/ lunes 12 de agosto de 2019

LA POLÍTICA ES ASÍ

Van y vienen

Solamente para ubicación de tiempo y espacio, es del conocimiento público que los proyectos de inversión contemplados por AMLO dentro de la 4T, son:

La refinería de Dos Bocas, el Tren Maya; el proyecto Transítsmico para conectar los puertos de Salina Cruz en el Océano Pacífico con el de Coatzacoalcos en el Golfo de México; un aeropuerto comercial en terrenos pertenecientes a la base aérea de Santa Lucía, una tercera terminal aérea en el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; la rehabilitación de las seis refinerías existentes para que incrementen su capacidad productiva; y fortalecer las finanzas de Pemex ahora como empresa productiva del estado.

Recientemente AMLO informó que el año próximo continuará con la construcción del tren Toluca-Ciudad de México, la cual fue uno de los grandes proyectos del gobierno que se fue y que no fue terminado a pesar de que se canalizaron recursos muy superiores a los originalmente presupuestados.

Al margen de que podría en los tiempos por venirse anunciarse, planearse y presupuestarse alguna o algunas obras de gran envergadura, por ahora no hay más, ya que el gobierno de la 4T tiene como prioridad los programas sociales Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, apoyos para personas con cierta discapacidad y el programa universal para personas de 68 y más.

Luego pues, ya bien ubicados en tiempo y espacio, otra vez, dentro del juego de espejismos o de estar en el limbo o en el sueño de los justos o como se le quisiere llamar, en la reciente visita al estado de Durango del Presidente de la República, dentro de la dinámica de “van y vienen”, otra vez salió dentro de la problemática planteada, la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán, pero ya no como un proyecto singular, sino ahora vinculado a la construcción de un puerto de altura en la vecina ciudad de Mazatlán, que permitiera la afluencia de barcos de gran calado, ciudad aquélla que, en los últimos tiempos, reforzó su vocación turística que viene de tiempo atrás, muy atrás.

Si se incursiona en internet, se tendrá oportunidad de tener presente que la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán se inició en la década de los cincuenta del siglo pasado, que se avanzó en un largo trecho de ciento cuarenta kilómetros de una distancia total de trescientos sesenta kilómetros (más o menos) y que la entonces Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) suspendió los trabajos en 1962, con la finalidad de precisar los costos, los cuales se habían elevado, así como un trazo más corto que facilitara o redujera los doscientos veinte kilómetros de construcción restantes.

En la década de los setenta también del siglo pasado, se habló mucho del eje interoceánico de los puertos de Mazatlán, Sinaloa, y de Altamira, Tamaulipas, del cual posteriormente se dejó de hacer referencia, y más debido a que la capacidad portuaria de Altamira, al parecer disminuyó como consecuencia de la disminución del caudal del río Bravo muy mermado debido a la construcción de las presas construidas para captar los recursos acuíferos para ser utilizados con fines productivos tanto en el país como en los Estados Unidos de América.

Personajes de la vida política estatal y nacional llegaron a comunicar que originalmente la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán estaba contemplada en el programa de gobierno 1976-1976, cuya redacción estaba a cargo del partido del gobierno y en el gobierno, lo cual se frustró al abortar la elaboración del programa que era prioritario sobre el hombre al aparecer primero éste cuyo equipo de colaboradores, al parecer, ya no fue partidario de tal proyecto.

Todavía en la campaña del candidato a la Presidencia de la República del PRI (1988-1994), precisamente en la asamblea de programación celebrada en la ciudad de Gómez Palacio, al escuchar la petición de la construcción del ferrocarril de referencia, previa consulta a uno de sus asesores, el candidato se comprometió a que, ante la viabilidad técnica y económica de la construcción, ésta se incluiría dentro del programa de obras de su gobierno, lo cual, al final del día, fue una propuesta-promesa más que se quedó en el papel y en el verbo del candidato.

Ahora en el nuevo vaivén del “van y vienen”, se insistió localmente en la pertinencia y utilidad para la economía estatal y del norte y noreste de la República, la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán.

