/ sábado 29 de febrero de 2020

Paro de mujeres el 9 de marzo: fuerte mensaje social

Con admiración deseo iniciar esta colaboración externando mi fascinación para las mujeres, mi respeto hacia ellas es la cusa de que dos de los últimos tres análisis publicados en este espacio son dedicados a ellas, a destacar y valorar la lucha que desarrollan día a día para lograr la igualdad de condiciones en la competencia laboral y en las responsabilidades compartidas al interior de la familia, a sabiendas que van a despertar la molestia y la ira del otro género. Sin embargo, nada las detiene al enfrentar obstáculos y dificultades, para hacer valer el ejercicio de sus derechos en condiciones semejantes a las de los varones.


La igualdad de género es un tema de enorme interés para las sociedades avanzadas y una tarea pendiente en los países en vías de desarrollo, siendo que gracias al progreso social a estas alturas ya no deberían existir diferencias en ningún lugar, pero es innegable que se mantienen herencias machistas originadas por atavismos culturales antiguos y ciertos dogmas acerca del papel de la mujer en la familia y en la propia sociedad, que por fortuna hoy somos testigos cómo se desmoronan ante una nueva realidad.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la igualdad de género se refiere a “la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños”. Por tanto, el sexo con el que hayamos nacido nunca va a determinar los derechos, oportunidades y responsabilidades que podamos tener a lo largo de nuestra vida. La igualdad de género es por tanto un principio jurídico universal, mientras que la equidad de género introduce además un componente ético para asegurar una igualdad real que de alguna forma compense la desigualdad histórica que el género femenino arrastra en cuanto a representación política o mercado laboral, entre otras.

La igualdad es un principio y eje rector del ejercicio de todo derecho humano, reconocido como tal en los instrumentos jurídicos internacionales, y un elemento central de las sociedades democráticas. La Asamblea General de la ONU aprobó en diciembre de 1979 la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, todos los indicadores sociales elaborados bajo la perspectiva de género indican que la desigualdad entre hombres y mujeres no es un mito, existe: en la brecha salarial, techo de cristal, violencia de género, sobrecarga de trabajo por el tiempo dedicado a funciones de cuidado y mantenimiento del hogar y muchos otros. La precariedad, el desempleo, la discriminación y la pobreza tienen mayoritariamente rostro de mujer.

Durante el siglo XX la lucha de las pioneras feministas ha permitido conquistar derechos elementales (al voto, acceso a trabajo digno, estudiar hasta los grados más altos, participar en la vida pública, entre otros) que antes excluían a las mujeres.

Hay un sentido de urgencia añadido al Día Internacional de la Mujer de este año. El 8 de marzo, millones de mujeres en diversas ciudades del mundo saldrán a las calles, manifestarán de diversas maneras su resistencia colectiva al resurgimiento del patriarcado y el aumento de la misoginia, el racismo, el fanatismo y la intolerancia.

En 2015, el llamado, el clamor “Ni Una Menos” revolucionó los compartimientos estancados de la sociedad machista argentina. ¿Cuarta ola del feminismo? Las expresiones de mujeres surgidas a partir de la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos podrían ser tomadas como el inicio de una nueva ola del movimiento. Luego, se viralizó en redes sociales la consigna #MeToo para denunciar acosos y abusos dentro de la industria cinematográfica de Hollywood. La iniciativa se propagó para sancionar las violencias en todos los ambientes de trabajo.

¿Estamos ante una etapa más elevada del feminismo? El Paro Internacional de Mujeres del 9 de marzo también buscará meterse a nivel mundial dentro de esa discusión. Se estima que 44 países se sumarán a esta expresión de inconformidad.

Diversas organizaciones de todo el país participarán en este movimiento, lo importante es que el 9M no solo busca que las mujeres se movilicen sino que paren de trabajar para hacer pie en uno de los slogans más sólidos: "Si las mujeres paran, se para el mundo". Ya mujeres de diversas organizaciones de todo el país participan en la organización y estrategia de la movilización sin que alguna lleve la voz cantante.

