/ lunes 10 de junio de 2019

Un corte de caja para Morena

Sin duda que el ejercicio del poder produce el deterioro de la imagen de cualquier político. Para comprobar la premisa basta con realizar una simple contrastación entre los niveles de aceptación que tienen cuando llegan al cargo, contra los que tienen cuando lo dejan, en ese transcurso de tiempo entre el principio y el fin se va produciendo un fenómeno de decadencia política.

Y es que en la toma de decisiones, en el quehacer gubernamental, se producen dos tipos de consecuencias; una de afectación inmediata y directa a ciertos intereses, y otra de beneficio, solo que este último se materializa a mediano o largo plazo. Desafortunadamente para ellos la población no está dispuesta a esperar los beneficios y si resiente de inmediato el hecho de la transgresión.

Desde luego que el proceso de desgaste puede ser mayor o menor, rápido o lento, todo depende de las expectativas creadas, de las incapacidades mostradas y/o del incumplimiento a las promesas hechas en campaña, entre otros muchos factores más.

En este orden de ideas, algunas casas encuestadoras coinciden al reportar que al iniciar el mes de mayo la aceptación o popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador disminuyó en 10 puntos. Este hecho provoca una afectación mediata a su partido político Morena; los resultados del pasado proceso electoral del primer domingo de junio así lo acreditan. Veamos.

Hubo elecciones ordinarias en cinco estados: Aguascalientes (11 ayuntamientos), Baja California (gubernatura, 17 diputaciones y 5 ayuntamientos), Durango (39 ayuntamientos), Quintana Roo (15 diputaciones) y Tamaulipas (22 diputaciones). También se desarrolló un proceso extraordinario, en Puebla, para elegir gobernador y 5 ayuntamientos.

En Aguascalientes, de los 11 ayuntamientos en disputa, Morena sólo ganó en uno. En Baja California, en coalición con el PT, el PVEM y Transformemos, ganó todo, la gubernatura, las 17 diputaciones en juego y los 5 ayuntamientos. En Durango tuvo una estrepitosa derrota, solo ganó en 2 de los 39 ayuntamientos. En Quintana Roo logró 11 de 15 diputaciones en coalición con el PT y el PVEM. Finalmente en Tamaulipas perdió en 21 de 22 distritos locales.

Por lo que se refiere a las elecciones extraordinarias celebradas en el estado de Puebla, Morena gana la gubernatura en coalición con el PT y el PVEM, pero pierde 4 de cinco ayuntamientos, solo ganó en Tepeojuma.

Si hacemos un balance general del proceso, tenemos que ganó las 2 gubernaturas en disputa; de las 54 diputaciones locales ganó en 29; y de los 60 ayuntamientos logra ganar en 10.

El pragmatismo de los números dice que los resultados son positivos, sin embargo, si los contrastamos contra los obtenidos en las elecciones de julio de 2018 ya no pareen tan buenos, recordemos que el año pasado Morena fue asemejado a un tsunami electoral, arrasó prácticamente en todos los distritos, sin importar la calidad o atributos de los candidatos que postulara, ganaron desde políticos de otros partidos, hasta actores, stripper, ex futbolistas y hasta delincuentes.

Es sintomático que la primera elección en que participa después de haberlo ganado prácticamente todo haya obtenido estos resultados. Es evidente que los hitos del gobierno de López Obrador replican en Morena, el partido no tiene una vida propia, su existencia en el espectro político depende del aura de AMLO, lo que podría ser bueno desde la perspectiva de 2018, pero no tan bueno desde la óptica de la elección de 2019.

Aunque también debemos considerar que en muchos estados –Durango entre ellos- los morenos contribuyeron en mucho a la derrota, ya comienzan a resentir el síndrome del izquierdista, cuyos principales síntomas son: el creer que tienen la verdad absoluta, que son los elegidos para todo y el pensar que los ciudadanos padecemos de embelecimiento idiota por su discurso redentor.

La próxima elección será hasta 2021, se renovará la Cámara de Diputados federal; veremos entonces si la política de AMLO se encauza hacia el cumplimiento de sus promesas, lo que evitará que Morena siga cayendo, si el PAN continua recuperando terreno o si el PRI logra lo que muchos no creíamos, posicionarse de nuevo en el electorado.

