/ viernes 3 de julio de 2020

Imaginando la democracia digital

“La mejor manera de predecir el futuro es crearlo” Peter Drucker

La actual pandemia Covid-19 ha traído repercusiones en diversos ámbitos de nuestra vida colectiva.

Por principio de cuentas, la necesidad de estar encerrados para evitar así la propagación del nuevo coronavirus ha generado nuevas dinámicas de relaciones interpersonales, tanto en el núcleo básico de la sociedad que es la familia, como con grupos de amigos y en los vínculos laborales, por supuesto.

Bajo este punto de vista, los nexos entre gobernantes y gobernados igualmente han adquirido nuevos cauces ante una situación de emergencia que a todos nos tomó por sorpresa. Desde el más simple de los trámites administrativos hasta la sustanciación completa y efectiva de un juicio en línea, es menester desde ahora visualizar todas las posibilidades y requerimientos que las cuarentenas entrañan.

No es para nada descabellado pensar que nos volveremos a enfrentar a escenarios como el actual en el futuro, por lo que como dijo Peter Drucker en la frase que sirve de epígrafe al presente artículo, “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo”.

Y aquí es donde entra la llamada democracia digital y la necesidad de imaginarla, de dotarla de contenidos concretos. De hecho, no se tienen que conjeturar muchas de las acciones bajo las cuales se desenvuelve, pues algunas de ellas ya han llegado para quedarse. Es sólo cuestión de potenciarlas, encauzarlas y darles tanto dinámicas como contextos que propicien su óptima operatividad.

Lo anterior, desde luego, es una labor no sólo de quienes ejercen el poder sino de las mujeres y los hombres que estén comprometidos genuinamente con el quehacer público. De eso a final de cuentas se trata la democracia.

Algunos ejemplos que en el presente y en el futuro pueden ser muestras de la referida democracia digital son las credenciales virtuales de elector, sin necesidad del documento físico con una buena cantidad de candados de seguridad, las cuales se porten por ejemplo en los teléfonos móviles, tabletas, relojes inteligentes y otros dispositivos electrónicos, pudiendo ser verificadas por lectores de códigos QR especializados. Asimismo, el voto electrónico, permitiendo que una jornada comicial tenga verificativo sin grandes concentraciones de gente y cumpliendo con las medidas sanitarias indispensables en las oficinas de los árbitros electorales.

Es deseable, claro está, que el voto electrónico aludido pueda servir para elecciones del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, pero igualmente para instrumentos de democracia directa como la consulta popular, la iniciativa ciudadana de ley o la revocación de mandato. Por otra parte, y como se anunciaba en un parágrafo anterior, otro gran tema es la posibilidad de llevar a cabo juicios en línea y otro tipo de peticiones de la ciudadanía, en este caso en materia electoral, como de hecho se ha implementado por algunos órganos jurisdiccionales ante la contingencia derivada de la pandemia Covid-19.

Los mecanismos de transparencia y solicitudes de acceso a la información son otra muestra palmaria de democracia digital. Por supuesto que una condición mínima y necesaria que la identidad del ciudadano que sufrague o realice un trámite vía web se corrobore al cien por ciento, evitando la usurpación de los datos personales e incluso de la identidad misma.

Otras maneras a través de las cuales se puede poner de manifiesto la democracia digital tienen que ver con la generación de diálogos, conversaciones y foros no solamente entre las autoridades o funcionarios públicos sino entre los propios sectores de la sociedad civil organizada, además de que internet en sí mismo es una palestra abierta al público y a la libertad de expresión.

Venturosamente, el confinamiento ha propiciado una emergencia inusitada de actividades a distancia por parte de entidades públicas, privadas y sociales, Universidades, colegios de profesionistas, organizaciones no gubernamentales, entre otras, a través de plataformas como Zoom, Skype, Facebook o Google Classroom -por conducto de las cuales se han impartido clases en línea para escuelas de todos los niveles, pero cuyo uso ha crecido exponencialmente en otros rubros como el que se está refiriendo-.

Este tipo de eventos llegaron para quedarse, acarreando bondades como el hecho de que personas de distintas nacionalidades, espacios geográficos o husos horarios puedan interactuar en un foro virtual, dejando de lado viajes, boletos de avión y otros obstáculos logísticos que, no está por demás decirlo, se acentuarán cuando se instale la nueva normalidad y se sientan aún más los efectos de la crisis económica desatada por el nuevo coronavirus.

De lo que se trata, al fin y al cabo, es de sacarle provecho a las tecnologías de información y comunicación como herramientas, armas y aliadas poderosas tanto de la vida pública como de la democracia. Necesitamos una sociedad civil entusiasta y representantes populares activos, funcionarios que cumplan a cabalidad con sus encomiendas de la manera que sea. Así, la democracia digital no será sólo una quimera sino una realidad.

