/ domingo 20 de febrero de 2022

Seguridad, geopolítica, recuerdos y suposiciones

Cuando la tensión entre actores es fuerte y la comunicación débil, la política exterior se sumerge en incertidumbre. Ya ha pasado un mes desde que la crisis de Ucrania comenzó a latir de nuevo en el sistema internacional, pero hoy más que nunca los altos mandos de los países permanecen en alerta para cualquier sorpresa.

Resulta que lo que en el 2022 ocurre en la comunidad internacional, no es del todo diferente a cuando se experimentaba una bipolaridad en el siglo XX. La geopolítica, el dilema de seguridad y las amenazas internacionales no se vuelven viejas.

Entre adivinanzas, defensas y suposiciones, el Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, A. Blinken, ha emitido una advertencia a sus connacionales y los de sus aliados en Ucrania: No podemos predecir el futuro, no sabemos exactamente lo que va a pasar, pero el riesgo es lo suficiente alto y la amenaza inmediata que salir es prudente.

Esto para referirse a que los ciudadanos americanos y de cualquier otro país deben abandonar el territorio ucraniano. Hasta ahora sólo se ha ejercido una política exterior basada en la prevención. Si bien Washington y sus socios se han coordinado para un manejo eficiente de la crisis geopolítica, la tenacidad de Moscú, combinado con el silencio y las decisiones tomadas en materia militar vuelven el juego más complicado.

Asimismo, no es sorpresa que cuando se trata de la configuración geopolítica las reuniones diplomáticas muchas veces no alcanzan. Se hacen preguntas sobre qué pasará con el gas de Rusia a sus consumidores europeos, así como emerge la intriga sobre un posible conflicto armado directo.

Mucho se puede analizar sobre cómo esta situación trae recuerdos sobre la Guerra Fría y el deseo de Moscú por recuperar el podio, pero para preocupación de Washington y sus aliados de la OTAN, las suposiciones y registros memorables no sirven de mucho.

Por un lado, se reporta que EEUU ya ha comunicado las estrategias a tomar en vista del continuo despliegue de tropas rusas. El envío de 3,000 efectivos militares a Polonia, la consideración de severas sanciones económicas para Rusia y de la OTAN para un posible conflicto armado son las acciones que se pueden tomar en tiempos de oscilación.

El gobierno americano ha dicho que, aunque el discurso de Putin es ajeno explícitamente a intenciones invasoras, establecer contacto, una llamada por lo menos, para una negociación es imprescindible.

Cabe señalar que, aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo la suerte de sentarse por 5 horas con el mandatario ruso, la conversación se llevó a cabo en una larga mesa, símbolo de lo lejos que se está en alcanzar un punto medio en esta crisis.

Por otro lado, en el hemisferio oriental, las cosas también se evalúan desde la falta de certeza y es que vale la pena analizar ambas posturas para un mejor entendimiento de la política exterior del Kremlin. Seguridad nacional, recuperación económica, bipolaridad en el sistema internacional y capacidad energética son intereses nacionales que Rusia no quiere dejar de lado.

Con la emergencia de China como potencia esto se ve como una oportunidad para recuperar el podio. Putin insiste a que no hay intención de invadir Ucrania, pero también se mantiene firme en que Estados Unidos se reserve de a sus repúblicas ex soviéticas las integre a la OTAN, entre ellas Georgia.

Finalmente, en tanto los mandatarios se lograron comunicar, y esto siendo el sábado 19 de febrero, las negociaciones llevan tiempo. Biden declaró su disposición por ejercer una diplomacia eficiente, pero no se reservó en decir que EEUU está preparado para otros escenarios. Evidentemente, la cortina de hierro no ha desaparecido y si de un siglo a otro, el juego en el sistema internacional no cambia, en un mes tampoco.

Cuando la tensión entre actores es fuerte y la comunicación débil, la política exterior se sumerge en incertidumbre. Ya ha pasado un mes desde que la crisis de Ucrania comenzó a latir de nuevo en el sistema internacional, pero hoy más que nunca los altos mandos de los países permanecen en alerta para cualquier sorpresa.

Resulta que lo que en el 2022 ocurre en la comunidad internacional, no es del todo diferente a cuando se experimentaba una bipolaridad en el siglo XX. La geopolítica, el dilema de seguridad y las amenazas internacionales no se vuelven viejas.

Entre adivinanzas, defensas y suposiciones, el Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, A. Blinken, ha emitido una advertencia a sus connacionales y los de sus aliados en Ucrania: No podemos predecir el futuro, no sabemos exactamente lo que va a pasar, pero el riesgo es lo suficiente alto y la amenaza inmediata que salir es prudente.

Esto para referirse a que los ciudadanos americanos y de cualquier otro país deben abandonar el territorio ucraniano. Hasta ahora sólo se ha ejercido una política exterior basada en la prevención. Si bien Washington y sus socios se han coordinado para un manejo eficiente de la crisis geopolítica, la tenacidad de Moscú, combinado con el silencio y las decisiones tomadas en materia militar vuelven el juego más complicado.

Asimismo, no es sorpresa que cuando se trata de la configuración geopolítica las reuniones diplomáticas muchas veces no alcanzan. Se hacen preguntas sobre qué pasará con el gas de Rusia a sus consumidores europeos, así como emerge la intriga sobre un posible conflicto armado directo.

Mucho se puede analizar sobre cómo esta situación trae recuerdos sobre la Guerra Fría y el deseo de Moscú por recuperar el podio, pero para preocupación de Washington y sus aliados de la OTAN, las suposiciones y registros memorables no sirven de mucho.

Por un lado, se reporta que EEUU ya ha comunicado las estrategias a tomar en vista del continuo despliegue de tropas rusas. El envío de 3,000 efectivos militares a Polonia, la consideración de severas sanciones económicas para Rusia y de la OTAN para un posible conflicto armado son las acciones que se pueden tomar en tiempos de oscilación.

El gobierno americano ha dicho que, aunque el discurso de Putin es ajeno explícitamente a intenciones invasoras, establecer contacto, una llamada por lo menos, para una negociación es imprescindible.

Cabe señalar que, aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo la suerte de sentarse por 5 horas con el mandatario ruso, la conversación se llevó a cabo en una larga mesa, símbolo de lo lejos que se está en alcanzar un punto medio en esta crisis.

Por otro lado, en el hemisferio oriental, las cosas también se evalúan desde la falta de certeza y es que vale la pena analizar ambas posturas para un mejor entendimiento de la política exterior del Kremlin. Seguridad nacional, recuperación económica, bipolaridad en el sistema internacional y capacidad energética son intereses nacionales que Rusia no quiere dejar de lado.

Con la emergencia de China como potencia esto se ve como una oportunidad para recuperar el podio. Putin insiste a que no hay intención de invadir Ucrania, pero también se mantiene firme en que Estados Unidos se reserve de a sus repúblicas ex soviéticas las integre a la OTAN, entre ellas Georgia.

Finalmente, en tanto los mandatarios se lograron comunicar, y esto siendo el sábado 19 de febrero, las negociaciones llevan tiempo. Biden declaró su disposición por ejercer una diplomacia eficiente, pero no se reservó en decir que EEUU está preparado para otros escenarios. Evidentemente, la cortina de hierro no ha desaparecido y si de un siglo a otro, el juego en el sistema internacional no cambia, en un mes tampoco.

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