/ sábado 7 de agosto de 2021

¿Sufro el piano o sufro el tiempo?

Frase acuñada por un talentoso estudiante en espontánea plática pandémica. La apunté y medité por algunas semanas bajo explícita promesa de escribir sobre ella. Este es el momento, frente al comienzo del nuevo semestre que se avecina otra vez incierto. ¿Qué hay detrás de esta frase?, lo primero que identifico es una ambivalente mirada del tiempo: por un lado la sensación de que el tiempo pasa rápido, tan rápido que los meses parecen días y las horas minutos.

Para algunos el dos mil veinte pasó tan rápido que no podemos identificar eventos, ni construir historias, ni celebrar cumpleaños, fue un año que “no contó”. Por otro lado, la no menos terrible sensación de que el tiempo no pasa nunca: Las horas se hacen eternas, en el mismo cuarto, mirando por la misma ventana, escuchando la misma música que identifica al panadero con el pan o la campana del camión recolector de basura.

La conclusión es sencilla: El tiempo tiene una dimensión psicológica, subjetiva, personal: No sólo se puede medir, también, se puede sentir, se puede “sufrir”. Lo segundo que identifico es una profunda necesidad de conectarnos. Conectarnos con el otro. Para eso no alcanza con salir del cuarto. Una porque la gente del otro lado no alcanza para satisfacer mi naturaleza gregaria, a veces sólo para evadirla. Pero también porque puedo salir de la soledad del cuarto sin que la soledad salga de mi cuarto. Por eso el piano “se sufre”.

Porque con su complejo mecanismo acústico o su perfectamente desafinado gélido sonido electrónico, no es capaz de ofrecerme esa conexión. Su música mitiga; quita el dolor pero no cura. La soledad ahí sigue. ¿Sufro el piano o sufro el tiempo? Puede que sufra ambos.

leonardolombar@gmail.com

Frase acuñada por un talentoso estudiante en espontánea plática pandémica. La apunté y medité por algunas semanas bajo explícita promesa de escribir sobre ella. Este es el momento, frente al comienzo del nuevo semestre que se avecina otra vez incierto. ¿Qué hay detrás de esta frase?, lo primero que identifico es una ambivalente mirada del tiempo: por un lado la sensación de que el tiempo pasa rápido, tan rápido que los meses parecen días y las horas minutos.

Para algunos el dos mil veinte pasó tan rápido que no podemos identificar eventos, ni construir historias, ni celebrar cumpleaños, fue un año que “no contó”. Por otro lado, la no menos terrible sensación de que el tiempo no pasa nunca: Las horas se hacen eternas, en el mismo cuarto, mirando por la misma ventana, escuchando la misma música que identifica al panadero con el pan o la campana del camión recolector de basura.

La conclusión es sencilla: El tiempo tiene una dimensión psicológica, subjetiva, personal: No sólo se puede medir, también, se puede sentir, se puede “sufrir”. Lo segundo que identifico es una profunda necesidad de conectarnos. Conectarnos con el otro. Para eso no alcanza con salir del cuarto. Una porque la gente del otro lado no alcanza para satisfacer mi naturaleza gregaria, a veces sólo para evadirla. Pero también porque puedo salir de la soledad del cuarto sin que la soledad salga de mi cuarto. Por eso el piano “se sufre”.

Porque con su complejo mecanismo acústico o su perfectamente desafinado gélido sonido electrónico, no es capaz de ofrecerme esa conexión. Su música mitiga; quita el dolor pero no cura. La soledad ahí sigue. ¿Sufro el piano o sufro el tiempo? Puede que sufra ambos.

leonardolombar@gmail.com

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