“La mejor manera de predecir el futuro es crearlo” Peter Drucker

La actual pandemia Covid-19 ha traído repercusiones en diversos ámbitos de nuestra vida colectiva.

Por principio de cuentas, la necesidad de estar encerrados para evitar así la propagación del nuevo coronavirus ha generado nuevas dinámicas de relaciones interpersonales, tanto en el núcleo básico de la sociedad que es la familia, como con grupos de amigos y en los vínculos laborales, por supuesto.

Bajo este punto de vista, los nexos entre gobernantes y gobernados igualmente han adquirido nuevos cauces ante una situación de emergencia que a todos nos tomó por sorpresa. Desde el más simple de los trámites administrativos hasta la sustanciación completa y efectiva de un juicio en línea, es menester desde ahora visualizar todas las posibilidades y requerimientos que las cuarentenas entrañan.

No es para nada descabellado pensar que nos volveremos a enfrentar a escenarios como el actual en el futuro, por lo que como dijo Peter Drucker en la frase que sirve de epígrafe al presente artículo, “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo”.

Y aquí es donde entra la llamada democracia digital y la necesidad de imaginarla, de dotarla de contenidos concretos. De hecho, no se tienen que conjeturar muchas de las acciones bajo las cuales se desenvuelve, pues algunas de ellas ya han llegado para quedarse. Es sólo cuestión de potenciarlas, encauzarlas y darles tanto dinámicas como contextos que propicien su óptima operatividad.

Lo anterior, desde luego, es una labor no sólo de quienes ejercen el poder sino de las mujeres y los hombres que estén comprometidos genuinamente con el quehacer público. De eso a final de cuentas se trata la democracia.

Algunos ejemplos que en el presente y en el futuro pueden ser muestras de la referida democracia digital son las credenciales virtuales de elector, sin necesidad del documento físico con una buena cantidad de candados de seguridad, las cuales se porten por ejemplo en los teléfonos móviles, tabletas, relojes inteligentes y otros dispositivos electrónicos, pudiendo ser verificadas por lectores de códigos QR especializados. Asimismo, el voto electrónico, permitiendo que una jornada comicial tenga verificativo sin grandes concentraciones de gente y cumpliendo con las medidas sanitarias indispensables en las oficinas de los árbitros electorales.

Es deseable, claro está, que el voto electrónico aludido pueda servir para elecciones del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, pero igualmente para instrumentos de democracia directa como la consulta popular, la iniciativa ciudadana de ley o la revocación de mandato. Por otra parte, y como se anunciaba en un parágrafo anterior, otro gran tema es la posibilidad de llevar a cabo juicios en línea y otro tipo de peticiones de la ciudadanía, en este caso en materia electoral, como de hecho se ha implementado por algunos órganos jurisdiccionales ante la contingencia derivada de la pandemia Covid-19.

Los mecanismos de transparencia y solicitudes de acceso a la información son otra muestra palmaria de democracia digital. Por supuesto que una condición mínima y necesaria que la identidad del ciudadano que sufrague o realice un trámite vía web se corrobore al cien por ciento, evitando la usurpación de los datos personales e incluso de la identidad misma.

Otras maneras a través de las cuales se puede poner de manifiesto la democracia digital tienen que ver con la generación de diálogos, conversaciones y foros no solamente entre las autoridades o funcionarios públicos sino entre los propios sectores de la sociedad civil organizada, además de que internet en sí mismo es una palestra abierta al público y a la libertad de expresión.

Venturosamente, el confinamiento ha propiciado una emergencia inusitada de actividades a distancia por parte de entidades públicas, privadas y sociales, Universidades, colegios de profesionistas, organizaciones no gubernamentales, entre otras, a través de plataformas como Zoom, Skype, Facebook o Google Classroom -por conducto de las cuales se han impartido clases en línea para escuelas de todos los niveles, pero cuyo uso ha crecido exponencialmente en otros rubros como el que se está refiriendo-.

Este tipo de eventos llegaron para quedarse, acarreando bondades como el hecho de que personas de distintas nacionalidades, espacios geográficos o husos horarios puedan interactuar en un foro virtual, dejando de lado viajes, boletos de avión y otros obstáculos logísticos que, no está por demás decirlo, se acentuarán cuando se instale la nueva normalidad y se sientan aún más los efectos de la crisis económica desatada por el nuevo coronavirus.

De lo que se trata, al fin y al cabo, es de sacarle provecho a las tecnologías de información y comunicación como herramientas, armas y aliadas poderosas tanto de la vida pública como de la democracia. Necesitamos una sociedad civil entusiasta y representantes populares activos, funcionarios que cumplan a cabalidad con sus encomiendas de la manera que sea. Así, la democracia digital no será sólo una quimera sino una realidad.