Hasta donde se sabe, el presidente no se pronunció ni a favor ni en contra, sino tal vez todo lo contrario como en su tiempo se dijo que había dicho un expresidente de México en el ejercicio del poder.

Ahora bien, ante lo que se ha divulgado en el sentido de que la plataforma marítima del puerto de Mazatlán no es la apropiada para construir un puerto de gran calado, en atención a que no existe la profundidad adecuada para tal efecto y que, por muchos trabajos que se hicieran al respecto, las corrientes marinas muy pronto volverían a llevar el material desplazado para alcanzar la profundidad requerida.

Y además, la ciudad de Mazatlán y sus habitantes unidos no son partidarios de que se pierda la vocación turística del puerto.

Por otra parte, si se tiene la certeza de la operación de los puertos de gran calado de Manzanillo y Lázaro Cárdenas, ambos conectados con vías férreas y con carreteras, se podría preguntar (si se pudiere construir el puerto de gran calado en Mazatlán) si la inversión sería costeable y, además, en qué medida podría beneficiar a Durango, habida cuenta que las ciudades vecinas a la ciudad capital (Gómez Palacio, Torreón, Zacatecas y Fresnillo) ya están conectadas con ferrocarriles que comunican a los centros de producción con los centros de consumo tanto nacionales como extranjeros.

Tampoco se podría pasar por alto que los Estados Unidos no tienen ni tendrían necesidad de la construcción del ferrocarril Mazatlán-Durango para transportar del oeste al este, norte y noreste de ese país mercancías provenientes del lejano oriente, si por ahora tienen en operación los puertos de Long Beach y Los Ángeles, los cuales tienen la capacidad para que atraquen y descarguen buques de quinientas mil toneladas y tal vez más de mercancías para ser distribuidas no solo en la costa este de EUA sino en todo el territorio de ese país.

Pero mientras son peras o son manzanas, gobiernos van y gobiernos vienen, y a veces directa y a veces tangencialmente, tocan la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán que por ahora se deja en una mera ilusión que se puede medio compensar con ver la película El Túnel Seis filmada en 1955, precisamente en el tramo en construcción del aludido ferrocarril proyectado.

Van y vienen

Solamente para ubicación de tiempo y espacio, es del conocimiento público que los proyectos de inversión contemplados por AMLO dentro de la 4T, son:

La refinería de Dos Bocas, el Tren Maya; el proyecto Transítsmico para conectar los puertos de Salina Cruz en el Océano Pacífico con el de Coatzacoalcos en el Golfo de México; un aeropuerto comercial en terrenos pertenecientes a la base aérea de Santa Lucía, una tercera terminal aérea en el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; la rehabilitación de las seis refinerías existentes para que incrementen su capacidad productiva; y fortalecer las finanzas de Pemex ahora como empresa productiva del estado.

Recientemente AMLO informó que el año próximo continuará con la construcción del tren Toluca-Ciudad de México, la cual fue uno de los grandes proyectos del gobierno que se fue y que no fue terminado a pesar de que se canalizaron recursos muy superiores a los originalmente presupuestados.

Al margen de que podría en los tiempos por venirse anunciarse, planearse y presupuestarse alguna o algunas obras de gran envergadura, por ahora no hay más, ya que el gobierno de la 4T tiene como prioridad los programas sociales Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, apoyos para personas con cierta discapacidad y el programa universal para personas de 68 y más.

Luego pues, ya bien ubicados en tiempo y espacio, otra vez, dentro del juego de espejismos o de estar en el limbo o en el sueño de los justos o como se le quisiere llamar, en la reciente visita al estado de Durango del Presidente de la República, dentro de la dinámica de “van y vienen”, otra vez salió dentro de la problemática planteada, la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán, pero ya no como un proyecto singular, sino ahora vinculado a la construcción de un puerto de altura en la vecina ciudad de Mazatlán, que permitiera la afluencia de barcos de gran calado, ciudad aquélla que, en los últimos tiempos, reforzó su vocación turística que viene de tiempo atrás, muy atrás.

