del presidente y de la cuatro-te. Los que están en pro, tal y como lo dijo el presidente de Morena el domingo pasado en León, tienen como guía al presidente y como medio de propaganda las “mañaneras”

Los otros plantean: que se vaya AMLO. Los resultados de la confrontación que genera encono y odio entre las partes, se verán al día siguiente de la elección.

Mientras los tiempos políticos corren hacia el final de las contiendas por el poder camaral y por el territorio, hoy habrá que centrarse y mirar hacia el 2024 y la sucesión presidencial.

En cierto sentido, a la estrategia detrás de la disputa territorial por el poder en quince estados, se tiene que sumar al poder que ya se tiene, al que se disputará en las elecciones que vienen antes de llegar al 2024.

De los quince estados en disputa, Morena sólo gobierna en un Estado: Baja California; el PAN lo hace en cuatro (Querétaro, Nayarit, Baja California Sur y Chihuahua); el PRI en ocho (Sonora, Sinaloa, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Zacatecas, Tlaxcala y Campeche); el PRD en Michoacán, y un independiente lo hace en Nuevo León.

De los quince estados aludidos, es notoria la fuerza y el crecimiento económico de Nuevo León, San Luis Potosí y Querétaro, características que comparten con los estados de Aguascalientes, de Guanajuato y de Jalisco cuyos poderes no se renuevan este año. Habría que agregar a Tamaulipas y a los Estado de México y Coahuila, cuyos poderes se renovarán en 2022 y 2023, gobernados, respectivamente, el primero por el PAN y los otros por el PRI.

De las entidades aludidas, habría que destacar a las fronterizas: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; estados que, además de las industrias maquiladoras y las armadoras que existen en sus territorios, al igual que los ya citados, tienen el plus de la cercanía y el acceso al mercado de los Estados Unidos.

La fuerza económica de los citados estados, aunada a la no despreciable suma de electores, podría ser el factor que defina el triunfo y la derrota en las elecciones y en la disputa por la renovación de ambas cámaras del Congreso de la Unión en 2024.

No se pasa por alto el potencial electoral y/o económico en los estados gobernados por Morena e insertos dentro de la cuatro-te: Veracruz, Puebla y la Ciudad de México, así como Chiapas solamente en lo que se refiere a su padrón electoral. Por su población o bien por su potencial económico que se avizora, habría que tomar en cuenta a Oaxaca hoy gobernado por el PRI pero no muy alejado de la empatía y el afecto con el líder moral de la cuatro-te.

El presidente de la República, como animal político que es bajo la concepción aristotélica, sabe de las diferencias económicas entre el centro-norte y el centro-sur, y además, también sabe dónde radica su fuerza político-electoral que no es otra más que el centro-sur.

Luego, no es gracioso ni gratuita la inversión del gobierno de la cuatro-te en tres de sus obras insignias, como lo son: La refinería de Dos Bocas, El Tren Maya y el Corredor Transítsmico que pretenden incidir en el desarrollo de la región y en el combate a la desigualdad y a la pobreza.

Por lo pronto, gane o pierda la alianza opositora que ayer acordó ir de lo político-electoral a lo legislativo, hoy por hoy no tiene un perfil ganador, y no puede haber, dado el desastre de sus gobiernos (2000-2018), mientras que los dos de Morena y la cuatro-te que existían apenas el mes pasado, están en veremos a resultas de la investigación del accidente de la Línea 12 del metro capitalino.

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