Se espera que el 9M haga más presión de lo que se cree, para ser tema prioritario en el debate del año. El objetivo a destacar es mostrar que la mujer está dispuesta a ejercer plenamente en libertad todos y cada uno de sus derechos.

Aunque la indignación y la conciencia por los feminicidios ya se instaló en la conciencia nacional, los asesinatos de mujeres —mayormente cometidos por sus ex o sus actuales parejas— no disminuyeron. Son recurrentes los hechos de mujeres incendiadas, asesinadas, arrojadas a la basura, violadas.

La idea de que las mujeres hagan un cese de sus tareas cotidianas es mostrar el valor del trabajo de su aportación en la producción y cuestionar lo que se conoce como "la brecha de género". Se estima que una mujer cobra el 27% menos que un hombre aunque haga el mismo trabajo. En el mercado informal, la brecha es aún más grande. De ahí que el éxito de su expresión en los próximos días será fundamental para que las políticas públicas, el diseño de los presupuestos y todo acto de gobierno contenga perspectiva de género.

Pero lo realmente relevante es abrir la conciencia colectiva al hecho de que hoy la mujer tiene otra forma de ver la vida, sus relaciones personales y su actividad cotidiana, que ya no pueden ser vistas como menores de edad o personas sin derechos, que sobre ellas exista el “derecho” de corregirlas a través del maltrato físico o sicológico. En el plano de la igualdad se construyen mejores y más gratificantes relaciones de pareja y de afinidad, estamos en un momento decisivo, o vemos las próximas movilizaciones como un acto más de informidad de un sector de la sociedad, o bien, tomamos en serio esta expresión en la conciencia colectiva para modificar actitudes, legislación y actos de gobierno que propicien una nueva relación entre mujer y varón basado en la verdadera igualdad.

Mi convicción personal es que debemos modificar nuestras actitudes personales y sociales hacia la mujer para generar relaciones gratas, amables, de iguales, basadas en el respeto mutuo y en la cooperación permanente; sólo así daremos un paso en la restauración del tejido social y en la construcción de una mejor colectividad.

Con admiración deseo iniciar esta colaboración externando mi fascinación para las mujeres, mi respeto hacia ellas es la cusa de que dos de los últimos tres análisis publicados en este espacio son dedicados a ellas, a destacar y valorar la lucha que desarrollan día a día para lograr la igualdad de condiciones en la competencia laboral y en las responsabilidades compartidas al interior de la familia, a sabiendas que van a despertar la molestia y la ira del otro género. Sin embargo, nada las detiene al enfrentar obstáculos y dificultades, para hacer valer el ejercicio de sus derechos en condiciones semejantes a las de los varones.


La igualdad de género es un tema de enorme interés para las sociedades avanzadas y una tarea pendiente en los países en vías de desarrollo, siendo que gracias al progreso social a estas alturas ya no deberían existir diferencias en ningún lugar, pero es innegable que se mantienen herencias machistas originadas por atavismos culturales antiguos y ciertos dogmas acerca del papel de la mujer en la familia y en la propia sociedad, que por fortuna hoy somos testigos cómo se desmoronan ante una nueva realidad.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la igualdad de género se refiere a “la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños”. Por tanto, el sexo con el que hayamos nacido nunca va a determinar los derechos, oportunidades y responsabilidades que podamos tener a lo largo de nuestra vida. La igualdad de género es por tanto un principio jurídico universal, mientras que la equidad de género introduce además un componente ético para asegurar una igualdad real que de alguna forma compense la desigualdad histórica que el género femenino arrastra en cuanto a representación política o mercado laboral, entre otras.

La igualdad es un principio y eje rector del ejercicio de todo derecho humano, reconocido como tal en los instrumentos jurídicos internacionales, y un elemento central de las sociedades democráticas. La Asamblea General de la ONU aprobó en diciembre de 1979 la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, todos los indicadores sociales elaborados bajo la perspectiva de género indican que la desigualdad entre hombres y mujeres no es un mito, existe: en la brecha salarial, techo de cristal, violencia de género, sobrecarga de trabajo por el tiempo dedicado a funciones de cuidado y mantenimiento del hogar y muchos otros. La precariedad, el desempleo, la discriminación y la pobreza tienen mayoritariamente rostro de mujer.