Sin duda que el ejercicio del poder produce el deterioro de la imagen de cualquier político. Para comprobar la premisa basta con realizar una simple contrastación entre los niveles de aceptación que tienen cuando llegan al cargo, contra los que tienen cuando lo dejan, en ese transcurso de tiempo entre el principio y el fin se va produciendo un fenómeno de decadencia política.

Y es que en la toma de decisiones, en el quehacer gubernamental, se producen dos tipos de consecuencias; una de afectación inmediata y directa a ciertos intereses, y otra de beneficio, solo que este último se materializa a mediano o largo plazo. Desafortunadamente para ellos la población no está dispuesta a esperar los beneficios y si resiente de inmediato el hecho de la transgresión.

Desde luego que el proceso de desgaste puede ser mayor o menor, rápido o lento, todo depende de las expectativas creadas, de las incapacidades mostradas y/o del incumplimiento a las promesas hechas en campaña, entre otros muchos factores más.

En este orden de ideas, algunas casas encuestadoras coinciden al reportar que al iniciar el mes de mayo la aceptación o popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador disminuyó en 10 puntos. Este hecho provoca una afectación mediata a su partido político Morena; los resultados del pasado proceso electoral del primer domingo de junio así lo acreditan. Veamos.

Hubo elecciones ordinarias en cinco estados: Aguascalientes (11 ayuntamientos), Baja California (gubernatura, 17 diputaciones y 5 ayuntamientos), Durango (39 ayuntamientos), Quintana Roo (15 diputaciones) y Tamaulipas (22 diputaciones). También se desarrolló un proceso extraordinario, en Puebla, para elegir gobernador y 5 ayuntamientos.

En Aguascalientes, de los 11 ayuntamientos en disputa, Morena sólo ganó en uno. En Baja California, en coalición con el PT, el PVEM y Transformemos, ganó todo, la gubernatura, las 17 diputaciones en juego y los 5 ayuntamientos. En Durango tuvo una estrepitosa derrota, solo ganó en 2 de los 39 ayuntamientos. En Quintana Roo logró 11 de 15 diputaciones en coalición con el PT y el PVEM. Finalmente en Tamaulipas perdió en 21 de 22 distritos locales.

Por lo que se refiere a las elecciones extraordinarias celebradas en el estado de Puebla, Morena gana la gubernatura en coalición con el PT y el PVEM, pero pierde 4 de cinco ayuntamientos, solo ganó en Tepeojuma.

Si hacemos un balance general del proceso, tenemos que ganó las 2 gubernaturas en disputa; de las 54 diputaciones locales ganó en 29; y de los 60 ayuntamientos logra ganar en 10.

El pragmatismo de los números dice que los resultados son positivos, sin embargo, si los contrastamos contra los obtenidos en las elecciones de julio de 2018 ya no pareen tan buenos, recordemos que el año pasado Morena fue asemejado a un tsunami electoral, arrasó prácticamente en todos los distritos, sin importar la calidad o atributos de los candidatos que postulara, ganaron desde políticos de otros partidos, hasta actores, stripper, ex futbolistas y hasta delincuentes.

Es sintomático que la primera elección en que participa después de haberlo ganado prácticamente todo haya obtenido estos resultados. Es evidente que los hitos del gobierno de López Obrador replican en Morena, el partido no tiene una vida propia, su existencia en el espectro político depende del aura de AMLO, lo que podría ser bueno desde la perspectiva de 2018, pero no tan bueno desde la óptica de la elección de 2019.

Aunque también debemos considerar que en muchos estados –Durango entre ellos- los morenos contribuyeron en mucho a la derrota, ya comienzan a resentir el síndrome del izquierdista, cuyos principales síntomas son: el creer que tienen la verdad absoluta, que son los elegidos para todo y el pensar que los ciudadanos padecemos de embelecimiento idiota por su discurso redentor.

La próxima elección será hasta 2021, se renovará la Cámara de Diputados federal; veremos entonces si la política de AMLO se encauza hacia el cumplimiento de sus promesas, lo que evitará que Morena siga cayendo, si el PAN continua recuperando terreno o si el PRI logra lo que muchos no creíamos, posicionarse de nuevo en el electorado.