Si se incursiona en internet, se tendrá oportunidad de tener presente que la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán se inició en la década de los cincuenta del siglo pasado, que se avanzó en un largo trecho de ciento cuarenta kilómetros de una distancia total de trescientos sesenta kilómetros (más o menos) y que la entonces Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) suspendió los trabajos en 1962, con la finalidad de precisar los costos, los cuales se habían elevado, así como un trazo más corto que facilitara o redujera los doscientos veinte kilómetros de construcción restantes.

En la década de los setenta también del siglo pasado, se habló mucho del eje interoceánico de los puertos de Mazatlán, Sinaloa, y de Altamira, Tamaulipas, del cual posteriormente se dejó de hacer referencia, y más debido a que la capacidad portuaria de Altamira, al parecer disminuyó como consecuencia de la disminución del caudal del río Bravo muy mermado debido a la construcción de las presas construidas para captar los recursos acuíferos para ser utilizados con fines productivos tanto en el país como en los Estados Unidos de América.

Personajes de la vida política estatal y nacional llegaron a comunicar que originalmente la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán estaba contemplada en el programa de gobierno 1976-1976, cuya redacción estaba a cargo del partido del gobierno y en el gobierno, lo cual se frustró al abortar la elaboración del programa que era prioritario sobre el hombre al aparecer primero éste cuyo equipo de colaboradores, al parecer, ya no fue partidario de tal proyecto.

Todavía en la campaña del candidato a la Presidencia de la República del PRI (1988-1994), precisamente en la asamblea de programación celebrada en la ciudad de Gómez Palacio, al escuchar la petición de la construcción del ferrocarril de referencia, previa consulta a uno de sus asesores, el candidato se comprometió a que, ante la viabilidad técnica y económica de la construcción, ésta se incluiría dentro del programa de obras de su gobierno, lo cual, al final del día, fue una propuesta-promesa más que se quedó en el papel y en el verbo del candidato.

Ahora en el nuevo vaivén del “van y vienen”, se insistió localmente en la pertinencia y utilidad para la economía estatal y del norte y noreste de la República, la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán.

Hasta donde se sabe, el presidente no se pronunció ni a favor ni en contra, sino tal vez todo lo contrario como en su tiempo se dijo que había dicho un expresidente de México en el ejercicio del poder.

Ahora bien, ante lo que se ha divulgado en el sentido de que la plataforma marítima del puerto de Mazatlán no es la apropiada para construir un puerto de gran calado, en atención a que no existe la profundidad adecuada para tal efecto y que, por muchos trabajos que se hicieran al respecto, las corrientes marinas muy pronto volverían a llevar el material desplazado para alcanzar la profundidad requerida.

Y además, la ciudad de Mazatlán y sus habitantes unidos no son partidarios de que se pierda la vocación turística del puerto.

Por otra parte, si se tiene la certeza de la operación de los puertos de gran calado de Manzanillo y Lázaro Cárdenas, ambos conectados con vías férreas y con carreteras, se podría preguntar (si se pudiere construir el puerto de gran calado en Mazatlán) si la inversión sería costeable y, además, en qué medida podría beneficiar a Durango, habida cuenta que las ciudades vecinas a la ciudad capital (Gómez Palacio, Torreón, Zacatecas y Fresnillo) ya están conectadas con ferrocarriles que comunican a los centros de producción con los centros de consumo tanto nacionales como extranjeros.

Tampoco se podría pasar por alto que los Estados Unidos no tienen ni tendrían necesidad de la construcción del ferrocarril Mazatlán-Durango para transportar del oeste al este, norte y noreste de ese país mercancías provenientes del lejano oriente, si por ahora tienen en operación los puertos de Long Beach y Los Ángeles, los cuales tienen la capacidad para que atraquen y descarguen buques de quinientas mil toneladas y tal vez más de mercancías para ser distribuidas no solo en la costa este de EUA sino en todo el territorio de ese país.

Pero mientras son peras o son manzanas, gobiernos van y gobiernos vienen, y a veces directa y a veces tangencialmente, tocan la construcción del ferrocarril Durango-Mazatlán que por ahora se deja en una mera ilusión que se puede medio compensar con ver la película El Túnel Seis filmada en 1955, precisamente en el tramo en construcción del aludido ferrocarril proyectado.

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