Durante el siglo XX la lucha de las pioneras feministas ha permitido conquistar derechos elementales (al voto, acceso a trabajo digno, estudiar hasta los grados más altos, participar en la vida pública, entre otros) que antes excluían a las mujeres.

Hay un sentido de urgencia añadido al Día Internacional de la Mujer de este año. El 8 de marzo, millones de mujeres en diversas ciudades del mundo saldrán a las calles, manifestarán de diversas maneras su resistencia colectiva al resurgimiento del patriarcado y el aumento de la misoginia, el racismo, el fanatismo y la intolerancia.

En 2015, el llamado, el clamor “Ni Una Menos” revolucionó los compartimientos estancados de la sociedad machista argentina. ¿Cuarta ola del feminismo? Las expresiones de mujeres surgidas a partir de la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos podrían ser tomadas como el inicio de una nueva ola del movimiento. Luego, se viralizó en redes sociales la consigna #MeToo para denunciar acosos y abusos dentro de la industria cinematográfica de Hollywood. La iniciativa se propagó para sancionar las violencias en todos los ambientes de trabajo.

¿Estamos ante una etapa más elevada del feminismo? El Paro Internacional de Mujeres del 9 de marzo también buscará meterse a nivel mundial dentro de esa discusión. Se estima que 44 países se sumarán a esta expresión de inconformidad.

Diversas organizaciones de todo el país participarán en este movimiento, lo importante es que el 9M no solo busca que las mujeres se movilicen sino que paren de trabajar para hacer pie en uno de los slogans más sólidos: "Si las mujeres paran, se para el mundo". Ya mujeres de diversas organizaciones de todo el país participan en la organización y estrategia de la movilización sin que alguna lleve la voz cantante.

Se espera que el 9M haga más presión de lo que se cree, para ser tema prioritario en el debate del año. El objetivo a destacar es mostrar que la mujer está dispuesta a ejercer plenamente en libertad todos y cada uno de sus derechos.

Aunque la indignación y la conciencia por los feminicidios ya se instaló en la conciencia nacional, los asesinatos de mujeres —mayormente cometidos por sus ex o sus actuales parejas— no disminuyeron. Son recurrentes los hechos de mujeres incendiadas, asesinadas, arrojadas a la basura, violadas.

La idea de que las mujeres hagan un cese de sus tareas cotidianas es mostrar el valor del trabajo de su aportación en la producción y cuestionar lo que se conoce como "la brecha de género". Se estima que una mujer cobra el 27% menos que un hombre aunque haga el mismo trabajo. En el mercado informal, la brecha es aún más grande. De ahí que el éxito de su expresión en los próximos días será fundamental para que las políticas públicas, el diseño de los presupuestos y todo acto de gobierno contenga perspectiva de género.

Pero lo realmente relevante es abrir la conciencia colectiva al hecho de que hoy la mujer tiene otra forma de ver la vida, sus relaciones personales y su actividad cotidiana, que ya no pueden ser vistas como menores de edad o personas sin derechos, que sobre ellas exista el “derecho” de corregirlas a través del maltrato físico o sicológico. En el plano de la igualdad se construyen mejores y más gratificantes relaciones de pareja y de afinidad, estamos en un momento decisivo, o vemos las próximas movilizaciones como un acto más de informidad de un sector de la sociedad, o bien, tomamos en serio esta expresión en la conciencia colectiva para modificar actitudes, legislación y actos de gobierno que propicien una nueva relación entre mujer y varón basado en la verdadera igualdad.

Mi convicción personal es que debemos modificar nuestras actitudes personales y sociales hacia la mujer para generar relaciones gratas, amables, de iguales, basadas en el respeto mutuo y en la cooperación permanente; sólo así daremos un paso en la restauración del tejido social y en la construcción de una mejor colectividad.